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Triste, pesimismo, falta de esperanza...

Eso era lo que sentía el grupo al haber permitido que se llevarán a Jeremy. Habían derrotado a todos los manipuladores, sí, pero no habían cumplido su misión. Will se encontraba curando las heridas de Rosa, quien aún estaba algo débil después de su batalla contra Aluca. Sam se hallaba tumbada, con la cabeza en las piernas de Arthur, quien había logrado alviar alguno de sus golpes, y Gaziel estaba de pie, apoyado en la pared mirando al techo.

La bruja usó su magia para aliviar el dolor mientras vendaban su brazo derecho, pero le costaba usar la magia.

—Está roto y esa puñalada casi te atraviesa algún órgano vital. —explicó. —Vas a tener que reposar unos días.

—Estoy bien, en serio. —mintió aguantando el dolor. —Necesito vengarme de esa zorra.

—Will tiene razón. —habló Adán en tono autoritario. Entró en la sala y se agachó a la altura de su compañera sentada —Estás demasiado débil para luchar. Te quedarás como comunicadora mientras nosotros salvamos a Jeremy.

—No puedes mantenerme al margen, no soy una niña.

—Es una orden. —puntualizó. —No estoy dispuesto a perder a una amiga por tu tozudez. Sam se quedará contigo para hacerte compañía.

—¡Oye!

—Sam, ni lo intentes. —le recomendó Arthur. —Tú también has sufrido heridas graves.

—Salgo del infierno y pasa esto. —murmuró Gaziel. —Qué aburrimiento.

Duncan cogió una pelota del cajón y se la lanzó al demonio en la cabeza, por bocazas.


Adán finalizó la conversación marchándose del salón a su habitación, la cual estaba totalmente a oscuras. Allí se quitó el chaleco negro dejando solo su camisa azul y sacó la petaca para beberla toda. Se sentó en el bordillo de su cama, y se tapó los ojos con la mano derecha, pensando en todo lo que había pasado; los Van Tassel, Aluca, Nebiros, Haël y en los recuerdos que había recuperado.

Mierda. Se juró a sí mismo no volver a pensar en esa época, ni tampoco sacar su lado más oscuro, pero Haël tenía razón. Si quería derrotar a un demonio como Nebiros necesitaba usar todo su poder, si eso significaba ganar. Se lo debía por su sacrificio.

Haël...

Al borrar toda su etapa en el Infierno, también borró los momentos felices que pasó con él; como las veces que estaban juntos en la cueva, o cuando le contaba cuentos para dormir.

¿Por qué tuvo que morir para que yo pudiera recordar?

Puede que fuera un demonio, puede que ayudara a Nebiros, puede que hiciera muchas cosas horribles, pero no era malvado. Ahora que se paraba a pensar, lo que le dijo Gaziel en la prisión era verdad. Su odio a los demonios le había cegado tanto que dio por sentado que todos eran malvados. Creyó que todos eran iguales a sus hermanos que le habían torturado durante décadas. La frustración le invadió el pecho, endureció su mandíbula, y lanzó con tanta fuerza la petaca que agrietó un poco la pared. Estaba harto, harto de perder a las personas que le importaban.

Estoy harto de sufrir.

De repente, escuchó la puerta abrirse despacio. Se trataba de Raquel, quien se encontraba parada en la entrada, iluminando la oscura habitación como si de un ángel se tratara. Su ángel... En medio de la desesperación y el sufrimiento de recordar, ella no le abandonó, le ofreció su mano para levantarle de nuevo y pelear.

—No solo era Dean. —habló con la voz calma. —Yo también podía ver.

—Lo sé. —no le sorprendió su respuesta, pues había comprobado de primera mano el poder de deducción del brujo. —Si era tu mellizo es normal que compartieras su habilidad. La diferencia es que él lo aceptó y tú no.

(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora