Volvamos dos meses atrás, ahora desde la perspectiva de Valentín, su parte de la historia inicia cuando este se subió al carro de sus amigos, se había logrado limpiar las lagrimas antes de subirse, incluso logró disimular una sonrisa, pero se le notaba todavía los ojos sollozos, temblaba un poco.
—¿Qué mierda te pasó? —Le preguntó el menor de todos, un niño de 12 años hibrido de ratón, luego de esto fue regañado por la palabra "mierda".
—Yo... —Iba a contestar, pero las lagrimas comenzaron a brotar, ahora no paraba de llorar, los que estaban a su lado lo abrazaron, nunca lo habían visto llorar así. Lo que pasó después les preocupó demasiado, las alas del muchacho brotaban y se escondían sin parar, con cada respiración agitada se daba esto.
—¡¿Qué pasa Valentín?! —Le preguntó una chica rubia que estaba de su lado derecho, quien tenía a su izquierda era otra chica, justamente la que había gritado en la llamada hace algunas horas, las dos hacían lo posible para no ser golpeadas por el brotar de las plumas.
—Corazón roto... —Fue lo único que pudo decir antes de seguir llorando, los mayores ya sabían a lo que se refería, mientras el menor lo miraba confundido.
—¡Nos vamos con tus padres! —Sentenció el piloto, los únicos que podían ayudar en ese momento eran sus padres.
Mientras el carro arrancaba Valentín comenzó a gritar el nombre del humano entre sollozos, sabía que todo había sido un malentendido, ahora sentía que era tu culpa. Durante el trayecto intentaban preguntar por lo ocurrido, pero el búho no lograba dar con las palabras, después de un rato desistieron y lo dejaron estar hasta que pudiera recuperar el aliento por lo que quedó del camino, ya no le hicieron preguntas, había momentos es que se transformaba en búho y casi inmediatamente regresaba a su forma humana, fue complicado evitar que se saliera por la ventana, solo hicieron una parada para comprar sueros, temían que de tanto llorar el búho se les iba a deshidratar.
Valentín vivía en un complejo departamental, dicho complejo estaba habitado casi en su totalidad por nahuales, es un lugar seguro para ellos, pues resultaba ser un poco secreto, hay un hechizo que camufla el entorno, desde afuera se ve como simples departamentos, pero adentro puede estar un hibrido de ave volando perfectamente y desde afuera no verás nada. Los pocos humanos que viven ahí son gente de fiar, en este lugar viven casi todos los amigos de Valentín, así mismo aquí vive él y sus padres, solo que no vivían en el mismo departamento. Cuando llegaron tardaron un poco en bajar a Valentín, transformarse tantas veces lo había dejado cansado. Una vez en casa tocaron el timbre, quien abrió la puerta fue la madre de Valentín.
—¿Qué pasa Valentín? —Le preguntó su madre mientras dejaba un florero que tenía en la mano sobre una mesa.
—Corazón roto... —Dijo el chico mientras entraba a la casa con ayuda de sus amigos, muy cerca de la entrada esta la cocina, donde estaba su padre, quien tras escuchar esas palabras, apagó la llama de la estufa y se fue con su hijo.
—Oh cariño. —El padre de Valentín lo abrazó, el chico solo podía sollozar.
—¡¿Quién fue?! —Su madre estaba furiosa.
—Ni pienses en arrancarle los ojos. —Le regaño en broma el padre de Valentín.
—Pues ganas no me faltan. —Sentenció, luego de un suspiro, abandonó el enojo para abrazar a su hijo.
—No le arranques los ojos por favor. —Le pidió Valentín antes de seguir llorando.
Pasó un día para que Valentín pudiera contarle todo lo que había pasado en ese par de días, tuvo que hacer varias pausas para llorar, los efectos del corazón roto afectan demasiado las emociones, si no se trata con cuidado y si no hay una red de apoyo, el afectado puede caer en una depresión severa, por fortuna para Valentín, tenía una gran red que no lo dejó caer, mejoró bastante, pero no podía dejar de pensar en David, en el fondo quería volver a verlo, pero cada que lo intentaba era detenido por sus padres o sus amigos, así fue por lo menos dos semanas, hasta que desistió de escaparse para buscarlo. El joven hibrido terminó con unas cicatrices en la espalda por transformarse tantas veces.
Al pasar de los días, seguía transformándose sin querer, un día se transformó en humano mientras emprendía vuelo en su departamento y cayó, la fortuna fue que no estaba a gran altura, después pasó dos semanas sin poder transformarse en búho, le tomó un mes en poder controlar sus cambios. Durante este tiempo, Valentín trataba de convencerse que su deseo de volver a ver a David era por algún residuo del hechizo, pero recordar su ultimo abrazo lo hacía querer hablar con él una vez más, por lo menos para confrontarle, quería saber si David de verdad quería una relación o si era mejor no volver a verse.
Habían pasado otro mes, el chico búho, quien estaba sentado en frente de un escritorio, pensaba en David, había algo que no lo dejaba soltarse por completo y era la idea de una ultima platica, no estaba seguro si había desarrollado una verdadera atracción por él y quería verlo una vez más para resolver su duda, pero ya no se atrevía ir a su casa, no sabía cómo reaccionaría el humano si volviera a aparecer en su vida, no sabía si David seguía atormentado por lo que pasó con su hermana, ni sabía si seguía pensando que todo había sido un plan de él o si ya había entendido que todo fue una casualidad, la confusión lo hacía sentirse enfermo. Un día, sentado frente a un escritorio, parecía vomitar pétalos de flores. En eso entró la dueña de la florería.
—¡Pinche cerebro de pájaro, deja de comerte mis flores! —Lo comenzó a amenazar con una escoba.— ¡Deja de jugar al hanahaki! Supera que te mandaron a volar.
—No lo entiendes. —Le chilló mientras se incorporaba, había leído en internet que uno vomitaba flores con el amor no correspondido y como pasaba su tiempo libre en una florería...
—Lo que no entiendo es que necesites fingir que tienes hanahaki, eso solo existe en la ficción.
—No vomitaré flores, pero siento como si estuviera a punto dé.
—Pero siguen siendo mis pinches flores.
—Las pagaré.
—Sigue tragando plantas pues. —Finalizó tomando la escoba con fuerza y entregándosela a Valentín.— Ni pienses que limpiaré tu desastre.
Valentín comenzó a barrer, en ello una llamada le llegó a la dueña.
—Hola, florería Chantli ¿Qué le podemos ofrecer? —Luego de escuchar un pequeño chillido de nerviosismo le colgaron.
—¿Pasa algo?
—Llamaron, pero colgaron, quizá marcaron por error, no importa, no olvides que en una semana será el día.
—Ni me lo recuerdes, quiero estar lo más alejado posible de esas flores.
—Jeje, ¿no quieres que repita lo del año pasado?
—No gracias, usaré mascarilla si es necesario.
—Oye pájaro.
-Ya casi termino, no me apresures.
—¿Por qué todavía te gusta ese humano? Te rompió el corazón.
—La verdad ya no estoy tan seguro de amarlo... Al final fue cosa de una sola noche para los dos, ¿verdad...? Aunque me gustaría ver... No, olvídalo. —En cuanto Valentín terminó de limpiar el desastre, pagó las flores y se retiró.
En la madrugada el hibrido estaba en su balcón, mientras todos dormían, se transformó en búho y salió a dar una vuelta, volar siempre le despejaba la mente, lo que más le gustaba a Valentín era irse a las afueras de la ciudad, una vez ahí, se aseguraba que nadie lo pudiera ver, en ese momento se elevaba hasta el punto más alto que sus plumas le permitan y es entonces cuando se transforma nuevamente en humano, mientras se deja caer abre los ojos para ver las luces de la ciudad a lo lejos, la sensación que se tiene al caer de esa forma, es simplemente bella, claro que cuida sus tiempos y no deja que se acerque demasiado al suelo, cuando calcula una buena distancia se vuelve a transformar para recuperar el vuelo.
—Es tiempo de intentarlo otra vez. —Como sabrán, Valentín puede sacar sus alas mientras conserva su forma humana, hay viejas historias de que es posible volar así, pero son muy pocos los que lo han logrado, Valentín vuelve a elevarse hasta el punto máximo, cuando llega a este, se transforma y se deja caer de espaldas, en eso desplega sus alas y se da la vuelta, hace su mejor esfuerzo para mantener el vuelo, pero en eso recuerda como abrazó a David con sus alas y perdió el control. Lo intenta varias veces, pero falla, no puede dejar de pensar en ese día, derrotado regresa a casa y pasa por un jardín, se supone que Valentín debería de cuidarlo, pero hace muchos años que no planta nada ahí.
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Sé mi cielo
Lãng mạnEsta historia se desarrolla en un mundo un poco especial, acompaña a David y a Valentín en un romance mágico.