Dios, no podían ser tan irresponsables. Estaban festejando porque el mv de Gods Menú había llegado a las cien millones de vistas, por lo que hicieron una pequeña fiestita en el departamento. No tomaron en cuenta el hecho de que no solían beber alcohol seguido, y... digamos que... se pasaron un poquito de copas. A quien engaño, habían bebido mucho, demasiado.
Algunos estaban en el suelo durmiendo, otros en el sofá y otros en la mesa. Mientras que Jeongin y Felix estaban en la habitación del mayor. Ya saben por qué. Y demonios, el ambiente en esa habitación era muy caliente. Jeongin era una bestia en el acto, era caliente y a veces algo brusco, y más cuando estaba ebrio. Aunque de eso se dio cuenta recién ahora.
Las manos del menor apretaban las caderas mientras embestía fuertemente, dando exactamente donde debía golpear. Ambos cuerpos balanceándose como olas en el mar, lento y relajado pero a la vez rudo y violento. Jeongin llenó el condón, lo cual fue un acto bastante racional estando tan ebrios, quizás el acto más racional de toda la noche. Felix estaba cegado, no sólo por el placer, sino que también por lo ebrio que estaba. Quizás estaba demasiado ebrio.
—Min-minho...ah~—gimió Felix al oído de Jeongin.
El menor se apartó rápidamente, sintiéndose sobrio de repente. ¿Había escuchado mal? Nunca pasó aquello. En parte es entendible, está ebrio, están ebrios. Pero, ¿Por qué se sentía ofendido?
Pero la molestia no terminó allí. Felix estaba tan perdido, seguía soltando sonidos obscenos con el nombre equivocado, pero no se daba cuenta. O al menos eso quería creer Jeongin. Aunque no lo parezca, Jeongin era alguien muy sensible, era muy fácil hacerlo llorar por un largo rato. Y, si no estuviese tan ebrio, aseguraría que ya se encontraría llorando.
— ¿F-felix? Yo no soy Minho...—murmuró Jeongin saliendo del interior del mayor.
—A-ah~... ¿Qué?—dijo Felix confundido. Es como si hubiera despertado de un sueño profundo, no recordaba mucho de lo que pasó. Levantó la cabeza, se lo notaba muy confundido, enderezando su torso para quedar sentado en la cama.
—Que yo no soy Minho. —repitió Jeongin, su pecho se sentía pesado, su corazón dolía. Sus ojos picaban, lagrimas amenazaban con caer en cualquier momento.
— ¿Ah? ¿Quién eres entonces?—preguntó Felix, seguía embobado por los efectos del alcohol. No lo hizo con mala intención, estaba literalmente en otro mundo y ni siquiera sabía dónde estaba. Ese era el Felix ebrio.
— ¡Soy Jeongin mierda! ¿Hablas en serio Felix? Vete a la mierda. —dijo Jeongin levantándose de la cama enfadado. Tomó su ropa y rápidamente se vistió para luego salir de la habitación azotando la puerta. Se hizo un silencio horrible en la habitación y en la casa, todo daba vueltas.
Felix estaba mareado, no entendió ni una sola palabra que salió de los labios del chico. Su cabeza daba vueltas y vueltas. No sabía ni donde estaba. Era un hecho, no volvería a beber de más. Pero ¿Qué acaba de pasar?
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