Capítulo 17: El detonante

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Por lo regular, a Shinya no le gustaba el tabaco. Y cuando adoptó a sus hijos, un cigarro no era una opción. Sin embargo, esa noche tenía la cajetilla de cigarros de Guren y su encendedor; observándolos tentativamente, pensó que si Guren era tan adicto, debía ser por una razón. Podría servir como distracción de la inundación de pensamientos que lo estaban atormentando, así que eligió probar al menos uno.

Ni bien trató un par de veces de prender el encendedor, éste se le fue arrebatado. Poca fue su atención que no había notado que Guren ya había terminado de hablar con Mahiru, y estaba frente a él, regañándolo con la mirada.

一No te enojes, Guren. Solo iba a tomar uno, pero te lo iba a reponer 一confesó con una risa nerviosa.

Aunque, Ichinose no estaba molesto por eso.

一Entre más fumas, más débil te vuelves. Y tú no eres como yo, así que no hagas tonterías.

Estiró su otra mano, pidiéndole de regreso sus cigarros, y aunque estaba un poco sorprendido, Shinya se los devolvió, consiguiendo una sonrisa burlona.

一Es porque eres mi amigo que a veces hago locuras. Tal vez debamos dejar de serlo.

Por supuesto, lo había dicho como una broma, aunque Guren no sonrió con ese chiste. De hecho, estaba muy callado y en cuanto llegó, todo se sintió extraño, hasta su compañía.

Shinya realizó un intento de conversación debido a que este silencio se tornaba incómodo. Había recordado que Guren le prometió una recompensa tras ayudarlo con su plan de hablar con Mahiru; y prefería preguntar por eso antes que averiguar sobre lo que habló con su hermana, su ex.

一¿Y bien? ¿Dónde está mi pago? Espero que sea algo bueno; Kureto me mandó un mensaje diciendo que me quería matar por hacerlo pasar vergüenza. Así que, si mañana muero va a ser tu culpa.

Su amigo hizo un gruñido, molesto por la actitud de Kureto. Creía que exageraba, ya que en sí su ayuda no le pareció un acto útil.

一No lo tengo ahora mismo. Te lo daré cuando me lleves a casa.

Hiragi protestó como si fuese un niño pequeño; la verdad, tenía mucha curiosidad respecto a este regalo preparado por Ichinose, así que se apresuró a encender su motocicleta y a invitar a Guren a subir, sintiendo en poco tiempo cómo le rodeaba la cintura con mucha cautela y tranquilidad, de una forma un tanto diferente a como lo solía hacer antes.

No tenía por qué decir algo al respecto, por lo que en cuanto encontró cierto equilibrio, arrancó el vehículo y se dirigió a casa de Guren.



En la casa de los Hiragi, justo en el comedor, ya se habían servido las delicias que darían inicio a la cena de festejo de la hija mayor de Tenri. Y como una vieja tradición, el patriarca se sentó al final de la larga mesa, con sus hijos junto a él; a su derecha estaba su mayor orgullo, Kureto Hiragi; a su izquierda se encontraba la festejada Mahiru; junto a ella se encontraba Shinoa, mientras que a un lado de Kureto, estaban Yuma y Yuichiro respectivamente. Era el orden perfecto para el padre de la familia, especialmente por la falta de Yuichi y Shinya, quienes por supuesto, no eran bienvenidos por el sacerdote, y sin embargo eran notables sus ausencias.

Por otro lado, pese a estar exquisita la cena y sentir una calma entre la mayoría de los invitados, sobre todo de los adultos, algunos de los más jóvenes sabían que las cosas estaban mal. Entre ellos, Mitsuba, quien estaba sentada junto a Shinoa, y no solo comía lentamente, sino que observaba de más al señor Tenri, hablando con sus hijos a sus costados, o respondiéndoles a sus otros invitados. Para ella era peculiar la forma en la que conversaba con todos, excepto con Shinoa o los otros dos hermanos.

Limerencia (MikaYu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora