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Rosa estaba en problemas. Puede que Aluca fuera una súcubo, pero también era un demonio poderoso y temible, solo había que ver los golpes que la había propinado y los cortes por  sus brazos. Se escondía entre las sombras y lanzaba ataques por la espalda, no tenía ningún honor. Puede que su táctica fuera cobarde, pero a los demonios poco les importaba el honor, solo ganar.

—¿No piensas salir? —la retó Rosa. —¿Qué tanto miedo me tienes?

Cuando quiso darse cuenta Aluca ya estaba detrás suyo.

—Creo que quien debería tener miedo eres tú. —Intentó dispararle pero para el demonio, ella se movía a cámara lenta. La agarró del brazo y comenzó a golpearla hasta tirarla al suelo.

—Y yo pensando que me iba a divertir contigo. —pisó con tanta fuerza el brazo de Rosa que se lo rompió. La bruja gritó por el dolor aguantando las lágrimas. —Eres aburrida. —dijo con desdén, para seguidamente apuñalar a Rosa en una esquina de la cadera. No volvió a gritar sino que se mordió el labio para no darle el placer de verla sufrir. Aluca la agarró del pelo, y Rosa aprovechó para escupirla en el ojo.

—Tú eres una zorra. —la soltó.

Aluca la estampó contra la pared provocando que escupiera sangre, y la herida de su costado se abriera más. Antes de que pudiera levantarse, la agarraron del cuello con la intención de ahorcarla o al menos partirla.

—Creo que ya es hora de acabar. —comentó. —Puede que nos volvamos a ver, pero eso será en otra vida. Hasta la vista. —Sin embargo, Gaziel apareció con su forma de perro mordiendo el brazo de Aluca para que soltara a Rosa.

—Pulgoso insolente...

—Y a mucha honra. —le gritó. —Pero ahora me largo de aquí.

El demonio se convirtió en una sombra y se alejó junto con Rosa de la súcubo. Gaziel regresó a su forma humana, y se acercó a Rosa quien estaba mal herida y debilitada.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó con algo de preocupación.

Ella cerró los ojos por el dolor y asintió.

—En casa podré curarme, pero me temo que tendrás que ocuparte de mí. —dijo antes de desmayarse.

—Que fastidio.

Will y Duncan disparan a la criatura con todo lo que tenía, pero herida que le hacía, herida que se regenera. Las balas no funcionaban con él.

—Tenemos que encontrar su punto débil.

—La mierda es que no conocemos nada de este tipo.

Demogorgon. —le llamó por telepatía Aluca. —Líbrate de ellos y ayúdame a encontrar a los Van Tassel.

—Veo que no podré jugar más con vosotros. —dijo con esa voz siniestra y espeluznante.

El demonio estiró su brazos y de sus dedos y sus uñas, largas como lanzas, se estiraron hasta tan rápido que acabaron en los hombros de los chicos y los colgó en la pared.

—¡Ah! ¡Mierda! —gritaron ambos. El Demogorgon solo tuvo que romperse las uñas y dejarlos ahí inmóviles.

—¡Vuelve aquí, cobarde! —le gritó Duncan.

Will trató de arrancarse la garra, pero estaba muy bien incrustada y cada vez que la movía le dolía más.

—Joder... ¿A qué vino esa prisa?

Solo había una única razón por la que el monstruo les dejaría ahí olvidados para irse. Iban a por Jeremy y Raquel, pero lo que más asustó a Duncan era la persona que se hallaba cuidado al primero.

(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora