Capítulo 35

24 7 0
                                    

Mi madre casi me hace enloquecer. Comprendo la situación, lo asustada que estaba, lo malas que habían sido estas últimas horas para ella, pero yo solo necesitaba descansar. A duras penas lo conseguí, pero a la mañana siguiente mi móvil vibró en la mesa junto a mi cama indicando la entrada de un mensaje.

Muñeca:
Por favor, ayúdame.
Bella intenta suicidarse.

Hice que mi moto volara por la carretera hasta llegar al hospital donde habían traído a Bella esta mañana cuando se desmayó en comisaría. Corrí por los pasillos buscando la habitación en la que se encontraba según me había dicho la chica de la recepción. Y justo como esperaba, no había nadie. ¿Por qué Ana me mandaba un mensaje pidiendo ayuda y no ponía dónde estaba?

– Disculpa –intercepté a una enfermera que entraba a la habitación en ese momento– ¿Dónde está la paciente de aquí?

– Salió hace un rato con una chica que vino a visitarla –me explicó– Deben haber ido a dar una vuelta.

– ¿Pero no sabe a dónde? –pregunté con el corazón en la boca y ella negó– ¡Es tu maldita paciente! ¡¿Cómo no vas a saber dónde está?!

Seguramente dejé a la enfermera un poco confundida pero no le di tiempo a decir nada más porque salí corriendo hacia el ascensor. Si Bella intentaba suicidarse y seguía allí en el hospital no se me ocurría buscar en otro sitio que no fuera la azotea. ¡Demonios! El ascensor demoraba demasiado.

No esperé a que llegara. Corrí escaleras arriba como un loco. Eran muchas plantas pero sentía eso que te pasa cuando estás en una urgencia, cuando todo depende de ti y sabes que tienes que ganar o de lo contrario las cosas se irán a pique.

En cuanto abrí la puerta para salir a la azotea, vi a Bella llorando, parada sobre el borde y Anabel a unos cuántos pasos de ella con cara de pánico.

Me fui acercando poco a poco a ella para mantener las cosas tranquilas. Bella se veía realmente mal. Creo que pasaría bastante tiempo hasta que esa imagen se fuera de mi mente.

– En el mensaje no ponías dónde se encontraban –le susurré a Ana pero aún así Bella advirtió mi presencia y entonces su llanto fue peor.

– Lo siento, estaba muy nerviosa y no sabía qué escribir exactamente.

– ¿Por qué no has llamado a alguien más? Debías haber pedido una mejor ayuda. No creo que yo sirva de mucho.

– Ella me amenazó con dejarse caer si llamaba a alguien –dijo llena de nervios– Sus padres salieron por unos minutos y me pidieron que la cuidara por ellos. ¿Sabes lo mal que me siento ahora? Si le pasa algo...

– No va a suceder nada –le aseguré.

– ¿Por qué está él aquí? –preguntó ella– Te dije que no quería que pidieras ayuda.

– Me dijiste que no llamara ni a tus padres ni a nadie del personal del hospital. Eso no incluía no llamar a Joshua –le respondió Ana.

– Bella –la llamé con cuidado– No seas tonta, baja de ahí.

– ¿Por qué? ¿No es mejor morir?

– ¿Pero por qué demonios querrías morir?

– ¿Y por qué querría vivir? Quien creía mi amigo era un asesino, y mi novio y una de mis mejores amigas han muerto –dijo con la voz ahogada– Es como tú dices siempre, Joshua. Esto es un infierno.

– No digas eso, venga, baja de...

– ¡No te me acerques! –gritó como toda una histérica– ¡Si das un paso más me tiraré de aquí!

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora