Capítulo 16

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Vi como se le iluminaron los ojos y sonrió ligeramente. Se notaba que ya habíamos entrado en la parte de más interés para ella, esa parte donde te das cuenta realmente de cuánto disfruta hacer su trabajo.

Yo estaba enojada por eso, por ver cómo lo disfrutaba. Sé que su actitud no es por lo sucedido, sino por saber lo que sucedió, pero aun así no me gustaba, no quería que sonriera.

– Curioso –asintió muy despacio– Justo chocó contigo, justo te lo contó a ti...

– Por favor, ahórrese las ironías.

– De acuerdo –se levantó de su silla y comenzó a dar vueltas por toda la sala hasta que volvió a su sitio pero no se sentó, simplemente apoyó sus manos sobre la mesa y se inclinó hacia mí; si buscaba intimidarme para que la dejara hacer o decir cualquier cosa, lo consiguió– ¿Qué pensaste sobre eso? Quiero saberlo.

17 DÍAS ANTES

Volví a mirarlos uno por uno detenidamente. No se me ocurría alguien en quien sospechar, alguien en quien pudiera pensar y decir: Puede ser él. Es que eso no era lógico para nada. Los vi crecer, los conozco de toda la vida, somos amigos, entonces cómo... ¿Cómo podría alguno de nosotros hacer algo así?

Las miradas fugaces que me daba James no dejaban de incomodarme, porque cada vez que le veía recordaba lo que me había contado. Y no es muy lindo saber que uno de tus amigos es un asesino.

– ¿Te pasa algo? –la voz de Alice al acercarse a mí me hizo dar un brinco– ¡Cielos, mírate! Estás pálida.

No es Alice, no es ella, no puede ser ella. Su mejor amigo murió, no pudo haber sido ella, ¿verdad?

No, claro que no, ese pensamiento era absurdo.

– Estás así desde ayer. ¿Debería preocuparme?

– No, solo estoy algo cansada.

– Espera aquí, voy a buscar algún calmante o cualquiera de esas chorradas al yate, ¿vale? –asentí y ella se marchó.

Odié a James en ese momento. Hubiera preferido que no me dijera nada. ¿Por qué le tuve que insistir? Ni siquiera dormí esa noche, no sabía cómo iba a seguir con todo eso.

¿Qué pasaría si todos se enteraran? Sería un caos. Todos desconfiando de todos... No quería ni imaginarlo.

– Ten, toma esto –pidió Alice y acepté lo que me extendía– Te va a relajar.

– Gracias –sonreí sin ganas– ¿Tú cómo estás?

– Se lleva lo mejor que se puede, pero era como mi hermano ¿Entiendes? Ni siquiera se compara con la tristeza que he sentido las otras veces.

De repente tuve miedo. Yo no había perdido a nadie que me importara tanto ¿Pero y si sucediera? Creo que no lo soportaría.

De la misma forma en que no soportaría eso, no soporté estar allí en ese momento así que me marché de la playa ignorando las preguntas de Alice por completo. Me adentré por la Isla sin rumbo alguno, solo quería alejarme de todo y de todos, pensar con claridad.

Llegué hasta la cascada y me senté al borde mientras veía el agua caer. No pasó mucho tiempo hasta que sentí unos pasos detrás de mí e inevitablemente eso me hizo sonreír.

– ¿Qué haces aquí? –dije sin darme la vuelta.

– ¿Cómo sabías que era yo?

Me giré y no sé si la decepción que sentí fue porque no era la persona que estaba esperando o porque era la persona que menos quería ver en ese momento.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora