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Febrero 2 semanas - lunes.

La música que sonaba de los parlantes era su favorita, tenía una gran lista de reproducción y siempre aprovechaba los momentos de soledad para escucharla con más volumen del usual. Estaba bastante relajado recostado sobre su sofá, al final tal como había predicho, tuvo que faltar a la escuela para poder reponerse de su reciente esguince. Al principio no le había gustado esa idea pero la tuvo que aceptar a regañadientes, como se había caído el viernes tenía todo el fin de semana para descansar, pronto regresaría a la escuela. 

Su tranquilidad se perturbó al escuchar el timbre de su casa, al principio temió que fuera algún vecino molesto por la música por lo que apresuradamente bajó el volumen, sentándose con cuidado de no hacer un mal movimiento. El timbre volvió a sonar, parecía que sus acciones no fueron suficientes por lo que tomando sus muletas se levantó hasta la entrada.

Se sorprendió por completo al ver a Nightmare al otro lado de la puerta, abriendo la misma para mostrarse frente a él. En la mañana le había avisado que no podía ir a la escuela debido a que tenía un esguince, que si quería posponían la junta que tendrían, al proponer eso el mayor le había dejado de responder. 

No pensaba que de todas formas vendría.

— Hey... —Saludó nervioso, se sentía acobardado por la mirada adversa yendo de arriba hasta abajo sobre sí, topándose con su pie cubierto de varias capas de vendas de tela. 

— Eres un tarado por no contarme lo que te pasó. 

Ese regaño le hizo encogerse de hombros, el fin de semana apenas había hablado con el mayor porque no quería que se preocupara mientras trabajaba, por eso había marcado una distancia momentánea. Se hizo a un lado para dejarle pasar, estaba nevando.

— Lo siento, no quería que te preocuparas, ¿Error te lo contó?

— Se le notaba en la cara que algo pasaba cuando te mencioné.

— Yo le pedí que no te contase. 

— Hah... Igual le tiré un libro al rostro.

Nightmare dejó su mochila al costado del sofá, sentándose en este; su expresión denotaba su molestia pues su ceño estaba más fruncido de lo usual. Cross se quedó de pie, manteniendo su pie lastimado en el aire para no tener que estar sujeto a las muletas, guardó silencio mientras pensaba cómo podía apaciguar su fastidio, hasta que una idea vino en su cabeza.

— Espérame. —Pidió.

Cojeando como tonto fue hasta la cocina donde sacó un cheesecake de frambuesa, como pudo intentó sacar los platos y los cubiertos empero ante todo el ruido que estaba produciendo no tardó el mayor en entrar a la cocina topándose con la sorpresa.

Miró de soslayo su confusión y sin decir palabra tomó todas las cosas en claro gesto de que él llevaría los servicios hasta el comedor, Cross sonrió apenado y juntos fueron a la mesa de vidrio que tenían para comer. Cuando el de cabello negro como la noche dejó las cosas bien ordenadas separó la silla de la mesa para que el menor se sentase.

El silencio de todo ese momento lo tenía preso del miedo, no quería ser regañado otra vez, así que tratando de escaparse de las quejas, se sobó el pelo.

— Dijiste ese día que te sorprendiera, así que pruébalo, por favor. 

Fue en ese momento donde Nightmare, todavía de pie, se acercó para agarrar la mejilla del menor y tironear sin mucha fuerza, usando un tono molesto con una mezcla de preocupación, Cross ni tuvo tiempo de protestar por escucharle de esa forma tan distinta.

— ¿En serio hiciste esto incluso con tu pie lastimado?

— Me gusta cocinar...

— Deberías cuidarte, idiota. 

Abultó los labios, asintiendo lentamente mientras que el apretón iba desapareciendo para terminar siendo una suave caricia en su mejilla. Nightmare se sentó a su lado, tomando una pequeña porción para darle un bocado, después de tragar, resopló, mirando más estoico el pastel.

— Gracias. 

Un gran suspiro de alivio salió de su boca, estaba contento de que, a pesar de toda la preocupación que tuvo, fuese bien recibido su gesto. Dejó caer su frente en el hombro adverso, ganando que la mano del mayor cayera sobre su cabello. Esta vez sabía que no curioseaba sus hebras, sabía que eran caricias sobre su cabeza, era la mejor sensación de todas.

NATURAL | BLANCO Y NEGRO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora