Part VII

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Después de casi una hora y media, una botella de Whisky y preparativos después, Thomas y Scarlett dejaron el bar.

La desconfianza aún flotaba en el aire, y ara algo que ambos sabían. Lo que también sabían – y era lo que los mantenía caminando hombro con hombro a pesar de su instinto y dudas – es que ambos eran personas que no rompían sus promesas fácilmente. Y la principal de ellas en aquel momento era poder coexistir en paz al menos hasta que la sangre fuera derramada mediante el único acto de justicia que harían en mucho tiempo.

Thomas sintió sus hombro y su conciencia una pizca más ligera. Ella había sido grandes problemas, lo sabía, pero aquellos problemas se encontraban en pausa y de su lado de las probabilidades. Momentáneamente. Aquello lo aliviaba y si no fuera lo suficientemente terco y ególatra podría haber reconocido que era ayuda que necesitaría. El sabía reconocer lo bueno cuando lo veía – sobre todo si lo había experimentado de primera mano. Sabía con certeza que la chica pequeña caminando a su lado era letal, mortal– si es que podía llamarle así. Lo supo en el instante en que nadie la había visto deslizarse como una sombra para emboscarlo en su propia oficina. Él mismo no la había escuchado cuando lo atacó en su mismo despacho, casi en la puerta de su jodida casa. La chica parecía ser ligera, ágil, invisible. Era como un ... espectro, oscura como las sombras. Perfecta para cualquier trabajo que pudiera darle. 

Thomas intentó no emocionarse tanto al respecto, saboreando como podrían ser las cosas, cómo podrían aumentar sus posibilidades con un talento como ese dentro de sus Peaky. El tenía cerebros y músculos pero ... ¿una sombra? ... una sombra era todo lo que necesitaba.

A su lado la chica de ojos dorados caminaba rítmicamente, sin quedarse atrás mientras controlaba su respiración e intentaba no agitarse bajo el esfuerzo de caminar sobre lodo y la lluvia calándole los huesos. Sus ojos lo observaban astutamente de reojo, absorbiendo cada movimiento, mientras que sus manos se aferraban a su abrigo por el frío de aquella noche de invierno. Ambos mantuvieron una conversación trivial mientras se dirigían alas oficinas de Thomas Shelby, con el fin de informar a los demás del plan y de poder seguir bebiendo.

Thomas esperaba respuestas esa noche, y ella planeaba sacar toda la información que pudiera obtener.

Las calles frías y fangosas parecían extrañamente desiertas, como si la gente se estuviera escondiendo de algo. Algo extraño para ser viernes, se fijó Scarlett. 

Sus ojos escanearon realmente su alrededor, reconociendo aquel silencio antes de una tormenta. A su alrededor, la calle por la que transitaban, no tan solo estaba extrañamente vacía, a pesar de la hora y el día, sino que las pisadas lodosas cerca de ellos parecían frescas, como si todos se hubieran escapado del lugar, conscientes de que algo malo ocurriría. Todo en su cabeza le sonaba en alarmas rojas y chillantes, gritándole que saliera de ahí, que se salvara a sí misma. Y ahí, en medio de ese caeos mental, supo reconocer la paz, esa que solo tenía cabida en momentos como este, cuanto sabía que se enfrentaría con la muerte frente a frente. Aquella paz calculada, bajo el fin de engañar a una presa lista para ser cazada. Rápidamente trazó un plan en su cabeza, sintiéndose ligeramente de vuelta de Nueva York. Sintió el aire frío despertarla, despabilarla, recordando y moviendo los engranajes en busca de una estrategia que salvara su culo. La familiaridad de la emboscada la descolocó más allá de lo racional.

Ofreciéndole una tensa sonrisa al hombre de ojos increíblemente astutos a su lado, se acercó en un gesto perezoso a su cuerpo, dando la impresión de un coqueteo insinuoso. A los ojos de cualquiera ellos dos eran una pareja que caminaba junta por la calle, ajenos al resto.

Red right hand [ Thomas Sheby- John Shelby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora