Capítulo 4:

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Senjuro estaba inquieto, se podía notar por la manera que, entre sueños se movía incontrolablemente, podía sentir la inquietud de su compañero, su enfado, su molestia y su malestar provocando que despertara de manera abrupta.

Chisto de dolor por el repentino movimiento, sus heridas aún estaban frescas, aunque tenía cierta movilidad, imaginaba que la razón era por alguna droga que la fallecida Shinobu había creado para mitigar el dolor y acelerar la curación, pero aun dolían como el carajo.

Con la vista aun nublada, trato inspeccionar su alrededor, se sorprendió a cierta medida, no estaba en las montañas, tirado en la nieve fría, ni a punto de morir observando como a su cachorro lo volvían demonio.

Parpadeo un par de veces cuando su visión se aclaró, sus sentidos tomaron el control y los recuerdos lo asaltaron ¡Su cachorro! ¡Rokuta! ¡¿Dónde estaba Rokuta?!

Su respiración se aceleró y su pulso se disparó, tenia, tenía que buscarlo, con manos temblorosas trato de quitar las sabanas, pero en su desesperación termino enredado en ellas.

— Tranquilo omega Kamado, todo está bien, tu cachorro está bien, Rokuta y tu están a salvo — las palabras se filtraron en su dentro de su estado de pánico, apretando las sabanas, se obligó a tratar de normalizar su respiración, y a disminuir sus palpitaciones cardiacas, si era verdad esas palabras, Rokuta y el estaban a salvo en la sede de los cazadores de demonios, ¿Quién los había salvado? ¿Tanjiro? ¿Su hermano? Eso era lo último que le importaba en esos momentos, solo quería abrazar, oler e impregnar su aroma en su cachorro.

Un sollozo lastimero, salió de sus labios, tratando que las lágrimas no brotaran, cuando Goto le entrego a su cachorro en brazos.

¡Estaba bien! ¡A salvo! Con alivio desbordante junto sus frentes, abrazándolo con fuerza contra su pecho, mientras lágrimas de felicidad humedecían sus sonrojadas mejillas.

En su inocencia Rokuta restregó su mejilla con la de su padre omega, para recoger y dejar su aroma, eso hizo reír al omega, tan adorable e inocente.

— Omega Kamado — la sincera voz de Goto, el kakushi, que Tanjiro tenía más confianza, le hablo con suavidad, evitando que volviera a alterarse.

Senjuro salto de la impresión apretando a su cachorro, sus mejillas se cubrieron de un adorable sonroso, mirando al beta con los ojos llenos de sorpresa.

— Yo no.... nunca...nunca...el omega.... ¡Tanjiro no es mi alfa! — no sabía cómo reaccionar, de verdad lo habían tomado con la guardia baja.

— Eso no es lo que dice el pilar del aliento solar —Senjuro abrió y cerró la boca ante el tono pícaro de Goto.

— No sé lo que les haya dicho, pero hasta donde sé, él nunca me quiso — dolor se filtró entre cada palabra, era verdad Tanjiro nunca lo reclamo como su compañero, esa noche, esa noche maravillosa que había pasado con el alfa, había creído ingenuamente que volvería por fin por él, que por fin lo recocería como su omega, pero los días pasaron y Tanjiro nunca apareció y la marca nunca fue hecha, su decepción al sentirse y verse el cuello fue desgarradora, ni siquiera lo marco, no lo quería, nunca lo quiso.

— Oh — exclamo con cierto desconsuelo — Tanjiro, te estuvo buscando, desesperadamente, hasta se arrodillo delante de su padre pidiéndole que le dijera donde se encontraba, más el señor Rengoku nunca cedió — eso lo tomo mucho más por sorpresa, su padre había sido el más a favor de que se escondiera, sabia de lo que era capaz Tanjiro, sus registros se montaban mucho muy antiguos y tenían una vaga idea de lo que era el berserker, entonces le alfa tenía miedo por su hijo, de que el otro alfa lo lastimara, tan atento y amoroso, Senjuro sabia a ciencia cierta que Tanjiro nunca lo lastimaría, eran compañeros destinados después de todo y los ataba algo más grande.

Hermosa Bestia⌠TanjiSen⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora