21/Enero/2025
Regresando unas horas antes de aquel beso accidental, el chico humano, David, un muchacho delgado de 24 años, paseaba en el bosque junto a sus compañeros, todos vestían una ropa similar, camisetas, pantalón de mezclilla y botas, en el caso de David son largas y de goma, a palabras del joven, "ideales para el terreno" además, "Así no te resbalas con el lodo" o por lo menos eso pensaba.
Entre sus manos, cada uno lleva una jaula y dentro de ella tienen aves, en el caso de David, un halcón ¿La razón? Son practicantes de cetrería en su tiempo libre, por hoy solo harán un par de vuelos y ya. Cuando las aves vuelan, las horas pasan muy rápido, los chicos no hacen gran conversación entre tanto, algunos hablaban de sus parejas, aunque David quedaba un poco fuera de dicha conversación, esto por su soltería, pero no le molestaba, lo único que le importaba es ver a las aves volar, cuando termina el entrenamiento regresan las aves a sus jaulas para que descansen y coman un poco, los chicos se disponen a disfrutar su almuerzo.
—Oh David, ¿Otra mancha de café? No entiendo porqué usas ropa tan clara si siempre te manchas. —Se quejaba Abel, también conocido como el mejor amigo de David y mamá gallina del grupo.
—Oh vamos, no puedo vivir sin el café, es la maldición que cargo conmigo.
—Pero no te lo eches encima. —Los chicos reían.
El tiempo pasaba y aunque faltara para el atardecer, la idea de irse a su casa rondaba por la cabeza del hombre manchado de café.
—Ya me voy chicos, nos vemos mañana. —Les sonríe a sus amigos. David siempre era el primero en retirarse, pero era por el trabajo en casa, si no tuviera responsabilidades en casa se la pasaría toda la tarde en el bosque, al igual que cierto personaje con el que se encontraría más adelante. Antes de irse, se acerca con su jaula a Abel.
—Te encargo a mi pequeña.
—Ya te lo dije, deberías adecuar tu casa para llevarte a tu pequeña.
—No estoy listo para tener aves en mi casa.
—Tú sabrás.
Así pasan algunos minutos, David se hace paso entre los árboles para llegar a donde estacionó su vehículo, esta era su vida, pasándola en el trabajo, en casa y con sus amigos, no necesitaba más, ni siquiera necesitaba ir con sus padres, mucho menos necesitaba una pareja, eso era lo que pensaba de su vida, pero nada dura para siempre y este día fue lo que cambió todo. Todo comenzó mientras pasaba por un camino junto a una colina, se dedicaba a tararear hasta que el sonido de algo chocando contra un árbol cercano le llamó la atención, David pudo ver como caía desde lo alto esa criatura, "¿Un ave?" pensó, por el tamaño, quizá era un búho, se acercó y lo vio. Un búho ciccaba virgata, conocía bien a la especie, solo que este tenía la particularidad de que tenía vitíligo, se notaba más en el rostro y en la ala derecha. David se alejó y se quedó a un par de metros, no quería asustarlo, tampoco sabía si era buena idea tratar de revisarlo, sabía de aves, pero no estaba calificado para atenderlos, quizá debería esperar a ver cómo reaccionaba y de ser necesario hablarle a sus amigos, así pasaron algunos minutos.
—Espero que no estés lastimado. —Deseó.
El pequeño búho se incorporó, se sacudió y miró directo hacia David, era extraño que una ave te mirara así, David lo miró extrañado, incluso ladeó la cabeza, sorprendentemente el animal lo imitó, lo intentó un par de veces más y obtenía el mismo resultado, ese comportamiento no era normal, caminó para acercarse y la pequeña ave le imitó, de pronto el búho aleteo sobre el chico, fue tan repentino que perdió el equilibrio y terminó cayendo de espaldas, el búho se acercó a su cuello y se comenzó a restregar contra él, sus plumas eran tan suaves que le causaban cosquillas, David no podía parar de reír.
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Sé mi cielo
RomansaEsta historia se desarrolla en un mundo un poco especial, acompaña a David y a Valentín en un romance mágico.