Capítulo 8

33 11 3
                                    

Cuando era más pequeña pensaba que lo peor que podría pasarme en la vida era suspender un examen. Creía que con eso se acabaría todo, que sería el fin. Y es que esos son los problemas de niños: enojarse con sus amigos por romper un juguete, que mamá no te lleve a jugar al parque o que se acabe tu dulce favorito. Entonces creces y tus problemas de niño se vuelven insignificantes al lado de los de un adolescente que quiere disfrutar de su mundo. Aun así no piensas que serán tan malos como los que suelen tener los adultos.

Pero lo que sí nunca te planteas es la posibilidad de estar a tus 17 años en una isla desierta con un asesino. Eso jamás se te pasaría por la cabeza porque esas probabilidades son de una entre un millón. Y me a tocado a mí. A mí y a otras personas tan débiles y asustadas como yo.

Entonces te haces dos preguntas:

¿Quién?

¿Por qué?

Es todo lo que necesitaba saber, solo eso. Aunque no creo que exista una justificación lo suficientemente razonable para que alguien haga algo así.

– Encima del cuerpo de Peter había una nota –continué luego de sorverme la nariz– Solo decía "Cambiamos a intervalos de tres días"

– ¿Y eso qué significa?

– Tampoco sabíamos, lo comprendimos días después.

22 DÍAS ANTES

El día posterior al que encontamos el cuerpo de Peter no hubo ningún asesinato. Ya no sabíamos qué pensar, apenas hablábamos entre nosotros y la tensión era más que evidente. Maldecíamos el hecho de que por esa zona no navegara ningún barco, lo que me hizo pensar que si el hombre del yate sabía que esa zona estaba muerta, era muy extraño que hubiera accedido a navegar por allí a pesar de no ser consciente de que el barco se averiaría.

Me senté en la orilla del mar mirando el horizonte. Extrañaba lo que había detrás de él, extrañaba mi casa, y a esas alturas no estaba convencida de si volvería a poner un pie en ella.

Sentí unos pasos detrás de mi que luego se detuvieron a mi lado. Gaby miró en mi dirección y luego se sentó.

– ¿Qué pasa entre Joshua y tú?

Me quedé confundida. ¿Qué pasaba entre Joshua y yo? ¿De qué hablaba? ¿A qué venía eso?

– ¿Qué de qué?

– Eso. ¿Qué pasa entre ustedes dos?

– No entiendo a qué te refieres.

– Venga Anabel –dijo con una sonrisa irónica– Sabes de lo que hablo. ¿Él odia a media humanidad y luego va y se pasa el día hablando contigo?

– Ok, espera –tomé un respiro porque de lo contrario recargaría toda mi frustración sobre ella– Si odia a media humanidad o no eso no es culpa mía, además aún le queda la otra mitad para amar. Y te aclaro que no pasamos el día entero hablando, créeme que tengo mejores compañías, de hecho justo ahora ni siquiera me dirige la palabra. Además ¿Eso a ti que te importa?

– Me importa porque él me gusta.

Primero me quedé inmóvil y luego fui abriendo los ojos poco a poco. Por alguna razón esa confesión no me hizo mucha gracia y ella se dio cuenta.

– ¿Te molesta?

– ¿Qué? –reaccioné– ¡No, claro que no! Simplemente me sonó raro, aún lo estoy procesando. No puedo creer que a alguien le pueda gustar ese tonto.

A ti te gustaba.

En aquel entonces no era tan tonto.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora