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Por primera vez en la vida le obedecí a alguien, no porque quisiera hacerlo sino porque debía o mi carrera se iba a la basura

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Por primera vez en la vida le obedecí a alguien, no porque quisiera hacerlo sino porque debía o mi carrera se iba a la basura.
Llevaba encerrada en mi casa varios días en lo que esperaba que iniciara la gira de Morat por México.

Sabía que no era lo mejor ponerme a revisar las redes sociales, sin embargo, lo hice. Tomé mi teléfono y luego de desbloquearlo me metí a Twitter, dándome cuenta que aún después de varios días la gente seguía hablando de esa estúpida foto en la que parecía que estaba besándome con Yatra.
Mi último tweet estaba lleno de insultos e incluso la gente creó una tendencia en la que me llamaban perra.
Normalmente me daba igual lo que la gente dijera de mí, pero esta vez no era así, me estaba importando demasiado todos esos tweets horribles que estaban dejándome.

Antes de que pudiera seguir hundiéndome en el odio de Twitter, Sebastián entró repentinamente a mi habitación. Si hubiese sido otra persona la que hizo eso tal vez lo hubiera golpeado, pero mi mejor amigo tenía esa costumbre y confianza de hacerlo.

—¿Aún no te has vestido?—fue lo primero que dijo—. Güera, tienes que cambiarte porque no creo que quieras ir al auditorio nacional con pijama de aguacates y pantuflas de gatitos.

Bufé y en lugar de hacerle caso, me tiré encima el edredón, Sebastián se las arregló para arrancarme las cobijas de encima.

—¡Oye!—me quejé y a mi lado Simba maulló como dándome la razón.

—Levántate, Leticia—dijo—. Sé que ahora mismo odias a todo el mundo, pero si no queremos seguir cagando tu carrera debes bañarte e ir al concierto.

Él se fue antes de que pudiera replicar, me llevé un brazo a la cabeza y miré por varios segundos el techo como si fuera lo más impresionante del mundo.

—Ojalá pudiera quedarme viendo "This is us" y llorar por One Direction, sin afrontar la vida adulta—me quejé—. ¿Por qué no puedo ser tú?—le dije a Simba ganandome una mirada desinteresada—. No me ignores cuando te cuento mis problemas.

Simba se lamió una de sus patitas ignorandome. Estar tanto tiempo encerrada ya me había trastornado, al punto de hablar con mi gato.
Me levanté de la cama, sin muchos ánimos, aún estaban clavadas en mi mente los insultos y palabras groseras que leí en Twitter.

Luego de una ducha rápida, me puse unos jeans y una sudadera de la nueva línea de merch de Morat y unos tenis. Apliqué rimel en mis pestañas y gloss en los labios, ni siquiera me sequé el cabello, me daba igual verme como perro mojado, de todos modos así me sentía.
Volví a tirarme en la cama, para hacer tiempo y vi algunas entrevistas pendientes de Louis Tomlinson.

—¿Sigues acostadota, Leticia?—Sebastián entró a mi habitación de repente.

—¿Sigues entrando así a MI habitación? En serio, las ganas de echarte de mi casa son cada día más grandes—rodeé los ojos.

la última vez | j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora