Capítulo 3

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Era de mañana cuando el sedante dejó de hacer efecto, por lo que despertó nuevamente, encontrándose sola. Se sentía totalmente vacía. El recuerdo de aquellos hombres la atormentaba y no podía deshacerse de la sensación de sus manos recorriéndola, sentía asco. Gaia miró sus manos y sus brazos, los cuales se encontraban repletas de cicatrices, y los recientes arañazos. Aquellas marcas eran la prueba de que se había rendido ante el grupo terrorista, y el solo pensarlo la hizo sentir miserable.

La joven se puso de pie para ir al baño, necesitaba mirarse al espejo. Cuando estuvo frente a este, su reflejo no le agradó para nada; su mirada se veía perdida y apagada; su rostro estaba con algunos moratones debido a las constantes torturas y por la electricidad que habían recorrido su cuerpo por días. Se pasó la mano por el cabello enmarañado, pero al hacerlo escuchó risas, aquellas que la habían rodeado por demasiado tiempo.

Con el corazón latiéndole demasiado rápido, cerró la puerta del baño

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Con el corazón latiéndole demasiado rápido, cerró la puerta del baño. La ojiazul se quitó aquellas prendas que cubrían su delgado y dolorido cuerpo, encontrando demasiadas marcas, las cuales ella tomaba como muestra de su debilidad. En su cintura yacían marcas de manos, marcas que jamás la abandonarían. De nuevo, el recuerdo de aquellos hombres la asaltó, dejándola sin aliento. Pasó sus manos por la marcas, atrayendo los recuerdos, pero en el momento en que pasó una de sus manos la espalda, sintió una textura rara. Al voltear un poco su cuerpo, alcanzó a ver aquella marca que HYDRA había hecho en ella; llevó sus manos a su boca, evitando así que el grito se escuchara más allá del baño. Lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, y la joven fue presa de la desesperación.

Ver aquella marca la hizo sentir propiedad del grupo terrorista, y no estaba dispuesta a regresar a ese infierno. Su mente comenzó a divagar mientras que el miedo la ahogaba; pensaba que en cualquier momento llegaría Strucker a reclamar lo que era suyo, y tendría que regresar a aquella silla, para pagar su error. Gaia pensaba que si no la reconocían, podría vivir mejor, por lo que buscó en todo el baño algo que la ayudara. En uno de los cajones encontró unas tijeras, con las cuales comenzó a cortar su cabello hasta arriba de sus hombros. Mechones empezaban a caer al suelo, pero el sonido de la perilla girando la tomó por sorpresa. Una de las enfermeras entró al baño, encontrando aquella escena.

La mujer de inmediato tomó las tijeras y las alejó de ella, con el miedo de que cometiera algo peor que cortarse el cabello. La enfermera tomó la bata de la joven y se la colocó, pero el sentir las manos de la mujer sobre ella la asustó, mas se obligó a tranquilizarse, evitando arrojarla con sus poderes. La mujer administró medicamento, pero después se dedicó a intentar arreglar un poco el desastre que la ojiazul se había hecho en el cabello. Gaia tenía que cerrar los ojos para evitar alterarse demasiado, sobre todo porque aquellas voces se escuchaban perfectamente en su mente.

~*~

Después de dos días siendo vigilada por los doctores, la ojiazul por fin dejaba aquella recámara para poder irse a su habitación. Los vengadores se encontraban preocupados por ella, pues había vuelto a recluirse, sin dejar que nadie la mirara, además de que se habían enterado de lo sucedido en el baño. Algo que había ocurrido ambas noches era que la pelinegra tenía pesadillas, las cuales la hacían gritar con el más puro temor, por lo que el capitán tenía que despertarla de inmediato. Durante el día, Natasha de vez en cuando entraba a su cuarto a dejar comida, pero siempre la encontraba mirando un punto fijo del suelo, como en ese momento.

Mystic: Angel FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora