Capítulo 29

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– Menudo lío –dijo la inspectora un poco frustrada– Aunque debo admitir que Alice fue realmente inteligente cuando pensó en esa estrategia.

– Sí, no se le puede quitar el mérito, fue una gran idea, pero... ¡Ahhh! No sabe cuánto la odié en ese momento.

– Entiendo...

– Y luego... ¡Es tan frustrante! ¿Por qué no podemos ver el futuro y así evitar hacer estupideces?

– Las cosas habrían sido diferentes, ¿cierto?

– Muy diferentes.

– Lo sé, tuve tu edad y aunque no fue ni remotamente la misma situación, también me arrepiento de muchas cosas –asintió mientras pensaba en algo– A pesar de todo lo que pasó, te hubieras permitido una última vez, ¿verdad?

– Definitivamente.

Si hubiera sabido que le vería por última vez, me hubiera permitido como mínimo, un último abrazo.

7 DÍAS ANTES

Alice miraba a Joshua con horror, con tanto desprecio que me destrozada el alma. Y él solo la retaba con la mirada, parecía como si le diera igual todo lo que estaba sucediendo.

– Esto no demuestra nada –dije con firmeza.

– ¿Ah no? Porque para mí está más que claro.

– ¡Pudo ser una coincidencia, Alice!

– ¡¿Pero qué es lo que pasa contigo?! ¡¿Abre los ojos de una vez?! ¡No se qué otra prueba quieres para darte cuenta!

¿Prueba? Prueba es ver como toma un cuchillo y asesina a alguien, prueba es ver cómo entra al agua y los ahoga. ¡Eso es una prueba! ¡No puede estar segura de nada por el simple hecho de sospechar!

– Estuviste de acuerdo en hacer esto, ¿y ahora no le quieres hacer frente? ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso él te hechizó?

– Sí, y también a la Bella Durmiente. ¿Qué te parece? Sigue, sigue, cúlpame de todo, incluida la muerte de tu gato porque está claro que ese misterio aún no se resuelve -dijo Joshua con ironía.

– ¿Te hace sentir mejor esconderte detrás de tus bromas? Eres un hipócrita mentiroso. No sé como tienes el coraje de despertar cada mañana y fingir que la quieres –dijo ella señalándome– Porque, no nos engañemos, un monstruo como tú no ama a nadie.

– ¡Alice! –estaba a punto de enloquecer, no podía creer que ella estuviera diciendo esas cosas.

– Definitivamente a ti no te quiero nada –le dijo él– Has destruido el poco aprecio que te tenía.

– ¿Me matarás entonces?

– No me tientes.

– ¡Joshua! –en ese momento estaba fuera de mí, no podía pensar con claridad y ellos no estaban ayudando para nada– ¡Hay bromas que tiene un límite!

– ¡Que no es una broma, Anabel! ¡Entiéndelo de una maldita vez! –me gritó ella y luego se marchó.

Las próximas tres horas estuve sola, apartada de todos, no quería escuchar siquiera mi propia voz. Necesitaba ordenar mis pensamientos, necesitaba que el tiempo se detuviera para poder tener claro qué era lo que debía hacer, aunque tampoco es que pudiera hacer la gran cosa.

Por mucho que le supliqué a Alice una y otra vez que no contara lo que había pasado, no me escuchó. Se lo dijo a todos y entonces fue como si Joshua se convirtiera en el apestado del pueblo, lo habían coronado como un verdadero psicópata.

Lo que más me molestaba era que él no se defendía. ¡Cielos! ¡Odiaba eso! Se limitaba a sonreir como si nada y fingía no estar escuchando lo que los otros decían.

– ¡Ana! –llegó sofocado luego de un rato, como si hubiera estado corriendo pero seguía sonriendo– ¿Por qué estás aquí?

– Solo quería estar un rato a solas.

– Vale, no seré yo el que lo impida –dijo y me dio un beso en la frente– No te alejes mucho de la playa, solo lo necesario, cuídate, mantente cerca de Bella y Jacob y aliméntate bastante para que no enfermes, ¿ok?

– ¿Por qué me estás diciendo eso ahora? –pregunté con el corazón en la boca.

– Sé que prometí no alejarme pero ahora mismo no puedo mantener esa promesa –me abrazó con fuerza y luego volvió a sonreírme– Te quiero.

Fue la última vez que lo ví. Salió corriendo y aunque mi mente me decía que me levantara y fuera tras él, mis pies no se podían mover. No sé por qué no lo hice. Cuando reaccioné ya era muy tarde, así que volví a nuestro sitio habitual, preguntando e intentando entender qué pasaba, pero allí solo estaban las chicas y Jacob. En ese momento entendí realmente lo que Joshua me había dicho. Se había escapado, huía de James y de Edward. Habían hecho votaciones excluyéndonos a Bella, Jacob y a mí, y por desición unánime, estuvieron de acuerdo para encerrarlo en una de las bodegas del Yate. Así que él simplemente se marchó, como si fuera un criminal, como si fuera un fugitivo en búsqueda y captura.

Yo solo supe llorar, sí, llorar. Lloraba una y otra vez, no importaba cuánto Bella intentara consolarme, no podía detenerme. ¿Por qué se tuvo que ir? Dudo que entre James y Edward pudieran siquiera ser capaces de tocarle un pelo. ¿Por qué tuvo que marcharse? Era triste tenerlo a mi lado mientras escuchaba cómo lo acusaban, pero fue mucho más triste el sentimiento de vacío que me dejó cuando se marchó.

¿Estará bien? ¿Habrá comido? ¿Y si está herido? ¿Y si enferma? ¿Y si el asesino lo encuentra? Eso era en lo único en lo que podía pensar mientras los demás no hacían más que recordarme lo inhumano que era Joshua.

– No los escuches –me pidió Bella– No te enfades o te entristezcas, no les des ese placer.

– Es que duele, duele mucho –logré decir mientras las lágrimas amenazaban con volver a salir– Más cuando Alice me mira de esa forma... no puedo soportarlo.

– Pues no la mires tú a ella, solo ignórala.

– ¿Por qué tú...?

– ¿Por qué no actúo como ellos? –terminó de hacer mi pregunta y vaciló un poco antes de responderme– No es Joshua, no es él.

– ¿Cómo estás tan segura?

– ¿Acaso tú lo dudas? –me preguntó con asombro.

– ¡No! Eso nunca –respondí inmediatamente– Solo quiero saber cómo es que tú estás segura.

– Solo... lo sé.

– ¿Lo sabes?

– Por alguna razón... Sé que él no es el asesino.

– ¿Pero cómo...?

– Hora de dormir, Ana –me cortó– Lo idiotas estos dicen que vigilarán la noche entera pero por alguna razón, sé que eso no servirá de nada.

– Por alguna razón... tú sabes algo.

– Tonterías mías –quiso restarle importancia– Tú duerme, que lo necesitas bastante.

Mentiría si dijera que no me dolió que Gaby muriera esa noche, a fin de cuentas no soy una insesible. Mentiría si dijera que lo sufrí demasiado, a fin de cuentas no le tenía ni gota de aprecio. Lo que en verdad me impactó de una forma extraña, fue que James muriera al día siguiente. Me hizo recordar que por él fue que enpezaron todas las sospechas de un supuesto asesino entre nosotros, me hizo recordar cuando me dijo que le gustaba y lo bastante bien que se tomó mi rechazo, me recordó su enpeño por reparar el Yate y así una serie de pequeños detalles en los cuáles nunca me había detenido a pensar antes. Sus padres estaban del otro lado del mundo, con tranquilidad, quizás hasta sonriendo, sin saber que en una pequeña Isla, alguien acababa de asesinar a su único hijo.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora