Capitulo X

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holii este capitulo es un pov Camille hace años haber si les gusta.





Había un señor en traje de espaldas a mí, probablemente esperando a que
le entregaran su pedido ya que aparte de ser una biblioteca cuenta con su cafetería, me posicionó detrás de él para esperar mi turno.

Miró a si derecha porque me sentía observada y me encontró con los ojos de un chico, que parecía de dieciocho años. Él le sonrió y ella me puso roja, antes de rápidamente apartar la vista. Pero se choque abruptamente con algo y de inmediato sentí el líquido frío derramarse sobre mí.

- ¡Diablos! –murmure, entre dientes. Al menos no era café caliente. De haberlo sido, la situación habría sido
mucho peor.

-Lo lamento -escuche

Y fue como si el mundo se hubiera detenido por un momento, para hacer
más sonora aquella voz. Grave y tan... sexy. sentí mi corazón acelerarse rápidamente en mi pecho, incluso antes de haber levantado la vista
para poder observar a quien le pertenecía la voz. Y cuando lo hice, me dio cuenta de que aquel señor de traje no era en realidad un señor. Era más bien muy joven, tenía el cabello negro, oscuro como la noche, perfectamente arreglado y unos ojos verdes que parecieron poder ver a través de mí. Y era alto, bastante, probablemente un metro noventa y tantos, quizás hasta metro noventa y cinco, pero no estaba del todo segura.

Cualquier palabra que hubiera estado por salir de mi boca, nunca salió, pues me quedó completamente ensimismada.

Trague saliva, repentinamente nerviosa.

-Yo no... –intentó decir, pero no parecía poder formular una sola palabra correcta-. No importa... es... –volví a intentar, pero nada salía.

¿
Desde cuándo me afectaba tanto la presencia de un chico? Es decir,

siempre había sido bastante tímida, pero no hasta aquel punto.

Él alzo una ceja, luciendo ligeramente divertido.

-Hum... de acuerdo -dijo, una sonrisa apareciendo en su rostro y dejando ver unos increíblemente blancos y perfectos dientes-. Espera, conseguiré
servilletas –agregó y se dio la vuelta para pedirle servilletas a la señorita que estaba atendiendo Pareció pasar completamente desapercibido para él el hecho de que ella estaba comiéndoselo con los ojos.
Se giró hacia mí y melas tendió

-. Será mejor que te limpies –comentó-. Me parece que empieza a traslucirse -continuó, una sonrisa burlona apareció en su rostro y causó que me pusiera roja, pero sentí que me enfadaba. ¿Se estaba burlando de
mi?

-Gracias –murmuró, entre dientes y tomó las servilletas, pero no pude evitar que sus dedos se rozaran y sentí un escalofrío subir por su espalda.

Levantó la vista y mis ojos se encontraron con los de él, la sonrisa había desaparecido de su rostro y ahora estaba serio, mirándome fijamente.

Aparte la vista y mire al suelo, incómoda.

- ¡Marisa! -llamó la señorita, de pronto y lo agradecí internamente.

pase por el lado del joven, sin atreverme a mirarlo y me acerque al
mostrador.

- ¿Así que te llamas Marisa? -le pregunto él, de pronto apoyándose en el mostrador, a mi lado. Y maldije para mis adentros.

Había pensado que me había librado de él de una buena vez. El café casi se escapa de entre mis manos cuando lo escuche decir aquellas palabras tan cerca de mi.

- Cuidado se te cae -lo escucho decir, en voz baja y no necesitó voltear a verlo para saber que estaba sonriendo socarronamente.

Definitivamente se estaba burlando de mí. Irritada, de repente, pero aún un tanto nerviosa, me dio la vuelta y empecé a alejarme de él. Caminó por el lugar, pero él me siguió de cerca, por lo cual maldije por lo bajo. ¿Es que acaso no se cansaba de perseguirme? Ni siquiera me conocía. Y definitivamente no ayudaba el hecho de que estuviera tan bueno. ¿Y por qué diablos estaba pensando aquello?

Entonces tuve una maravillosa idea. Fui rápidamente al baño de mujeres y entre, cerrando la puerta tras de mí. No había forma de que él ingresara ahí, tras mí.

Dejó el café cerca al lavabo y suspiró, aliviada de finalmente haberse salvado de sus penetrantes ojos verdes, sin embargo, la puerta se abrió de nuevo y él hizo su maravillosa entrada. ¿Y realmente había entrado al baño de mujeres?

-Así que, Mari... –comenzó, pero me encontró a mí misma hablando antes de que él pudiera continuar.

-No me llamo así –dije y no supe porque aquellas palabras salieron de mi boca. Era como si mi cuerpo estuviera actuando por voluntad propia, al estar frente a un hombre mucho más guapo que cualquier otro que hubiera conocido.

- ¿Cómo, entonces? –lo escuchó preguntar, ligeramente distraída por su perfección.

Y yo siempre había creído que los hombres así sólo existían en los libros.

Entonces la respuesta salió de entre mis labios de manera precipitada, sin que pudiera evitarlo.

-Camille – susurre.

Él sonrió ampliamente, al parecer bastante satisfecho con haber

conseguido mi nombre real.

-Entonces... Camille –comenzó, de nuevo-. ¿Crees en el amor a primera vista?





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entre la ley y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora