xiv.

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—Entonces se perdieron en el bosque, solitos... qué romántico—dijo Martín.

Le bufé por milésima vez irritada y luego le lancé una ramita pequeña a la cara.

—¿Usted nunca se calla Marto?—soltó Villa enojado.

—Aww, se defienden—dijo esta vez Nath.

Villa y yo miramos mal a la pelirroja. Y es que desde que por fin pudimos llegar a donde estaban nuestros amigos, no habían parado de hacernos bromas y burlas con doble sentido. Juan Pablo y yo obviamente omitimos el detalle de que tuvimos que dormir en ropa interior porque nos mojamos.

—Es increíble que solo les hayamos encargado algo de leña y se perdieron—negó con la cabeza Simón.

—La palabra "inútil" en todo su esplendor—dijo Isaza riéndose.

—¡Eh!—gritamos Villa y yo al unísono con el ceño fruncido.

—Fue culpa de Villa—dije.

—Eso no es cierto, fue culpa del mapa todo borroso.

—¿No que eras experto acampando aquí?—alcé una ceja y él se encogió de hombros—. Típico de virgo—murmuré y Nath junto a Laura se rieron.

—Alex, los signos zodiacales no definen la personalidad de la gente—dijo Villamil rodando los ojos—. El horóscopo no existe.

—Y eso, amigo, es justo lo que diría un virgo—Villamil volvió a torcer los ojos, pero esta vez no replicó.

Como ya era de día, nos pusimos a preparar el desayuno y cuando digo que nos pusimos, me refiero a que yo me fui a cambiar a los baños con los que contaba el parque mientras los demás hacían todo. El desayuno fue sencillo, eran sándwiches y bocadillos que luego asaríamos en el fuego.

—¿Y qué hicieron tú y Villa, amiga?

—Nada, Nath—respondí rodando los ojos.

—¿Cómo que nada? Estuvieron solos—movió las cejas exageradamente.

—Nathalia, estuvimos solos porque el idiota nos perdió—le respondí fastidiada—. No pasó nada.

No planeaba contarle que nos tuvimos que dormir en ropa interior, porque seguro la pelirroja se haría una película donde no había nada.

—Bueno, pues mal aprovecharon la oportunidad—dijo y la ignoré concentrada en mi sándwich.

—¡Dense prisa, dense prisa!—comenzó a gritar Isaza.

—¿Y ahora a usted qué le pasa?—preguntó Laura.

—Les tengo un juego.

—Ay no—se quejó Villamil.

la última vez | j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora