Capítulo 11

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Mil, mil, mil gracias por todos sus preciosos comentarios.

Me alegro muchísimo que no se les haya hecho taaaaan empalagoso.

Enjoy...


Su despedida fue con un dulce beso en los labios...

Procuró salir en silencio de la habitación de Sakura, no era nada fácil, porque se había quedado mucho más de lo previsto, por lo que ya estaba amaneciendo. Antes de abandonar el lugar, giró su cabeza y una sonrisa encantadora se formó en sus delgados labios. Allí estaba ella, acostada boca abajo, con el cabello esparcido a lo largo de su espalda y tan solo tapada de las caderas hacia abajo. Estaba seguro de que aquella imagen no podría salir nunca más de su mente.

Mucho menos después de lo que había pasado entre ellos...

Había sido la noche más fascinante de su vida, una noche en la que todo cambiaría para ambos. Una noche en la que llevó su amor hacia ella, a otros límites. A uno en los que transgredió su palabra, su destino, en la que se convirtió en hombre. Una noche en la que, por primera vez, no sentía culpa alguna de lo que había hecho y, ¿por qué? Porque estaba enamorado como nunca creyó.

Apretó la manilla de la puerta, no quería irse del convento. No quería que ella despertase y no lo viese a su lado. No obstante, y muy a su pesar, tenía que cumplir con su deber. No podía tardarse más de lo previsto, podrían descubrirlo y eso sí que traería demasiados problemas. Antes de salir, volvió hasta donde estaba Sakura, profundamente dormida. Antes de salir, le acomodó el cabello hacia un lado para poder ver su rostro. Antes de salir, le dio un beso en la comisura de la boca y le dijo.

—: Te amo.

Reunió toda la fuerza de voluntad para poder alejarse de ella. Al cerrar la puerta a su espalda, miró hacia ambos lados. El pasillo estaba desolado, tanto mejor todavía. Aún nadie se había levantado. Caminó raudo hasta la casa parroquial, sin mirar atrás. Cuando estuvo dentro, se dio cuenta de que una presencia avasallante estaba situada de pie mirando por la ventana. Los vellos de su cuerpo se pusieron en punta. Aquel hombre era inconfundible, su prestancia e imponencia abarcaban todo el lugar. Se fue girando lentamente, los rayos del alba daban de lleno en su perfil, haciéndolo parecer más duro aún. El padre Sasuke estaba en silencio, uno demasiado incómodo para su gusto. Entonces, el hombre habló.

—¿Dónde estabas? —inquirió con el ceño fruncido.

Sasuke estaba rígido hasta lo imposible. Si él llegase a saber en dónde se encontraba en realidad, estaría metido en enormes problemas, y no tan solo él, sino también Sakura. Por ese motivo, debió pensar rápido. Una certera mentira lo sacaría de aquel dilema. Suspiró al tiempo que se pasó la mano por el cabello y lo miró directo a los ojos.

—Estaba dando una vuelta —que mentira más certera. Quiso rodar los ojos ante su poca ocurrencia.

—¿A esta hora? —alzó una ceja a modo de incredulidad.

—Me sentía un poco ahogado —se fue desabotonando la camisa.

—Ya —fue la seca respuesta del hombre —. En fin. ¿Estás listo?, debemos irnos.

—Sí, tan solo déjame ir por mis cosas y vuelvo.

Subió las escaleras, sintiendo en todo momento la mirada de aquel hombre en su espalda. En algún momento, tropezó con un escalón, pero irguió la cabeza intentando parecer sereno, cosa que no era así. Cuando estuvo solo, por fin pudo soltar el aire que tenía retenido desde que lo vio dentro de la casa parroquial. Lo mejor sería apresurarse en buscar sus pertenencias, sabía que debían estar a las siete de la mañana en ese lugar. Los informes que había recibido, casi le hicieron doler el estómago. Sabía que algo muy malo estaba a punto de pasar, y él saldría embarrado hasta la médula en el asunto. Solo esperaba a que sus temores no se hicieran realidad.

El sabor del pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora