David condujo a un lugar que no había visitado en dos años, la casa de sus padres, estaba nervioso, pero no dio marcha atrás, recordaba bien su antigua casa, esta no había cambiado mucho en estos dos años. Se estacionó y bajó del coche, no había encontrado estacionamiento cerca, así tuvo que estacionarse unas cuadras atrás. Ni siquiera hizo el intento de avisarles, lo peor que podía pasar es que no estuvieran, pero no era propio de ellos salir tan seguido, así que su apuesta era encontrarlos ahí, se acercó a la reja negra, el sol ya le estaba arrancando pedazos de pintura.
La primera persona que vio fue a su madre, quien plantaba algunas flores, se quedó en silencio algunos segundos, estaba temblando, pero ya no estaba dispuesto a escapar. Tocó el timbre y su madre volteó, se quedó en silencio cuando reconoció a su hijo, se acercó a la reja y abrió, David intentó hablar, pero antes de lograrlo su madre lo abrazó, los dos comenzaron a llorar, David tuvo que sostener con fuerza a su madre, pues las piernas de ella comenzaron a temblar, si no la sostenía con fuerza, se iba a caer. Un poco después de las lagrimas, estaban los dos sentados en una hamaca, era un lugar especial para ellos, pues en esa la hamaca era en la que solían leer juntos cuando David era un niño, se notaba que la misma había sido reparada ya en varias ocasiones al pasar de los años, todavía no habían comenzado a conversar, solo se abrazaban.
—Lo siento. —Le dijo David y se separó para verle el rostro.— Lo siento, pero tomé una decisión... Estoy enamorado de Valentín...
Su madre lo miró con una mezcla de tristeza y alegría, sabía perfectamente quién era Valentín, aunque todavía tenia una mala impresión de aquel nahual producto de lo que le contó su hija.
—¿Lo amas de verdad? —El hijo asintió, el temor de perder a su hijo por segunda vez la invadió.— ¿Me volverás a visitar?
—Siempre. —Sentenció el hijo.
—Tu padre no tardará en llegar.
—Siempre llega a las 3:00pm para almorzar, como olvidarlo...
—Hijo, perdón. —Su madre le tomó de las manos, pero David le soltó para abrazarla, así estuvieron un rato, disculpándose y llorando, David le contó su parte de la historia a su madre, fue así hasta que llegó el padre de David, cuando llegó no reconoció a primeras a su hijo, porque este estaba de espaldas, pero las dudas se disiparon cuando este se volteó.
—Hijo...
—Papá... —No fue a correr a abrazarlo como en aquellas películas que solían ver cuando era niño, se acercaron lentamente, su padre le tocó el rostro, como si tratara de comprobar que era su hijo de verdad y no una ilusión, luego de comprobar que era real, lo abrazó. Hablaron por muchas horas, David les contó todo, primero de lo que había sido de su vida en los dos años que no los vio y luego lo que había pasado en estos 6 meses desde que conoció al chico búho, les platicó lo que había aprendido de los hechizos, hubo unos momentos de tensión por interrupciones de sus padres, pero nunca se enojaron realmente, ellos todavía no comprendían en su totalidad a su hijo, pero estaban seguros que no tenía ningún hechizo de amor encima, fue un final tranquilo para esta parte de la vida de David. Finalmente agendaron varias vueltas para visitarse, había muchas cosas que recuperar, unas horas más tarde David estaba en camino de vuelta a su vehículo, comenzó con pasos lentos, luego a velocidad normal, en cada paso aceleraba más y más, no tardó mucho en pasarse las cuadras corriendo, se sentía extraño, ese miedo al rechazo que había tenido por años se calmó, mientras aceleraba logró recordar el aroma de Valentín, parecido al de las rosas y se animó a correr todavía más rápido, solo porque había llegado en carro, sino se hubiera ido corriendo por toda la ciudad hasta dar con Abel, una vez arriba del carro, lo único que le hizo bajar la emoción fue ver con el espejo retrovisor el carro de su hermana llegar, era su deseo hablar con ella, pero no era el momento, sabía que ella no cambiaría en un tiempo, así que mejor siguió conduciendo. Una vez a sabiendas de que nadie lo podía ver y ya más tranquilo lloró el resto del camino, sentía una mezcla de tristeza, alegría y alivio, incluso tomó un descanso para relajarse, manejar mientras lloras no es bueno para la seguridad vial, no fue inmediatamente a su casa, fue con Abel primero, necesitaba hablarlo con alguien. Abel no había tenido tanto chisme desde hace tantos meses, ahora veía a su amigo contarle como su crush literal llegó volando a su habitación y de como terminó visitando la casa de sus padres después de no verlos por dos años. El chismoso compró tanta comida como pudiera y bebidas, esa noche, David se quedó en casa de Abel, habían decidido conversar en su azotea, era lindo conversar debajo de las estrellas, una vez que David terminó de hablar, Abel tomó la palabra.
—Ese día me asustaste...
—¿Qué?
—Ese día cuando te separaste de Valentín, me llamaste, gritabas por ayuda mientras llorabas... Llegué lo más rápido que pude, cuando te vi tan triste... Creí que no saldrías de esta... Cada día te costaba más comer y no querías salir de la cama, cada que salía... Temía regresar y que ya no estuvieras... Yo... —Se le comenzó a cortar la voz, no quería continuar hablando se su miedo, se abrazaron.
—Lo siento... Te hice preocupar de más... —Estaban llorando.
—Esta bien, estabas bajo mucha presión, me alegra verte feliz otra vez... Si tú te fueras, ya no tendría a mi compañero del crimen...
—Jejejeje, ¿recuerdas cuando casi nos agarra la patrulla?
—JAJAJAJAJA, todo fue culpa de esa vieja chismosa.
Se pasaron casi toda la noche hablando, conversaron de todo, recordando el pasado y pensando en el futuro, pero disfrutando el presente, las cosas iban a mejorar para todos, estaban seguros.
Así pasaron tres meses más, David había salido a un par de citas con Valentín, era divertido ver como tardaban hasta media hora en pagar la cuenta porque uno siempre quería invitarle la comida al otro, llegaron al acuerdo de que cada quien pagaría lo suyo a menos de que sea algo especial. David estaba de nuevo en forma, incluso estaba mejor que cuando conoció a Valentín, Abel había cumplido su palabra de hacer que David ejercitara nalga, seguía dándole ánimos a su amigo mientras disfrutaba el chisme, esta historia de romance era su nueva telenovela.
Valentín había perfeccionado su técnica de vuelo, solo que aún no le contaba al respecto a David, quería primero aprender a volar mientras carga una persona, tres veces a la semana, salía a practicar, al principio con pesas y luego con personas reales, sus amigos disfrutaban el paseo gratis y Valentín comenzó a plantearse la idea de cobrarles el paseo.
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Sé mi cielo
RomanceEsta historia se desarrolla en un mundo un poco especial, acompaña a David y a Valentín en un romance mágico.