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Me gustaba dar regalos a las personas, ver sus caras de alegría al abrirlos, incluso, me ponía ansiosa al hacerlos o comprarlos, a tal punto de arruinar y estropear las sorpresas porque no podía cerrar mi bocota

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Me gustaba dar regalos a las personas, ver sus caras de alegría al abrirlos, incluso, me ponía ansiosa al hacerlos o comprarlos, a tal punto de arruinar y estropear las sorpresas porque no podía cerrar mi bocota.

En fin, hacer regalos me emocionaba y me era fácil descifrar a las personas para darles el regalo perfecto, pero justo ahora me costaba trabajo encontrar algún regalo para ojitos bonitos . Ya tenía el regalo del santa sorpresa que organizaron los chicos entre nosotros, afortunadamente me tocó Nath y era un poco fácil escoger.

Me separé discretamente de Juan Pablo, tratando de buscar algo qué regalarle, entré a una tienda de música, pero realmente no había algo que pudiera regalarle.
Volví a encontrarme con Villa, en el mismo sitio donde lo dejé, él ni siquiera se dio cuenta de mi ausencia porque estaba embobado en la tienda de fútbol.

Villa compró algunas cosas y después salimos de la tienda, para irnos a casa de sus padres. Yo estaba un poco desanimada porque logré conseguir regalos para todos, menos para ojitos bonitos y faltaban solo dos días para noche buena.

Juan Pablo subió a la habitación a dejar las compras, mientras yo me mortifiqué pensando qué regalarle. Decidí pedirle ayuda a Clemencia, su madre.

-Clemencia-la llamé tímidamente, aún me daba pena.

-¿Qué sucede, Alex?-preguntó amable.

-No quiero parecer boba, pero, no sé qué regalarle a Villa-admití con pena.

-Alex, cualquier cosa que le des, le va a encantar-respondió sonriendo con ternura-. Aunque, como ya sabes a Juan le encanta comer-ambas reímos-. Podrías hacerle su pastel favorito, hace mucho no lo come y seguro le va a gustar.

-Es que... yo no sé cocinar-admití sonrojandome.

-No te preocupes, cariño. Yo puedo ayudarte y darte instrucciones para que lo hagas-respondió con un leve tono maternal.

-Eso sería estupendo-dije.

-Bien. Ya no te mortifiques, compraré lo necesario para el pastel.

Villa entró sonriente a la cocina y me abrazó por los hombros. Lo miré raro y su sonrisa se ensanchó.

-¿Qué te sucede?-pregunté.

-¿Adivina qué?-respondió con otra pregunta y jalando mi mejilla derecha.

-¿Qué?-quité su mano.

-Vamos a salir hoy a un lugar-dijo sonriendo.

-¿A dónde?

-Sorpresa-respondió-. Te espero afuera.

-Villamil, pero...

Me ignoró y salió de la cocina, haciendo reír a su mamá. Me despedí de Clemencia y alcancé al ojiverde, Villa me abrió la puerta del copiloto y en cuanto él se subió al auto, aceleró conduciéndonos por quién sabe dónde. La sorpresa cruzó mi rostro cuando puso música de Louis Tomlinson en el vehículo, lo miré con una ceja enarcada.

la última vez | j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora