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Diciembre 1 semana - jueves.

Todavía estaba bastante molesto por lo que había hecho su compañero de un año superior, no entendía por qué le había levantado la remera con tal indiscreción y frente a todos sus compañeros, más de una vez recibió una pequeña mofa por parte de algunos conocidos, haciendo que pasase vergüenza. 

Tomó aire profundamente, colocándose la careta del traje de esgrima preparado para practicar con sus adversarios y así mejorar; sin embargo, cuando vio al fondo del salón no pudo evitar sorprenderse al toparse con el responsable de su molestia, ahí estaba Nightmare mirando atentamente un libro, no se esperaba que a pesar del golpe que le dio le seguiría visitando. 

Intentó ignorarle por el resto de la clase, pero más de una vez se sintió nervioso por percibir más de una mirada sobre él mientras participaba, por más que sabía que era el azabache al dedicarle mirada lo encontraba todavía leyendo. Únicamente al terminar se acercó sin siquiera cambiarse todavía, elevando un pie para sostenerse en el banco a un lado del mayor.

– ¿Por qué estás aquí? –Preguntó directamente, recibiendo la mirada fría e indiferente adversa, ya estaba acostumbrado a esa expresión pues es la que siempre tenía en su rostro al hablar.

– Está bien que me prohíbas violar tu espacio personal, pero no que esté en el gimnasio, esta no es tu escuela. 

Esas fueron sus palabras, cerrando el libro como si fuese su declaración final. Cross bufó, bajando el pie y quitándose la careta para poder respirar el aire puro y gélido del lugar, se pasó la mano al cabello, peinándolo.

– Tienes un punto en eso, pero... 

– No vengo a pelear, Cross. –Interrumpió, Nightmare se levantó imponiendo su aura dominante, aunque era algo natural en él y al menos Cross empezaba a resistirla– Vine a arrebatar tu tiempo para ir a la plaza.

Eso había sacado de las casillas al de cabello bicolor, era como si la cachetada no hubiese existido pues no podía encontrar el contexto. Tragó saliva, avergonzándose por la única razón lógica que encontró.

– ¿Me estás invitando a salir...?

– Míralo como quieras.

– Eh... déjame cambiarme primero.

Su mente se convirtió en un caos, rápidamente se fue a cambiarse y a zancadas buscó sus cosas para volver en menos de cinco minutos, cuando llegó Nightmare guardó su libro en la mochila y juntos caminaron hasta la salida, una vez allá Cross le siguió el paso, mirando los pies contrarios para guiarse, parecía que iban a ir al lago que estaba detrás de la escuela. 

– ¿Me dejas tocarte? –Fue la pregunta que le hizo respingar, estaba tan inmerso en el silencio que no se esperó tal cosa; alzó la cabeza, Nightmare le miraba fijamente, era imposible saber qué pensaba.

– Depende de dónde. –Respondió.

– Tu cara.

– Supongo que sí, no creo que debas preguntar eso.

Él ladeó la cabeza, deteniendo su paso a la entrada de los senderos que rodeaban el lago congelado, allí este alzó su mano hasta la mejilla, pasando sus dedos fríos al no tener guantes puestos. Cerró los ojos, no entendía qué hacía, seguramente estaba buscando aspectos raros por cómo habían acordado hace unas semanas, empero no se sentía mal, era bastante delicado al deslizar sus yemas. 

Entonces, un sentimiento de culpa llegó, había hecho mal darle tal cachetada ese día, pudieron conversarlo y no discutido, era como si el destino de ambos era solo pelear y nunca ser amigos. Eso quería, quería que hubiera amistad entre ellos, pues a pesar del tiempo que se conocían, parecía que Nightmare apenas lo soportaba y hacía esto por cortesía.

– Perdón por golpearte hace dos días. –Confesó, sin abrir los ojos, aunque los dedos de su compañero se detuvieron al hablar.

– Te habías ganado mi odio momentáneamente, pero...

Un apretón fue lo que vino, uno justamente en su mejilla provocando un dolor no fuerte pero capaz de hacerle quejarse. 

– ¡Hey! ¡Duele--!

Ahí Nightmare le soltó, esbozando una sonrisa ladina y con llena de maldad.

– Ya estamos a mano.

Se sobó la zona afectada, no pudo contestarle pues él siguió caminando directo al lago. Al llegar se dio cuenta de las verdaderas intenciones del pelinegro, ya que pudo ver a Error con un par de patines en sus manos y con una cara de pocos amigos.

– ¡Les estuve esperando hace más de media hora! ¡Ya era hora! –Al estar lo suficientemente cerca, estiró los patines de sus manos– ¡Toma, Cross!

El aludido recibió el calzado, parpadeando todavía fuera de sí; miró de soslayo a Nightmare, pero este se había alejado al banco cercano y vuelto a sacar su libro. Suspiró, no iba a rechazar una competencia con el moreno, le sonrió determinado.

– ¡Te volveré a ganar como la otra vez!

– ¡Ni en tus sueños!

NATURAL | BLANCO Y NEGRO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora