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Existen muchas maneras para contactar con el infierno, una más peligrosa que la anterior, pero la más conocida es mediante el hechizo de los espejos. Es similar a una videollamada, con la diferencia de que si rompes el espejo puedes abrir una brecha entre los planos. El proceso es muy simple, se dibuja el símbolo que representa al demonio en el espejo principal, si el demonio acepta aparecerá en como un reflejo, si no quiere hablar el dibujo se borra. Abalám no es de los que les guste colaborar. En las pocas veces que Adán se ha cruzado con algún estropicio suyo, las cosas se complicaron. El lado positivo, es que ese demonio odia a Lilith tanto como su hermanito, por lo que si le pides un favor relacionado con fastidiar a la Reina del Infierno o alguno de sus hijos se puede contar con él. No es muy popular entre los demás príncipes, pero se caracteriza por ser el que tiene más humor, al menos de lo que se puede llamar infierno.

Mastema los llevó a otra sala llena de tapices color rojo, la cual al frente tenía una puerta negra llena de sellos para mantener la magia dentro. Allí era donde guardaba el portal, pues es un hechizo muy poderoso que siempre hay que mantener en aislamiento por precaución. Les pidió que esperaran unos minutos y entró solo en la habitación. En ese momento, el brujo aprovechó para explicar al policía ciertas reglas sobre la comunicación con los demonios y sobre todo sobre Abalám.

—Jeremy, escucha. Hay ciertas reglas que debemos seguir ahí dentro, y son muy importantes. —le explicó serio. —Lo primero es no dejarnos influenciar por Abalám. Es uno de los príncipes del infierno, más concretamente es el Príncipe de la locura, de los más oscuros. Se dedica a volver locos a todos los que lo molestan. Aparece con la figura de una mujer para atraer a los mortales y corromperlos, por lo que te recomiendo no mirarla a los ojos. Hará lo posible por seducirte, pero por suerte tu ama a tu esposa, así que mantén la mente y cordura en su recuerdo.

—Entendido. —dio un suspiro, teniendo en su cabeza el recuerdo del amor que sentía por su mujer.

—Y por favor relájate, que puedo oír tu corazón sonar como un tambor.

No iba a mentir, estaba muy nervioso. Nunca se había enfrentado a nada igual, ni todos sus años como policía le habían preparado para esto. Se sentía indefenso contra esos monstruos, pero tenía que hacerlo por sus hermanos muertos. Así que respiró hondo y trató de calmarse. Justo ahí le vino una duda:

—¿Qué pasa si rompes el espejo?

—Nada grave. —escuchó a Mastema apoyado en la puerta con una copa de vino. —Solo que abres una brecha entre el Infierno y la Tierra, y liberas a los peores demonios que han existido. —la ironía de ese demonio no tenía límites, y la calma de Jeremy desapareció en un segundo. —Está listo. Ya sabéis las reglas, entrarás con él y habláis con Abalám durante unos minutos. Tú, humano, te recomiendo que te mantengas calladito y lo más importante, no-toques-mi-espejo. —Hizo un giro de muñeca y abrió la puerta. —Saluda a tu hermana de mi parte.

Jeremy giró de golpe al verlo como si le hubieran abofeteado en la cara. ¿Acaba de decir que el demonio con el que iban a hablar, el príncipe de la locura es su hermana? ¿Quién era en realidad Adán Fawley? Cuando entraron por fin, el policía pensó que se encontraría un espejo en el medio, pero no. Las paredes, y hasta el techo, eran los espejos. Podía ver infinitos reflejos de él mismo y se preguntaba, ¿cómo aparecería ante ellos el receptor que esperaban? Justo en el espejo del centro de la sala, enfrente de ellos, Mastema había dibujado el símbolo que representaba la locura infernal.

—Recuerda, no la mires a los ojos. —susurró Adán. A los pocos minutos, mirando las paredes de vidrio, una risa elegante y suave resonó en la habitación. Así empezaba, como un susurro en el aire, una sombra sin cuerpo, para posteriormente, aparecer justo tras de ti.

(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora