Only You

CAPITULO 3.

ETHAN

--Buenos días, Connor.

--Buenos días, Sargento Miller.

--Hoy te vas a tomar el día libre.

--¿Qué?-- Dejo a medias la flexión que estaba haciendo.

--Lo que oyes, soldado.

--Pero llevo años sin tomar días libres.

--Hoy será la excepción.

--¿Se puede saber por qué?

--Por supuesto. Una chica te está esperando en el jardín. Yo que tú, no me negaría.

--¿Una chica?

De repente, se me ilumina la mente.

--Me niego.

--Es bueno saberlo, pero no me importa. Andando.

¿Pero qué?

--Oye, esto me está dejando de hacer gracia.

--Ah, que te la hacía.

--¿Podrías dejar de vacilarme?

--Me estoy poniendo al mismo nivel que tú.

--¿Te crees que actúo así porque no tengo nada mejor que hacer?

--Sí. Ahora mismo pareces un crío inmaduro.

--Increíble.-- Sonrío incrédulo.

--Mira, Ethan. La salud mental es algo imprescindible en este oficio. ¿Sabes la de despidos que han habido porque los soldados no tenían la cabeza en su sitio?

--Me parece injusto.

--No lo es. Debe de haber el mayor rendimiento posible, y si algo lo impide, hay que tomar represalias.

--Bien, por tanto, ¿me dejas terminar el entreno?

--No.

--¡Eres tú el impedimento aquí!

--Dirígete al jardín.

--Venga ya.

--Te he mencionado los despidos.

--¿Eso es una amenaza?-- Arqueo la ceja.

--Advertencia, mas bien.

Lo miro sin un ápice de alegría y me giro sin despedirme.

--Ya me lo agradecerás.-- Eleva el tono de voz para que lo escuche.

Sin mucha prisa, llego al jardín. La psicóloga (de la cual no me acuerdo el nombre) está sentada en el césped apoyando la espalda en un árbol.

--Hola.

Señor, dame paciencia por favor.

Sus ojos se encuentran con los míos y me da una inmensa sonrisa.

--Buenos días, Ethan. ¿Cómo te has despertado?

--Abriendo los ojos.

--Qué gracioso.

Palmea el suelo para que me siente enfrente de ella y le hago caso.

--Te cité aquí porque la sesión del otro día fue un poco tensa. Creo que si cambiamos de aire, todo irá mejor.

--Muy profesional.

--¿No te parece buena idea?

--La peor de todas.