Notas:
¡Hola! Esta ha sido una historia reescrita y mejorada así que espero les guste más esta versión que la anterior. Algo que debo aclarar es que hay muchas diferencias entre ambas versiones; los sucesos ocurren de una manera diferente, además, toca temas que podrían ser muy sensibles para ciertas personas como lo son la religión, la depresión, autolesiones o problemas familiares, así que, si algo de esto te pudiera ofender o afectar, te sugiero que no leas este contenido. Sin más qué decir, te dejo con la lectura ;)
Ya las campanas clamaban el inicio de la sagrada misa como cada sábado en el que el padre más amado por el pueblo, predicaba la palabra de un Dios al que seguían con mucho más ímpetu, y no era para menos. En ese ínfimo pueblo, todos creían en la famosa frase "la fe mueve montañas", porque era el único poder que tenían en sus manos los pueblerinos, y aun así, la gente era seducida por esa labia sugestiva que poseía el sacerdote Hiragi.
No se hablaba de él como si fuese una vida más en el pueblo; después de todo, la familia Hiragi era de las más prestigiosas, considerada culta y con clase por los demás pueblerinos. A todos los integrantes se les tenía un cariño de espejismo, porque presumían ser los mejores creyentes y predicadores. Pero era de espejismo por la ilusión que generaba, ya que esa familia amada y benevolente que a las personas les gustaba observar, no eran más que venas sanguíneas en donde les corría el odio por todo el cuerpo, llegando a desear la muerte a su prójimo pecaminosamente.
Quien estuviera del lado del jefe, es decir, de Tenri Hiragi, tendría más beneficios y oportunidades. Tal fue el caso de Yuma Amane, uno de los hijos adoptivos de Tenri.
Todo surgió de una catástrofe familiar, donde un hombre fue enterrado vivo metafóricamente para los Hiragi, ante el sacrilegio que cometió antaño. Ese buen hombre adoptó a unos niños trillizos, quienes debido a su figurativa muerte, quedaron bajo el cuidado del líder de la familia; uno de ellos era Yuma, un chico silencioso, de pocas palabras pero que eran muy precisas. Mostró cercanía hacia los dogmas y la religión misma, sellando así su destino de convertirse en sacerdote a futuro para continuar con el legado familiar. Tras esta misión, Yuma se convirtió en monaguillo, deseando alcanzar el nivel de experiencia y conocimiento suficiente que lo podrían preparar para cumplir el sueño de ser como su padre.
Mientras tanto, durante aquel servicio religioso, Yuma supervisaba que sus compañeros realizaran las tareas que a cada uno le correspondía, a la par en que admiraba una vez más a su padre tras el altar, dando los sermones finales de la misa. Una vez culminada la homilía, el sacerdote despidió a sus fieles, dándoles seguridad de que el Señor estaría con ellos en su despedida. Los pueblerinos se levantaron; algunos se despidieron personalmente del sacerdote y otros permanecieron aún rezando en solitario como cierto joven que incluso seguía de rodillas, con las manos firmemente entrelazadas y mirando suplicante a la cruz.
No pudo pasar desapercibido para Yuma ni para algunos de sus compañeros acólitos; de hecho, aquel muchacho parecía aferrarse más a Dios últimamente, pues se hacía constante su presencia en la iglesia.
一Parece que vino más emotivo一menciona uno de ellos a espaldas de Yuma一, hasta se puso a llorar.
一¡Qué irrespetuoso eres! Guarda silencio 一demandó otro que era más experimentado.
一Además, es normal. Ha perdido a su madre; en unos días tendremos la misa para su familia.
一¡Guarden silencio! 一espetó en voz baja Yuma, retomando el control de su equipo一. Debemos apurarnos a guardar todo y mantener la compostura.
No bastaron más de dos pasos al frente para que el pobre muchacho cayera al suelo por un desequilibrio al pisar accidentalmente su propia sotana. Era cierto que estaba problemáticamente más larga de lo adecuado y debía hacer algo al respecto, sin embargo, en ese instante de torpeza se sintió bastante avergonzado consigo mismo, pues aunque la gente había sido disipada, todavía quedaban algunos fieles que pudieron ver el fatídico suceso y siendo él maestro de ceremonias y un líder ecuánime para sus compañeros, la culpa era mayor.
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Limerencia (MikaYu)
FanfictionCuando tres hermanos conocieron a un mismo muchacho en su pequeño pueblo, todo se salió de control. Cada uno lo encontró interesante a su manera; como alguien a quien dar amabilidad; alguien que brinda protección; y alguien que merece ser feliz. P...