Capítulo 9

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– ¿Aprendiste a nadar ese día? –me preguntó con cierta gracia, era la primera vez que se sentía algo que no fuera tensión allí dentro.

Sonreí al recordar los pequeños momentos de alegría que viví en ese lugar, esos cortos instantes que te hacían olvidar lo que estaba sucediendo y tu imaginación te permitía pensar que solo estabas allí de vacaciones.

– A penas fue la primera "clase" pero al menos logré meterme al agua.

– Eso es un avance –asintió– ¿Entonces luego de Peter no hubo más ningún asesinato?

– No hasta ese día –justamente ese día que estaba siendo perfecto– Ahí fue cuando comprendimos de qué se trataba la nota que estaba sobre el cuerpo de Peter.

– ¿La que decía que cambiaba a intervalos de tres días?

– Exacto –asentí– Se refería a que ese era el margen de los asesinatos. Ahora sería uno cada tres días.

21 DÍAS ANTES

Extraño.

Tal vez algo divertido, puede que hasta preocupante... pero sobre todo extraño.

Joshua se ha pasado el día entero sonriendo. Y lo sé porque hemos estado el día entero juntos. Él intentando que yo, máximo, entrara a donde el agua me daba por encima de la cintura, yo intentando que él, sin resultado, se apiadara de mí y me dejara libre de esta tortura.

Por un momento me arrepentí de haberle pedido ayuda, no sabía ni en lo que estaba pensando cuando hice eso. Pero ver su sonrisa cuando yo daba un grito asustado o le pedía que no me soltara, eso no lo cambiaría por nada.

No era la sonrisa odiosa que siempre tiene cuando hace algo para molestar, no era la sonrisa de arrogancia que le dedica a cada una de las personas que se le acerca. Era una sonrisa de... ¿felicidad?

Se sentía bien, se sentió realmente bien pasar todo el rato juntos. El resto de los chicos estaban del otro lado de la playa así que nada interfería, su sonrisa era solo mía. Por primera vez estuve más de cinco minutos junto a él y no tuve deseos de estrangularlo ni necesidad de discutir hasta perder la cabeza. Él simplemente fue... lindo.

Luego de que me rendí ante sus lecciones básicas y él aceptó mi derrota, nos sentamos en la arena viendo la puesta del sol en silencio. Estaba todo tan tranquilo que incluso me hizo olvidar por un segundo. Pero fue eso, un segundo...

– ¿Soy una insensible por sentir felicidad en una situación como esta?

Aquella pregunta salió sin permiso de mis labios. No quise arruinar el silencio encantador de ese momento, pero me fue imposible. Dudé en levantar la mirada y cuando volteé a verle, tenía sus intensos ojos clavados en mí. Su expresión era seria pero rozaba la ternura.

– No, eso significa que aún estás viva y quieres disfrutar los pocos momentos en los que la tristeza no nos consume –me respondió directamente y algo dentro de mí se removió por la forma en que lo dijo– No tiene nada de malo intentar ser feliz.

Una lágrima se asomó en mi rostro pero Joshua fue hábil al hacerla desaparecer con mucha delicadeza. El roce de su dedo con mi piel hizo que me estremeciera.

– ¿Tienes frío?

– Un poco –disimulé.

Él alcansó su chaqueta de cuero que tenía a un lado y me la colocó por los hombros.

¿Quién es este Joshua? No lo conozco.

– No puedes llorar –me advirtió– Tienes que guardar esas lágrimas para cuando yo muera.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora