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Jeremy se encontraba en el cuarto de Dean del psiquiátrico, con el portátil en sus manos y el video de seguridad donde se veía a su hermano tirándose al vacío. No había duda de que se había suicidado, pero algo le decía que no era verdad, que algo andaba mal. Tal vez si le hubiera escuchado, si hubiera ido a verle antes hubiera podido evitarlo. Esos pensamientos le devoraban por dentro, provocando que la culpabilidad a sí mismo aumentara por segundos. Los hermanos mayores eran los encargados de proteger a sus hermanos pequeños, y él además era policía. "Genial, además de ser el peor hermano, también soy un inutil como inspector".

Entonces recordó el día en el que le ingresaron. Puede que uno de los más duros de su vida. Lo había hablado con Hank y Konan, no podían seguir permitiendo que su hermano se volviera inestable, por lo que llamaron al psiquiátrico para que vinieran a recogerle. Raquel y Dean se encontraban en el salón charlando cuando todo pasó. Raquel no comprendía nada y Dean miró los rostros de sus hermanos quienes permanecían en silencio y neutrales.

—Dime que no lo habéis hecho. —habló Dean.

—No nos has dejado más opción, Dean. —habló Hank con autoridad. —Necesitas ayuda.

—Jeremy dime que es una broma. —dijo Raquel, pero al no obtener palabra de su hermano mayor, la chica se puso de pie y se acercó a ellos. —Dean no necesita ir a ese loquero.

—Él ha atacado a dos personas. —habló Konan tratando de ser neutral.

—Fue un accidente, no volverá a suceder.

—¿Hasta cuando? ¿Hasta que mate a alguien? —cuestionó Hank. —Es peligroso.

—¡Es nuestro hermano!

—¡Raquel para!

Luego Dean se levantó quedando al frente de sus cuatro hermanos, o al menos una hermana y tres desconocidos para él. En ese instante, Jeremy supo que Dean estaba tomando una difícil decisión.

—Por favor déjalo. —le pidió a su melliza con los ojos llorosos. —Tienen razón, no estás segura conmigo cerca. No soy bueno...

—No es verdad. —la chica le agarró de los costados de las mejillas. —Podemos solucionarlo, recuerdas, somos una familia.

—Te equivocas. —habló Hank. —No lo somos desde que se metió en toda esa estupidez de ouija, demonios y ángeles.

—Vete a la mierda Hank.

—Raquel...—antes de que Konan pudiera decir nada, Raquel la interrumpió enfadada.

—¡Y tú no le defiendas Kony, que se defienda el doctor solito! —gritó a su hermana señalando. Su última oportunidad era el hombre que se mantuvo callado en todo momento y a quien ahora fulminaba con la mirada. —¿Algo que decir Jer? —Fue ahí cuando cometió el mayor error de su vida.

—Lo siento. —habló por fin —Apoyo a Hank y Konan. —respondió sin mirarla. —Es lo mejor para él.

—Tranquila Riki. —dijo en voz baja. —Si ellos piensan que lo mejor para mí es estar encerrado... que así sea.

Raquel negaba la cabeza, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Los dos hombres le cogieron de los brazos y se dispusieron a sacarlo de la casa, pero antes Dean cruzó la mirada con su hermano mayor unos breves segundos, los cuales fueron como varias puñaladas en su corazón.

—Jeremy, no puedes dejar que se lo lleven. —suplicaba Raquel mientras veía como se lo llevaban. —Dean es nuestro hermano... ¡Es nuestro hermano! —la abrazó mientras ella se derrumbaba en sus brazos, viendo desde la ventana como subían a Dean a un camión directo al psiquiátrico.

(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora