Capítulo 22

30 8 15
                                    

– Entonces... ya llevaban más de la mitad de un mes allí, ¿cierto?

– Así es –asentí.

– ¿Y ni rastro de un barco por la zona?

– Pues claro que no. ¿Cree que Benedit era idiota? Ningún barco pasaría nunca por allí, bajo ninguna circunstancia. Eso estaba más que pensado, y si no me cree, pregunte allí fuera. Le enseñarán papeles, registros, datos...

– Ya le echaré un vistazo a eso más tarde, ahora solo necesito lo que seas capaz de contarme.

– ¿Lo que sea capaz? Más bien me están obligando a hablar.

– Claro, para saber qué sucedió necesitas hablar.

– ¡¿Pero a usted que le importa qué sucedió?! –volví a gritar– ¡Ya está, ya pasó! ¡¿Ahora qué más da?!

– ¡¿Te quieres calmar de una vez?! –dijo dando un golpe sobre la mesa– ¡No es mi culpa nada de eso así que no la pagues conmigo porque no soy tu amiguita! ¡Soy una inspectora, este es mi trabajo y tendré que sacarte la información te guste o no!

13 DÍAS ANTES

Bella y Jacob se marcharon riéndose a carcajadas mientras yo me quedaba parada creyendo que aquello era una alucinación.

¿Por qué me hacían esas cosas? ¿Es que ninguno pensaba en mi salud mental?

– Pensé en raptarte pero lo creí demasiado brusco –comenzó diciendo mientras daba vueltas alrededor de mí muy despacio– Luego pensé en pedirte que me acompañaras hasta aquí pero lo creí demasiado delicado.

– Y eso no te pega nada –elegí ponerme a la defensiva.

– Puede ser, pero para todo hay una excepción en esta vida.

Si Joshua pretendía marearme con su actitud y sus palabras, lo estaba consiguiendo porque no entendía a qué venía tanto misterio. Lucía del todo seguro y con una tranquilidad sobrecogedora.

– El caso es... Le pedí a Bella que me hiciera el favor de traerte aquí ya que me estabas evitando y necesitaba hablar contigo.

– No tenemos nada de que hablar, así que si me disculpas...

– ¡Ah, no! No harás esto otra vez.

Antes de que me diera cuenta, dio unos pasos hacia mí, se agachó, enredó sus brazos alrededor de mis piernas y me tiró sobre sus hombros. De nada servían los gritos que daba, a fin de cuentas él no iba a soltarme y nadie me escucharía. Solamente me dejó en el suelo para recostarme a un árbol y colocó sus brazos a ambos lados de mi cuerpo para que no pudiera marcharme.

– Esto de llevarme en tus hombros se te está haciendo una mala costumbre, Joshua –le espeté con mala cara.

– No puedo hacer otra cosa si no me escuchas.

– Es que no quiero hacerlo, no tenemos nada de qué hablar –dije cruzándome de brazos y él imitó mi gesto.

– ¿En serio? –entrecerró los ojos inclinándose para acercar su rostro al mío– ¿No tienes nada que decir o preguntar?

– Pues no.

– Vamos, piensa bien. Estoy seguro de que hay algo. Inluso hoy tienes permitido preguntar lo que sea.

– ¿Lo que sea?

– Lo que sea.

Vaya, una gran oportunidad. Si podía preguntar cualquier cosa entonces no diría que no, a fin de cuentas él nunca quiere contar nada. En realidad sí quería hacerle algunas preguntas a las cuales no era capaz de darle respuesta por mí misma, pero como siempre, cuando quise hablar pregunté lo menos importante en ese momento.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora