capítulo 1

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Capitulo 1 ( editado)




Mi nombre es Sabina Zane, tengo 26 años y soy graduada en Derecho. Siempre me han fascinado las leyes por su claridad y estructura. Aunque sabía que la carrera era peligrosa, enfrentarlo en la práctica es una experiencia totalmente diferente.

Hoy es mi primer caso como abogada defensora, y aunque no me entusiasma representar al acusado, sé que este caso podría ser mi oportunidad para ganar reconocimiento. No puedo permitirme cometer errores.

Me senté frente a la mesa, donde un joven de unos veintitantos años, con cabello castaño, piel trigueña y ojos cafés, me observaba con una sonrisa. Tomé su expediente.

"Alessandro Diñack, 22 años, nacionalidad italiana. Llegaste aquí hace tres años y ahora has causado un accidente que resultó en la muerte de una persona," leí del expediente mientras él me miraba fijamente. "¿Estabas borracho o drogado?"

"No bebí nada ni me drogué, se lo prometo," respondió con la voz quebrada. "Él salió de la nada."

"Te seré sincera, no me interesa ayudarte si el problema fue tu culpa," le dije con firmeza. "Pero ya que me has dicho que no fue así, te creeré. Veré si puedo conseguir que acepten una fianza para que salgas."

"Muchas gracias, señorita Zane," dijo sonriendo. Me iba a ir, pero me detuvo. "Mi tío estará presente en el juicio. Espero que lo hagas bien."

"Está bien, te veré más tarde." Al salir de la habitación, saludé al oficial de guardia y me dirigí a mi auto. Encontré una multa en el parabrisas y miré a mi alrededor, maldiciendo.

Tomé el papel y me subí al auto. Al llegar a la oficina, encontré a algunas compañeras murmurando, pero se callaron al notar mi presencia. Ignoré sus miradas y entré a la oficina del jefe.

"¡Jefe!" exclamé, sobresaltándolo y haciendo que riera un poco.

"¡Yo no hice nada!" respondió levantando las manos en señal de rendición, lo que me hizo reír aún más. "Algún día me darás un infarto. ¿Qué pasó?"

"El italiano miente," dije sin rodeos. "No lo quiero como cliente, dáselo a alguien más, por favor."

Me miró sorprendido y molesto. "¿Cómo sabes que miente?"

"Sé que iba drogado, y aunque el acompañante del hombre fallecido estaba ebrio, declaró haber visto una camioneta blanca, no un deportivo azul," le expliqué, mostrando los papeles. "Pienso que está escondiendo algo. De no ser así, ¿por qué cambiar el auto?"

"Entiendo, pero la familia de este cliente es muy importante para esta firma," dijo en un tono muy serio. "No puedes dejarlo tan fácilmente."

"Está bien," respondí, lo que lo hizo sonreír satisfecho, pero su sonrisa desapareció con lo que dije después. "Me disculpo desde ahora si pierdo este caso."

Salí de la oficina un poco molesta. Si esa persona es culpable, debe pagar por sus actos. Esa es la ley y la razón por la que decidí estudiar Derecho: para asegurarme de que los corruptos caigan. Esa es mi promesa.

Después de terminar todo mi papeleo, salí para ir a casa. Al llegar a mi auto, encontré otra multa. Maldije en mi interior, tomé el papel y, al abrir la puerta, alguien me sujetó por detrás y puso un pañuelo en mi rostro. Intenté luchar, pero todo se volvió negro.

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Gracias por leer. Espero sus opiniones para saber si les gustó o si los decepcioné.

No olviden comentar y darme un voto.

entre la ley y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora