Una silueta solitaria serpenteó por las sombras entre la niebla.
La noche oscura y fría cubrió sus hombros como un manto, mimetizandola en sombras y bruma.
Scarlett se había dado tres días más para recuperarse. Y aquellos tres días habían estado llenos de impaciencia. Su hermano seguía comportándose como si no fuera nada parecido a lo que sus ojos vieron, irritandola más y más, haciendo que sintiera las ganas imprudentes de gritarle en la cara que dejara de fingir... que dejara de aparentar algo que no era. Que dejara de creerse mejor que ella. Recordandole por qué se había mantenido tan lejos. Tan jodidamente estúpido.
Se deslizó por las calles, la capucha adornando sus hombros, brindándole toda la privacidad que necesitaba. Lejos de ojos curiosos y borrachos insoportables. Lejos de cualquier mirada ajena, y por sobre todo de cualquier testigo indeseado. Una sombra en la noche. Un fantasma deslizándose por las calles. Un fantasma que sólo se detuvo ante la mirada de una casa gigante, llena de luces. Llamándola como una polilla a la luz.
Quiso reír. Era casi como si el hombre dentro le gritara que estaba ahí. Que fuera a por él.
La casa de dos pisos era lo suficientemente grande como para albergar una familia entera. Una casa digna de una amante de lujo. Árboles la rodeaban, cubriendola como un manto, casi les pudo haber brindado la seguridad que ellos necesitaban. Casi.
En un movimiento rápido se arrimó al tronco grueso, murmurando un agradecimiento por ocupar ropas adecuadas. Sus manos picaban con cada impulso. Podía darle un jodido beso de despedida a sus uñas, ahora bien incrustadas en la madera, impulsándola, fijándola.
Arriba, arriba y más arriba.
Metros más arriba y una mano malditamente astillada pudo divisar lo que buscaba.
Ahí estaba. Aquel hombre, tomando una copa de algo extraño, acariciando tontamente a una mujer que podría tener la edad de ella misma. Asqueada, se obligó a captar todo lo que necesitaba. Todo lo que pudiera absorber.
El hombre era canoso, un poco gordo. No lo reconocía. Para nada. Su rostro, el rostro de un asesino no le transmitía nada. Ni un recuerdo, ni una sensación. Y aquello la enfureció más. Un hombre sin rostro había interrumpido en su vida y se había llevado todo. Sus planes, sus padres. Aquellas manos que ahora acariciaban la curva de un pecho de aquella mujer eran las mismas manos que habían dado las órdenes. Probablemente aquella fea cara era lo último que sus padres habían visto.
La bilis le quemó la garganta. El calor arremolinándose en su rostro.
Calma. Calma. Calma. Se repitió. Todo a su tiempo.
Los labios de aquel hombre se apoderaron de los de su amante. En medio de un beso que nunca más sus padres se podrían dar.
Ella lo iba a asesinar e iba a disfrutar cada maldito segundo de aquello.
Iba a arrancarle todo.
Cabello por cabello, ojo por ojo, diente por diente.
Hasta que no quedara rastro en este mundo del sucio hombre que manchó su vida. Que arrebató parte de la suya.
Las hojas crujieron. Scarlett se pegó al árbol, abrazandolo como pudo, amoldándose. Su corazón tranquilo, como si tuviera miedo de ser escuchado.
Una silueta se encontraba bajo sus pies, metros y metros más abajo, girando y moviéndose como si estuviera en busca de algo.
La silueta de una boina adornada su cabeza, delatandolo. Haciendo que su estómago se apretara, ya sea por rabia o por algo más que no tenía tiempo de identificar. De asumir.
John Shelby alzó la mirada, como si supiera exactamente dónde se encontraba. A Pesar de la oscuridad sus ojos chocaron. Una sonrisa lenta tiró de sus labios juguetones, felinos.
-Cómo en toda la tierra haz hecho para llegar ahí? - cuestionó, recostando su cuerpo contra el tronco del árbol, llevando un cigarrillo hacia sus labios. Como si tuviera todo el maldito tiempo del mundo.
Scarlett gruñó un insulto, mientras que observaba por última vez la mansión. Hizo un conteo rápido. Pisos, puertas y ventanas. Ella ya había visto todo lo que necesitaba ver pero.. aún así, no le gustaba tener a alguien pisándole los talones constantemente. Y definitivamente no le gustaba ser seguida... mucho menos encontrada.
Bajó en un movimiento rápido, sin molestarse en ser cuidadosa. Ramas y hojas cayeron sobre John, tal como había planeado. Una risa baja y unos cuantos gruñidos le dejaron en claro que a él no le importaba.
Tan rápido como aterrizó sobre sus pies las manos de John se aferraron a su cintura. Su sonrisa intacta. Aquellos ojos azules brillantes, jugaron por su cara, deteniéndose en una inspección a sus labios, para terminar en sus ojos.
-Te estaba esperando, Scarlett, cariño.
Sus dientes se mostraron en medio de una sonrisa lobuna.
Él malditamente sabía lo que hacía.
ESTÁS LEYENDO
Red right hand [ Thomas Sheby- John Shelby]
Fanfiction¿Ese era el precio de la venganza? Se cuestionó. ¿Perderse a si misma lo valía?