Ross, Sam y Arthur no tardaron nada en llegar a la morgue, pues una de las habilidades de los ángeles caídos era la teletransportación. Aun así, los humanos no están acostumbrados a esos saltos entre lugares, por lo que la pobre bruja sintió unas náuseas terribles, vomitando en una papelera que encontró, por buena suerte. Al menos estaban dentro del edificio y no había ningún policía a la vista.
—Las dos estáis protegidas por mi aura. —explicó Arthur. —Ningún humano puede vernos ni oírnos.
Ross dió un respiro para luego taparse la nariz rápidamente. Creía que la morgue era el lugar más limpio, ya que creía que los médicos debían desinfectarla después de las autopsias.
—Que peste. —se quejó.
—Estamos en un depósito de cadáveres. —dijo Sam. —Rosas es lo último que olerás.
Arthur se tapó la boca para no reírse. Le acaba de decir a la bruja Rosa, que lo último que iba a olor en una morgue eran rosas. "JA JA JA"
—Jajaja menudo juego de palabras.
No pasó ni un minuto cuando Sam comenzó a oír las voces de los fallecidos que había en el lugar. Eran tantas, que sentía que le iba a explotar la cabeza y los oídos. Algunos le pedían ayuda, otros le preguntaban que les había pasado, hasta uno le estaba contando su vida pasada.
—Cielo, ¿Te encuentras bien? —le preguntó la bruja.
—¡¿Qué has dicho?! —al estar oyendo a tantos fantasmas en el mismo sitio, no podía ni oír su propia voz o la de sus amigos.
—¿Qué si te encuentras bien?
—No te esfuerces, con tanto muerto hablando normal que no nos oiga bien. —Arthur sacó una libreta de su chaqueta negra y escribió la pregunta de Rosa, para que Sam la entendiera.
—¡Estoy bien, pero es que los fantasmas son unos pesados! ¡Hablan tan alto que creo que me van a reventar los oídos! —al final la chica miró a su alrededor harta y furiosa. —¡Queréis callaros de una vez! ¡Me voy a quedar sorda!
Un mortal normal pensaría que Sam se había vuelto loca, pero la realidad es que ella estaba conversando con los muertos de la sala. Tan sorprendidos quedaron los fantasmas por su reacción que se quedaron en silencio. Tanto Arthur y Ross pudieron ver que se había quedado a gusto al no oír ni un alma.
—Wow.
—Gracias, mucho mejor. —dijo más calmada. —Ahora de los aquí presentes ¿quién sabe dónde encontrar a un chico llamado Dean Van Tassel? Lo habían traído hace poco, y se había suicidado. —Sam se cayó unos segundos mirando a una esquina. —¿Cómo te llamas? —preguntó al fantasma de una niña rubia. —Hannah, ¿sabes dónde está el cuerpo que busco? —unos segundos después, se volteó a ver a sus amigos. —Me ha dicho que está en la sala del fondo, con los cadáveres que van a ser enterrados. —la chica fue corriendo a la sala dejando a los mayores atrás. Rosa estaba bastante sorprendida, eran muy pocas las veces que había podido ver en acción a Sam.
—Algunas veces pienso que habla sola, pero luego me entero que siempre está hablando con los espíritus. —le explicó Arthur.
—Y luego dice que no tiene amigos, si los hay en la vida y en la muerte.
—Lo malo de eso, es que a veces se pasa más tiempo con los muertos que con los vivos.
Los tres entraron en la sala descrita por el fantasma, hallando tres cadáveres tapados por unas sábanas blancas. Sam cerró los ojos para concentrarse en las voces y no tardó en escuchar la misma que en el apartamento de Adán.
ESTÁS LEYENDO
(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo Oculto
Action"Tener cuidado demonios, porque voy a por vosotros. Puede que acabéis vivos, puede que muertos, pero por mí, podéis iros todos al Infierno." ~⛤~ Adán Fawley e...