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Una vez llegaron al psiquiátrico con rapidez gracias a Gaziel y Arthur, aunque el caído se sentía algo débil por usar lo que le quedaba de su poder angelical. Ya en la habitación de Dean, el demonio se puso a observar el lugar con atención, analizando las esquinas, buscando algún rastro.

—Aluca es una sádica y astuta. —les explicó. —Lo más probable es que se pasó por una enfermera para entrar sin ser vista o que sedujera a los doctores para poder pasar.

—¿De qué la conoces? —le preguntó Will cortante.

—Una fiesta, uno de los mejores polvos de mi vida.

Rosa cerró los ojos y agitó las manos.

—No detalles, por favor, solo dinos. ¿La hueles o no?

—Aún no. —dijo toqueteando las cosas de Dean.

Raquel se encontraba apoyada en la pared con los brazos cruzados. Estar en el lugar donde murió su mellizo era insoportable.

—Esa Aluca... —comenzó a hablar llamando la atención. —¿Qué les hizo a mis hermanos? —Todos se giraron a verla con pena en los ojos, salvo Gaziel que se mantenía neutral.

—Según me habéis dicho, se tiró desde la azotea. —recalcó tocando con el dedo todo lo de la habitación. —Me recuerda mucho a un suceso en 1678. Veréis, hace unos años, Aluca provocó que un granjero se tirara con su familia por un acantilado, porque le dijo que todos sus males eran por estar dentro de una pesadilla. La cosecha no crecía, los ganados morían, el agua ya no era potable...—explicó. —Y además, le dijo que esa era la causa de las alucinaciones de su enfermiza esposa.

—Ya no distinguían lo que era real o no. —comprendió Jeremy.

—Aluca se aprovechó de esa debilidad y les engañó para que se suicidaran. Les hizo creer que su realidad era solo un mal sueño. ¿Quién sabe cuál es la mejor forma de despertar?

—Muriendo en él. —respondió Duncan. —Hay otros métodos, pero el más certero es cuando mueres.

—Probablemente le dijo a tu hermano que todo lo que le estaba pasando era producto de su imaginación y que si se tiraba del edificio despertaría y volvería a su realidad feliz. Sabía que le tomaban por loco así que sacó provecho de ello para manipularlo.

No pudo soportarlo más. Sus ojos no paraban de arder, y se estaba ahogando mientras se la contraía el pecho. Era como si estuviera sintiendo en aquel instante todo el dolor y la desesperación de su mellizo. Se fue corriendo de la habitación, buscando algún lugar donde poder respirar. Jeremy quiso seguirla, pero fue detenido por el brazo de Adán.

—Déjame hablar con ella.

—Necesita a su hermano.

—Necesita desahogarse, y verte solo la hará recordar que sois el blanco de unos demonios.

El policía miró en sus ojos y entendió que tal vez una cara familiar no ayudaría a su hermana. De mala gana le dejó el camino despejado al brujo para que pudiera seguirla. Siguió el sonido de los pasos de la chica por los pasillos y llegó a las escaleras.

En la azotea, Raquel observaba su ciudad mientras era besada por la suave brisa de verano. Al mismo tiempo, se preguntaba si su hermano sufrió durante el tiempo que estuvo en ese lugar, y que si una parte de la culpa fuera suya.

—Debo admitir que las vistas son bonitas. —dijo una voz tras ella.

Adán se colocó a su lado observando el cielo azul oscuro, adornado por las nubes.

—Adán, dime la verdad. —dijo con la voz ahogada. —¿Ha sido mi culpa? ¿Crees que Aluca pudo influir en Dean con facilidad porque yo le dejé solo aquí? —El brujo se acercó a ella quedando justo detrás.

(1) El Lilim #Saga Guardianes de lo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora