Part XIII

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Cariño.

Aquellas sílabas habrían hecho que Scarlett corrigiera a cualquiera. Quizá hasta habría terminado con su puño estampado en la cara de algún tipo pretencioso. Pero aquellas palabras no venían de cualquier tipo pretencioso. Venían de él. Sus ojos brillaban en diversión, como si no temiera de nada. Como si ella no fuera más que una simple chica a la cual estaba coqueteando. Una más, seguramente.

Scarlett rodó los ojos, agradeciendo a la oscuridad que los rodeaba y que ocultaba de todo la rojez en su rostro, tiñendo sus mejillas como si se tratara de una jodida adolescente. No lo era. No era nada ni parecido a algo virginal, a algo femenino. Pero John en toda su altura la hacía sentir así. Como una idiota de 16 años. Y le odiaba por aquello.

Permitió que aquellas manos grandes y callosas descansaran unos segundos más de lo permitido en la curva de su cintura. Decidió ignorar lo bien que encajaban ahí. Como se curvaban con confianza, como si siempre hubieran pertenecido ahí.

-No estaba al tanto de que tenía un perro guardián.

Scarlett enarcó una ceja en dirección al ojiazul. Separándose unos pasos antes de caminar en dirección de donde había llegado. No tuvo que esperar por John, quien se mantuvo a su espalda. Sus pisadas crujiendo con cada hoja pisoteada. Le sorprendía no haberlo detectado antes. Podía escucharlo desde metros de distancia. Aunque claro, la habilidad del silencio no era claramente su fuerte, nunca lo había sido. Tal vez ni siquiera era algo nato, ciertamente su don no lo era. Scarlett casi pudo sentir el dolor de aquellas contusiones en su cuerpo, todas de caídas en sus intentos por escalar, por ser silenciosa, por ser un fantasma.

-No lo tienes Scar - le reprendió - Solo tienes a un hombre muy malditamente preocupado a tus espaldas.

-No necesito tu preocupación John - El recuerdo de John quedándose fuera de juego después de su discurso sobre estar preocupado la golpeó como un rayo - Creo haberlo dejado en claro el otro día.

Una mano se aferró a su capa, tirando levemente de ella. Su cuerpo girando en dirección a él. A la mano aferrada aquel trozo de tela. Su semblante esta vez era serio. Hermoso, sereno, casi contemplador.

-Sé que no necesitas ni una mierda de mi Scarlett - le gruñó - pero tal vez yo sí necesite de ti - susurró, su voz y su semblante apaciguándose - no es mi intención perseguirte por estas malditas calles - recalcó - es solo... es solo que no quiero que vuelva a ocurrirte nada Scar - antes de que la pelirroja pudiera abrir la boca para protestar, él continuó - Y no es porque no te crea capaz de defenderte, lo sabes. Podrías sacar la mierda de mi y de mis hermanos las veces que quisieras si te lo propusieras, pero simplemente... simplemente no quiero verte en peligro, y si lo llegas a estar quiero que sea junto a mi. Que estemos codo a codo. Quiero estar ahí para ti, cuidando tu espalda mientras tú salvas mi trasero débil.

El aliento se detuvo a mitad de un suspiro. Scarlett retuvo el impulso de acercarse más. De obedecer a ese deseo que siempre había estado ahí. De estamparlo en contra de un árbol y besarlo tal y como siempre había querido.

La mano de él subió, lentamente, sin apuro alguno, experta. Y cuando llegó a la de ella se mantuvo ahí, tibia, apretando levemente, sin presión alguna... solo estando. Solo sujetándola, como si tampoco pudiera esperar más. Como si no pudiera mantenerse alejado.

El era tan bueno... y ella, ella era tan ella.

-A veces eres un jodido grano en el culo - masculló, antes de soltar la mano apretando la suya, dándole la espalda nuevamente.

John emitió un leve sonido, un suspiro, antes de reanudar su paso tras ella. No como un perro, sino como un compañero.

-Puedes acompañarme a donde está Thomas, necesito hablar con él - masculló Scarlett.

Red right hand [ Thomas Sheby- John Shelby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora