VILLA—¿Cómo puedo decirle a Alex que me gusta?—pregunté de repente.
Isaza dejó de tocar el piano abruptamente, Simón casi se atragantó con el agua que bebía y Martín dejó caer por accidente una baqueta. Los tres me miraban como si me hubieran salido cien mil cabezas, aunque no los culpaba. Solía ser demasiado cerrado y cauteloso con mis sentimientos, además era un asco ligando. Seguro era una novedad escucharme decir aquello, pero estaba muy dispuesto a confesarle a la rubia que me gustaba.
Algo había aprendido a través de los años: dejar de reprimir sentimientos y actuar, la vida no se trata de ser solo un espectador aunque se esté más feliz siéndolo. También entendí que uno debe ser cuidadoso con las palabras que dice y aún más con las que no se dice. Las palabras tienen un poder que trasciende y es nuestro deber saber usarlas adecuadamente.
—¿Se golpeó la cabeza, papo?—preguntó Isaza alzando una ceja, lo que me hizo rodar los ojos.
—No. Solo he decidido que tal vez quiero arriesgarme un poquito—dije—. Las cosas no me van a llover del cielo y la chica que me gusta no estará conmigo si yo me quedo como idiota de brazos cruzados sin hacer nada. Para que las cosas buenas sucedan, uno debe actuar.
—Debo admitir que el papo filosófico me agrada—dijo Martín provocando algunas risas.
—No es por desanimarlo pero si la tiene bastante difícil—dijo Simón—. Alex no es de tener relaciones formales y es todo un riesgo confesarselo.
—Creo que estoy dispuesto a tomar ese riesgo—me encogí de hombros.
—Realmente lo trae tragadito, ¿Eh?—se rió Isaza.
—No. Aún no llego a ese nivel. No me siento enamorado de Alex. El amor se construye todos los días como si fuera un edificio, creo que apenas estoy comenzando con los cimientos, aunque debo confesarles que me gustaría llegar al pico de ese edificio.
—Vaya—musitó asombrado Martín.
Después de mi última relación me dije a mí mismo que no quería volver a enamorarme de alguien más, aunque por supuesto sabía que jurarlo sería una tontería, porque nadie sabe el futuro, algunas veces podemos estar tan deprimidos porque alguien que amábamos de fue de nuestras vidas y podemos pensar que el amor o el rumbo terminó, pero dentro de seis meses, un año o cinco, recuerdas ese episodio con nostalgia y una sonrisa, porque el sufrimiento no es para siempre y de cierta manera entiendes con cada relación que tienes, que algunas personas deben entrar a tu vida solo para dejarte lecciones, no para quedarse y cuando se van tú mismo decides si quieres aprenderlas o ignorarlas.
La gente está hecha de partículas de otras personas; por ejemplo, alguien puede ser fan de una banda justo porque la persona que amó le enseñó esa banda, o bien, puede odiarla porque le recuerda a ese que le mostró sus gustos musicales, o también, una persona puede adoptar una palabra que usaba demasiado alguien que pasó por su vida y en el más extremo de los casos, alguien puede actuar con demasiada cautela ante la posibilidad de abrirse con otro ser humano, porque anteriormente alguien le enseñó a la mala que no se podía confiar en todos.
ESTÁS LEYENDO
la última vez | j.p. villamil
FanfictionPara enamorarse sólo se necesita un contrato.