Capítulo XXI

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—Busquen por todo el maldito edificio, esos mocosos no pueden salirse con la suya.

—Señor, acaban de ser vistos en el muelle fuera del pueblo, a una hora de aquí.

—Carajo... ¡Carajo!

🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒

La tensión es demasiado obvia, se puede cortar con cuchillos.

Cuando salimos de ese lugar solo me venían preguntas y más preguntas a la cabeza.

No lo podía evitar, habían fingido todo aquel teatro no sé ni para qué demonios.

¿Qué era ese lugar? ¿Por qué me llevaron allí y no al hospital que actualmente atiende en Howland?

¿Por qué carajos mis padres no estaban cuando abrí los ojos?

¿Tan jodido fue para Khalid que sus hermanos me ayudaran a escapar que no estaba por los alrededores?

Puedo sentir como Caín me observa de reojo. Más dudas se plantan en mi cabeza que está a punto de estallar. Llevamos media hora de camino y nadie ha mencionado palabra. Kara, Adio y Nara van detrás demasiado callados. Tarik nos ha alcanzado hace unos minutos en su moto, estuvo pegado a mi ventana casi diez minutos asegurándose de que esté bien, ya luego aceleró para liderar el camino.

Yo, como los demás, tampoco había optado por mencionar palabra. Estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me percaté que habíamos salido del pueblo. Y si lo hice, fue porque pasamos por al lado del letrero que ponía Gracias por su visita.

La mirada gris del peliblanco aun la sentía como un gran peso. No me sentía incomoda, pero si podía compararla con un fuego abrazador. Es increíble como a pesar de mi trato hacia él, aun esté a mi lado. También le doy una ojeada y lo descubro detallándome, pero a diferencia de él que aparta la mirada, yo lo observo descaradamente sin importar las circunstancias. Caín se da cuenta y se tensan un poco al enderezar su postura. Me hace gracia que se ponga nervioso que lo inspeccione de esa manera y no puedo evitar sonreír y negar con la cabeza.

—¿Qué te parece tan gracioso, Desa?— algo que nunca he admitido es que mi nombre en su boca suena demasiado bien. Veo de soslayo a los demás que van concentrados en el paisaje y ni caso hacen de la voz de Caín, es algo imposible no escucharla.

—Aún no te he dado las gracias por sacarme de ese lugar— veo la nuez de Adan bajar y subir de manera brusca ¿está nervioso?

—Yo... Desa, yo no...

—No tienes que darme explicaciones, siendo sincera, no estoy dispuesta a escucharlas, por ahora.

¿Qué está ocurriendo? Si pudiera meterme en su cabeza sería genial.

—Bien, como quieras— sonrió con la boca cerrada y volvemos en un silencio un poco menos... intenso.

—Puedo preguntar ¿A dónde vamos?— la voz de Nara hace que me giré en mi asiento llevándose toda mi atención. Muy buena pregunta.

—Sí, yo también quiero saber— observo curiosa a los demás.

—Lejos de la verdadera amenaza— Adio y sus misterios.

Nara y yo compartimos miradas confusas y tuvimos que callar por media hora más. Algo en mi chaqueta vibró. Fruncí el ceño extrañada, pero revisé y me encontré con mi móvil.

Abrí los ojos de par en par al ver todas las llamadas y mensajes que tenía de Marek y Alik. Tengo llamadas perdidas de ambos y ni digo el número de llamada y mensajes de mis padres.

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