❝𝖭𝗂𝗇𝗀𝗎𝗇 𝖺𝗓𝗎𝗅, 𝗇𝗂 𝗌𝗂𝗊𝗎𝗂𝖾𝗋𝖺 𝖾𝗅 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝗂𝖾𝗅𝗈 𝗈 𝖾𝗅 𝗈𝖼𝖾𝖺𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖼𝗈𝗇 𝖾𝗅 𝖽𝖾 𝗍𝗎 𝖼𝗈𝗋𝖺𝗓𝗈𝗇, 𝖲𝗎𝗇❞
𝐘𝐀𝐍𝐆𝐘𝐀𝐍𝐆 ¦ Estaba confiado de que sus planes no podían fallar pero encontrarse con al...
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No es por sonar arrogante pero una parte de mi ya lo sabía, tal vez porque me lo había dicho directamente el otro día que vine a su casa pero aun así apostaba mucho a ello pues no sabía muy bien si lo decía jugando o de verdad. Ahora comprobaba mi teoría y con ello mi corazón parece que dio un vuelco de alegría, era un sentimiento tan extraño y nuevo para mi que parecía casi como si estuviera viviendo en una realidad alterna.
El hecho de que Dongsun sintiera lo mismo aliviaba a mi mente que no dejaba de pensar en que debía dejar de hacerme tantas ideas tontas en mi cabeza de Dongsun cuando eso no llegaría a pasar. Ahora estoy aquí viendo a la chica que me gusta confesarse una vez más y hacerme cuestionarme en que momento me volví un pobre sentimental.
Las palabras se atoraron en mi garganta y cuando estuve por sostener sus manos algo me detuvo abruptamente.
—¡Dongsung-ah! ¡Abre ahora! ¡No hay puertas cerradas mientras mamá y papá no esten!
Las mejillas de la chica, no, su rostro se torno completamente rojo y de un salto se levantó para abrir la puerta casi de golpe. Aquello me sorprendió en un punto que ni sabía cuando había podido hacer todo eso en menos de un minuto, inclusive su hermano estaba con cara de estupefacción pero eso no importo cuando Dongsun le hizo a un lado.
—I-Inspecciona lo que t-tengas que inspeccionar, p-perdedor—habló de manera atropellada y salió de la habitación como un rayo.
Yo por otra parte no podía moverme de mi lugar. Por un momento las cosas se habían tornado completamente distintas a lo que esperaba, justo cuando estaba por decirle algo más su hermano había interrumpido en el momento perfecto.
—Y tu, ¿qué onda?—preguntó saliendo de su trance y de una manera agresiva hacia mi persona.
Negué y el calor subió a mi cara al igual que en la de Dongsun cuando salió corriendo del lugar. Me levanté del suelo y carraspee.
—Ya me iba—avisé pasando a su lado mientras este no dejaba de verme a todo momento.
—Ya lo creo—murmuró con sarcasmo y cuando por fin le di la espalda solté todo el aire en mis pulmones—Aplico para criminologia, hallaré cualquier huella posible que tus manos hayan dejado en el área o Dongsun, ¿entiendes?
—¡Que no soy un pervertido! —alcé la voz encarandole con mucha más vergüenza.
—Eso dijo Tedd Bundy en el tribunal bajo juramento—me miró con ojos entrecerrados—. Te estaré vigilando—señaló sus ojos con sus dedos y después a mi persona.
—Loco—musité girando sobre mis talones y llendo directo hacia las escaleras.
—¡¿Qué dijiste?!
Rodé los ojos y le ignoré, pasé por la sala de nuevo donde aquel pequeño niño estaba con la cabeza metida en el pote de las palomitas dormido en el sofa y al alzar mi vista al segundo piso tan solo vi la mueca de disgusto del pelirrojo a mi persona.