Capítulo 8

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Enjoy...


Una confesión...

Una que salió tan natural...

Que Sakura quedó atónita...

—¿Qué...? ¿Qué has dicho? —preguntó totalmente desconcertada.

Giró con lentitud su cabeza, para mirarlo a los ojos. No podía ser posible que le dijese esas palabras. ¡Apenas se habían besado ese día! ¿Cómo podía ser posible que Sasuke le soltara esa arriesgada y comprometedora confesión? Sin embargo, a pesar de toda contradicción, ella sentía lo mismo y solo Dios sabía cuánto se abrumaba por lo que él había logrado provocar en cada recoveco de su ser, en tan solo un día.

Lo observó por unos largos minutos, estaba envuelta entre los brazos de Sasuke, podía sentir su firme torso en la espalda. Sasuke le sonrió al tiempo que inclinaba la cabeza, posó la mano izquierda sobre su quijada, la acarició con tan solo un dedo al tiempo que levantaba el rostro de la pelirrosa. Y la besó con una mezcla de delicadeza y sicalipsis que la dejaron con la cabeza dando vueltas, al igual que hacia la lengua de Sasuke alrededor la suya. ¿Cómo podía tener aquella mezcla exquisita entre tierno y erótico a la vez? Sakura abrió la boca al tiempo que levantaba su brazo derecho para rodearle el cuello. Cuando se separaron, se quedaron mirando con intensidad.

—Eso es lo que me haces sentir, Sakura —soltó un suspiro —. Nunca me había pasado esto. Es algo absolutamente nuevo para mí. ¿Te cuento algo? —Sakura asintió —. Una vez escuché una canción de Aerosmith. Hablada del amor incondicional de un chico hacia el amor de su vida —dibujó círculos en la mano de ella —. "Dame un beso si lo deseas. Dime que desea tu dulce corazón. Dime cómo quieres que esto sea, porque si es amor lo que quieres, entonces no te importara un poco de ternura. Que a veces es tan difícil de encontrar" —se sonrió —. Se convirtió en mi tema favorito. Pensaba, ¿cómo podía ser que un hombre amara tanto a una mujer?, porque a mí nunca me había interesado aquel sentimiento tan sublime —le miró los ojos que se veían oscurecidos gracia a la penumbra que los cubría —. Hasta que te conocí.

Y la abrazó con todas sus fuerzas, escondiendo el rostro en la curvatura de su delicado cuello. Se permitió sentir el aroma que desprendía la escasa piel que estaba expuesta. Porque con ese gesto quería transmitirle a Sakura todo lo que había despertado en él. Todo en lo que él nunca había creído. El poder enamorarse con el corazón en la mano, como si sintiera que el alma se le iba a salir del cuerpo de tanta emoción.

Como si el aire se fuera de sus pulmones por el solo hecho de verla. Como si la sangre fuese a abandonar sus venas cuando la veía sonreír. Porque el padre Sasuke amaba a esa chica que, a su vez, también tenía el rostro en su cuello, respirando su varonil fragancia. Estaba enamorado de esa chica que sollozaba de la pura conmoción que dejaron sus sinceras palabras.

—No llores —le pasó el dedo pulgar por la barbilla, donde se mecía aquella gota salada —. No me gusta verte llorar —susurró.

—Tengo miedo —confesó en medio de un hipo.

—No tienes nada que temer, Sakura. Yo estoy aquí, contigo, y te juro que nada ni nadie nos va a separar —hizo que lo mirase —. Si tú sientes lo mismo que yo, juntos vamos a luchar porque este sentimiento salga adelante. ¿Estás dispuesta a dar la pelea conmigo?

Sakura se separó de él y se puso de rodillas, quedando frente a frente —Estoy dispuesta a todo con tal de estar contigo, Sasuke —él se sonrió.

—Te quiero, Sakura —le acarició la mejilla.

—Yo también te quiero, Sasuke —la pelirrosa le tomó la muñeca y depositó un beso en su palma.

El sabor del pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora