Limerencia (MikaYu)

Capítulo 3: Una sonrisa esmeralda

Solo unos cuantos días ocurrieron después de ese encuentro, y aunque no hay tiempo límite para la amistad, Yuichi se sentía bastante ofendido cada cinco minutos al mirar vacía su bandeja de entrada, ya que por más mensajes que le enviara a Mikaela, pocos o ninguno eran contestados o leídos. Si bien al principio se preocupó en demasía por ser atormentado por la idea de que Mikaela hubiese sido amable con él por lástima y nada más, con el tiempo comenzó a sentirse fúrico consigo mismo y con Shindo, creyendo no ser merecedor de esos desplantes suyos.

Suerte para Mikaela pero desgracia para Yuichi el que no supiera dónde quedaba la casa de los Shindo para ir inmediatamente y pedir una "convincente explicación". Después de pasar esos días, se suscitó en casa de los Amane un arrebato irascible, donde Yuichi le demandó a Yuma la información de su ubicación, pues ya ni siquiera atendía las llamadas al celular su amigo; obviamente como protección hacia Shindo, Yuma le pidió a su hermano desistir sobre ese absurdo, sin embargo, Yuichi terminó amenazando a su propio hermano a base de violencia física, así que cuando Yuichiro observó que en el comedor, sus dos hermanos estaban empujándose con bravía, no pudo simplemente tomar sus auriculares e ignorar lo que pasaba al son de una canción.

一¡Dejen de pelear! ¡Por favor! 一Intervino Yu, colándose en el espacio que había entre sus hermanos.

一¡Ya te dije, Yuma! ¡Dime dónde vive Mikaela o tú lo pagarás caro!

Incluso la presencia de Yu como obstáculo entre ambos no sirvió de nada; Yuichi alcanzó a empujar nuevamente a Yuma, quien debido a las provocaciones, se dejó llevar por la ira que siempre había sentido hacia su hermano.

一¡Estás loco! ¡Tú no eres nadie para invadir una casa ajena! ¡Mikaela no te debe explicaciones de nada! Además, si tanto quieres verlo, búscalo en el colegio, ¡imbécil!

Ese insulto casi hacía a Yuma merecedor de un puñetazo, de no haber sido porque escapó vertiginosamente hacia su cuarto, no olvidándose de ponerle seguro a la puerta para bloquearle la entrada a Yuichi.

Afuera solo estaba él, gritándole las mismas ofensas de siempre.

一¡Monaguillo cobarde! ¡Tú no eres hombre! ¡Eres el lamebotas de Tenri Hiragi, nada más! ¡Solo sirves para rezar, estúpido! 一Golpeó con furia la puerta de Yuma y se retiró.

Escenas tales de dramatización sucedían consecuentemente en cada choque, así que era de esperarse que Yuichi azotara la puerta de salida con furia para escapar igualmente, hacia un lugar incierto pero sin compañía de nadie. Era tan natural, así como el estar consciente de que los tres niños a duras penas veían a Kureto Hiragi pasar por la casa, con la falta de oportunidades laborales en el pueblo, parecía que vivía en su oficina en lugar de la casa Hiragi. El lugar en el que vivían no podía ofrecerle a Kureto un trabajo para lo que estudió, la abogacía, y debido a ello, ingresó a un despacho en una ciudad cercana, por lo que eran constantes viajes entre un punto y otro para él.

Por otro lado, la hija siguiente, Mahiru Hiragi, era una mujer intocable hasta para los rayos del sol; muy pulcra y delicada, bien guardada en su cajita de cristal, pues Tenri Hiragi la tenía bastante controlada y medida para ser digna de llevar el apellido Hiragi, para evitar una desgracia más en la familia.

Y ni hablar de su padre, o abuelo, como solía llamarle Yuichiro a Tenri; el señor se dio un gran lujo al conseguir una segunda casa en donde para esas instancias, los trillizos podían vivir "tranquilamente", mientras él continuaba viviendo en su hogar habitual. Por supuesto, fue algo que no se entendió a la primera, es decir, no tenía nada de malo que alguien tuviera dos casas, sin embargo, para muchos pueblerinos, las teorías se convertían en chismes y estos no respetaban ni siquiera al sacerdote Hiragi.