Capítulo 25

30 7 3
                                    

A veces sucede que te sientes como si ya no pudieras más. Quieres gritar, dejar todo y salir corriendo hasta que el cansancio no te deje continuar. Te sientes agotado, quieres alejarte de eso que te comprime el pecho, cambiar las cosas y hacerlas a tu manera sin que te importe nada más.

Así fue justo como yo me sentí allí. Pero por mucho que quise despertar de aquella pesadilla, no pude. Y ahora es como si las personas a mi alrededor tampoco quisieran que eso sucediera.

– Con Waylon fue la primera vez que murió alguien que te importaba, ¿Cierto?

– ¡Todos ellos me importaban!

– Lo sé, perdona. Me refiero a tus amigos más cercanos.

– Bueno sí, supongo.

– ¿Cómo se sintió?

– Fue... horrible. Algo así como si te cortaran una parte del cuerpo –respondí rememorando aquellos días– Aunque eso no se puede comparar con lo que sentí después... luego de que...

– De acuerdo, de acuerdo. Vamos despacio.

11 DÍAS ANTES

Diecinueve. Solo llevábamos allí diecinueve días y se sentían como una eternidad ¿Y saben cuál era la parte más triste? Que además de mí, solo quedaban 10 chicos con vida. La mitad de mi clase.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo tenía que despertarme otro día en la mañana y llorar la muerte de alguien? ¿Por qué? ¿Por qué demonios querría alguno de ellos hacer algo tan cruel y despiadado?

– ¡Anabel!

– ¿Eh? –volteé el rostro media distraída

– ¿En qué piensas tanto? –indagó Alice de forma graciosa.

– Solo... cosas.

– Cosas... ¿Cosas como qué?

– Cosas Alice, cosas.

La quiero con la vida pero a veces resulta muy cansante. Recuerdo aquella vez que, según ella, estaba discutiendo con un loro y solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta. Como yo lo veo está algo mal de la cabeza, su madre cree que su problemilla es producto a haberla dejado por horas frente a la tele cuando era pequeña, los médicos insisten en que debería ver a un psicólogo, pero ella asegura ser la persona más normal del mundo. Hasta donde yo sé, las personas normales no "discuten" con loros. En definitiva, yo he llegado a la conclusión de que no la podré tomar en serio nunca.

Estábamos casi todos sentados a la sombra de los árboles mientras desayunábamos lo habitual y algunos hablaban un poco. Ya el ambiente no se ponía insoportable cuando moría alguien. Supongo que era costumbre, pero una costumbre terrible. Allí ya no podía pasar nada que nos asombrara.

– ¡Yo flipo! –exclamó Alice en frente de mí con una sonrisa– ¿Joshua está sonriendo?

Seguí la mirada de Alice y me di cuenta que Joshua se acercaba junto a Bella y Jacob, charlando y riendo como cualquier adolescente de nuestra edad. También me llamó un poco la atención. Era la primera vez que veía sonreír a Joshua con otras personas. Nunca lo había visto tan alegre, su sonrisa nunca había sido tan amplia.

– Buenos días –dijo contento y se sentó a mi lado.

– ¿A ti qué bicho te picó? –le preguntó Alice con la frente arrugada.

– ¿Por qué siempre eres tan simpática? –ironizó él.

– ¿Y tú por qué estás tan sonriente hoy? –repuso ella.

– ¿Por qué no debería estarlo? –se rió y luego me miró pero en cuanto vio que mi rostro tenía una expresión neutra, dejó de reír y frunció el ceño– ¿Qué pasa?

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora