Sus pies retrocedieron instintivamente. Un impulso que lo movió por nada más que por instinto humano de preservación. Los bellos en sus brazos y detrás de su nuca levantándose mientras un escalofrío subía por su espalda.
Scarlett les sonrió bajo la poca luz que iluminaba levemente la habitación, pareciendo un gato que estaba apunto de jugar con su presa favorita. Sus ojos demasiado brillantes, enloquecidos. Una sonrisa que solo podía recordar de su primer encuentro lo saludó.
Pudo sentir como los ojos de todos registraban el mismo rastro rojizo por una alfombra que ya no estaba inmaculada como probablemente había sido en el pasado.
Sentada en una silla a unos metros más allá y en un ángulo demasiado extraño como para ser normal o natural, se encontraba una mujer de mediana edad. Pudo reconocer en ella las características que habían descrito sobre la amante de Jimmy Stein, cabecilla de la banda de Olivers. Frente a ella, el asesino de sus padres se encontraba de rodillas, sus manos alzadas en un gesto de súplica. Intacto y lloroso, su cuerpo regordete tiritando como una hoja. El sudor bañando su rostro tanto como las lágrimas que lo surcaban. No pudo distinguir si estaba pidiendo clemencia por la mujer o por él mismo.
No importaba, de todas maneras. No para la mujer... o el monstruo que se encontraba frente a ellos.
Le tomó unos segundos a Thomas para entender toda la imagen frente a él.
Las cejas de la pelirroja se alzaron y sus pies la llevaron en donde todas las miradas se encontraban fijas. Rodeó a ambos como si estuviera analizando la situación. Una bolsa negra se deslizaba tras ella, sus pequeñas manos llenas de sangre la arrastraron sin dificultad, hasta detenerse frente a Jimmy. La bolsa aterrizando frente a su cuerpo suplicante con un ruido demasiado familiar y sordo como para desear que no fuera lo que estaba imaginando.
Su estómago se revolvió mientras se obligaba a sí mismo a permanecer en su lugar. Sus manos manteniendo a los demás tras de sí con un gesto que rogaba fuera imperceptible para Scarlett. No planeaba demostrarle debilidad alguna, no es una situación así.
No iba a arriesgarse él y definitivamente no iba a arriesgar a ninguno de los sobrevivientes. No ante la amenaza viva que se encontraba frente a sus ojos.
La navaja en sus manos pequeñas se deslizó por los brazos de la mujer atada en la silla. Donde quiera que pasaba dejaba un rastro rojo. Sangre.
Los ojos dorados se levantaron lentamente, como si por poco no registrara la presencia del acotado grupo espectador en la habitación. Pudo jurar que sus ojos se detuvieron unos segundo más de lo debido en su hermano Will, que jadeaba detrás de él, como si el corazón fuera a salirse por su boca. Él no estaba hecho para cosas como esta. Mierda... pensaba que él mismo sí lo estaba... pero el asco en la boca de su estómago y sus cabellos erizados indican todo lo contrario.
- Pensé que se demorarían más. Acabo de empezar la diversión - su mano subió a su cuero cabelludo, rascando ligeramente con la navaja que había estado usando. Casi como si fuera un gesto despreocupado, lleno de contrariedad. Jodida loca. - Lamento que se la hayan perdido- Su voz calma, desprovista de sentimiento alguno. Sus ojos se volvieron nuevamente en dirección al bulto sollozante y sudado en el suelo - Abre la bolsa - Comandó a Jimmy.
Y como si quisiera hacer un punto, la navaja bajó de su cabeza para luego caer en el hombre de la mujer. El grito desgarrador rompió el silencio. El llanto llenó la habitación.
Las súplicas llenaron la habitación luego de eso.
- Abre. La. Maldita. Bolsa - Demandó, sus manos sosteniendo fuertemente el cabello de la amante.
Con el rostro pálido y las manos temblorosas, el cabecilla de Olivers abrió la bolsa. Un grito se escapó de su garganta. Un grito horrible, lleno de espanto e incredulidad. El cuerpo que había permanecido inclinado en una expresión de súplica cayó con fuerza hacia atrás, gateando en reversa. Sus ojos locos y llorosos, desorbitados. Su cuerpo luchando por alejarse más y más de aquella bolsa negra. Sus manos finalmente ahuecando su cara. Un lamento imperceptible murmuraba por la habitación.
Con un gruñido Scarlett soltó el cabello de una muchacha demasiado aterrorizada y herida como para emitir ruido más allá que gemidos de dolor. Su rostro teñido de una expresión que nunca olvidaría. Sus cejas fruncidas y la boca distorsionada en algo que solo podía reconocer como animal y primitivo. En unas cuantas zancadas logró avanzar hasta el cuerpo sentado y meciéndose en el suelo, la bolsa nuevamente en sus manos como si de un tesoro se tratara.
Jimmy logró llegar a unos pasos de ellos, como si se trataran de su salvación.
A su lado pudo sentir como John se debatía en su puesto por ayudar al hombre. Su cuerpo inquieto detrás de él.
Quiso recordarle que aquel patético hombre había asesinado a personas que habían sido casi unos padres para ellos. Al menos ese era el pensamiento que lo ayudaría a conciliar el sueño esa noche.
Scarlett clavó su pie en su pecho, tumbándolo como si se tratara de un niño. O de una presa.
- Quiero que recuerdes esto antes de morir. Quiero que sepas que cada uno de ellos gritó el nombre de su padre, pensando a qué llegarías por ellos mientras te follabas a tu amante - Agachó su cuerpo hasta que su rostro quedó cercano al de él. Aquella sonrisa llenó la cara nuevamente. Sus ojos mirando un vacío, como si recordara algo - Aún recuerdo el miedo en los ojos verdes de tu esposa, en como suplicó por la vida de sus hijos. Y tu hija... vaya, ella ni siquiera lo intentó, lloró y lloró hasta que tuve que silenciarla... y el menor ¿Quién diría lo bueno que era para jugar a las escondidas? Lo encontré acurrucado en su dormitorio, bajo la cama. Deberías haber visto su cara cuando lo arrastré fuera de ella.
El hombre en el suelo negó, como si pudiera deshacer de su mente la imagen mental de los que Scarlett estaba describiendo. Las lágrimas surcando su rostro.
- Espero que no haya sido la misma mirada que te dieron mis padres al momento de ser asesinados por ti - gruñó - Pero tranquilo... dije que le llevaría recuerdos de ellos a su papi antes de prenderles fuego. Estamos en paz - le susurró - Ojo por ojos, vidas por vidas - gruñó en su rostro.
Su cuerpo se enderezó, mientras que sus manos volteaban sobre el hombre el contenido de la bolsa. Con un sonido asqueroso y un olor aún más horrible, rebotaron tres figuras negras, calcinadas. Cabezas, sin cabellos ni expresión. Unas más grandes que otras.
Tras él pudo escuchar como Will se retiraba para vomitar en el pasillo. John retrocedió, soltando un insulto.
Su propio estómago se revolvió.
¿Qué mierda había hecho Scarlett?
¿Hasta dónde era capaz de llegar?
Volvió en sí demasiado tarde. Las manos de ellas rociaban la habitación con lo que solo podía ser parafina y algún tipo de alcohol.
Thomas Shelby no volvió en sí ni cuando la casa tras ellos se incendió como un jodido palo de fósforo.
Su cuerpo urgió por retroceder nuevamente cuando ella se les acercó, murmurando algo de que su deuda estaba saldada. Su cuerpo desapareció en la oscuridad mientras que a su espalda el fuego arrasaba con todo.
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Red right hand [ Thomas Sheby- John Shelby]
Fanfiction¿Ese era el precio de la venganza? Se cuestionó. ¿Perderse a si misma lo valía?