Capítulo 27

22 8 0
                                    

Se podría decir que esta es la parte de la historia que en realidad voy a odiar contar. Y tampoco es que recuerde muchos detalles, para mí aquellos últimos días están como nublados. Quizás es porque las lágrimas que cubrieron mis ojos todo ese tiempo me impidieron ver con claridad.

¿Pero qué más podía hacer? Solo me quedaba llorar y reclamarle a mi corazón por ser tan idiota.

¿Por qué tuve que...? ¡Cielos, fui muy tonta! Pude haberme evitando mucho dolor. Si pudiera, regresaría el tiempo atrás solo por eso... solo eso... lo haría diferente.

Ahora... ahora ya no importa. El daño está hecho. Fue mi culpa. Por lo menos eso sí fue mi culpa. Y no creo que haya forma de reparar ese error porque ni siquiera yo puedo perdonarme. Por mucho que digan que todo está bien, que no tengo por qué sentirme mal, que yo no tenía por qué saber... aún así, me siento como la peor persona del mundo. Soy responsable de mi dolor y de haber causado dolor.

9 DÍAS ANTES

– ¿Qué demonios me están viendo? –gruñó Joshua

Nadie le respondió, siguieron mirándolo con el mayor desprecio con que se puede ver a una persona. Y a mí me inundó el pánico. No quería que ellos creyeran que Joshua era un asesino, no quería que sospecharan de él. Pensaba que, de todos los que estábamos allí, ¿por qué tenía que ser él?

Dio media vuelta y se marchó con furia adentrándose en la Isla. Quise ir detrás de él pero los chicos lo impidieron cuando me sujetaron por los brazos. No quería que Joshua se marchara así, no quería que se fuera solo, no era bueno que se enfadara, así las cosas nunca terminaban nada bien.

– ¿Qué quieren, eh? –pregunté con brusquedad una vez que volteé a verlos y me solté del agarre que Alice había hecho en mi brazo

– Anabel, sabemos que están juntos pero...

– Pero nada, Steve –lo corté antes de que dijera algo de lo que pudiera arrepentirse– ¡¿Qué les pasa?!

– Pasa que probablemente estés enamorada de un asesino -dijo Alice.

– No lo dices en serio, ¿verdad? –cuando la miré se me comprimió más el pecho– No te entiendo. ¡Estamos hablando de Joshua! ¡Hasta hace unas horas ibas dando saltos de alegría por lo nuestro!

– ¡Porque resulta que hasta hace unas horas no me había percatado del tipo de persona que es él! –me respondió a gritos– ¡¿Es que no te das cuenta o en serio no lo quieres ver?!

– ¡Eso es una estupidez, Alice! ¡¿Después de todo lo que ha pasado vas a creer en lo que dice este idiota?! –pregunté señalando a Edward– ¡¿Por qué tiene que ser Joshua entre todos nosotros?!

– ¿Entonces quién, eh? ¡Dime! ¡¿Quién va a ser?! –continuó a pesar de que veía las lágrimas acumuladas en mis ojos.

– ¡No lo sé! ¡No lo sé pero no es él!

– ¡Despierta, joder! En el fondo estás consciente de ello y para cuando quieras aceptarlo ya será demasiado tarde. ¡Es que no sé por qué siquiera lo discutimos cuando sabemos de sobra que es una persona violenta!

– ¡Eso no es verdad!

– ¡Sí lo es!

– ¡Cállense de una vez! –el tono irritado de Bella hizo que nos quedáramos en silencio y en verdad estaba agradacida porque ya no me quedaban fuerzas para seguir aquella discusión– ¡Nadie tienen una maldita prueba así que cállense de una vez!

Alice me destrozó en ese momento. Ella siempre fue una persona conformista, nunca pensaba por su cabeza, se dejaba envolver por lo que otros decían sin detenerse a escuchar lo que en realidad creía, por nada del mundo le llevaría la contraria a alguien que le diera "argumentos razonables", simplemente comenzaba a creer lo que esa persona le hacía ver. Y eso es lo que no me gustaba. Normalmente, cuando debía ser de por ella, decía lo que le daba la gana, entonces... ¿Por qué en estos casos no podía usar su cerebro ella solita? Quizás por aceptación, porque temía quedarse sola si no lo hacía.

Pero los amigos no son así, los amigos no te imponen lo que ellos piensan, los amigos no son para decirte lo que puedes hacer y lo que no, los amigos no te limitan, te dan alas. Y si eres incapaz de hacer algo por ti mismo, porque antes debes ver qué le parece a otro, lo siento pero tú no eres su amigo, eres su esclavo.

Había intentado que Alice se diera cuenta de eso, pero de nada servió. No comprendía que es bueno dar pero es bonito que te retribuyan algo que se llama agradecimiento, que está bien querer ser aceptado pero no pisoteado y usado solo cuando es conveniente. Porque en las malas todos necesitan a sus amigos, necesitan ayuda, necesitan de un favor, ¿pero esos supuestos amigos se acuerdan de ti en medio de su felicidad? ¿La comparten contigo?

Y me dolía. Me dolía que no lo viera, me dolía que pensara que necesitaba el amor de todos cuandos había alguien que la quería de verdad, me dolía que estuviera del lado de esos idiotas, dolía que me abandonara cuando era justamente en ese momento donde más la necesitaba.

– ¡Joshua! –comencé a buscarlo por todos lados pero no obtenía ninguna respuesta– ¡Joshua! ¡¿Dónde estás?!

Me había adentrado en la Isla sumergida en mis pensamientos y ni siquiera me di cuenta de todo lo que había caminado. Ya debía haberlo encontrado, tampoco es que ese lugar sea tan grande. Justo cuando estaba por rendirme lo vi entre unos árboles a la orilla del río, haciendo saltar algunas piedras con rabia.

Ni siquiera se molestó en mirarme cuando llegué a su lado. Siguió con su juego estúpido pero yo no me iba a conformar con que me ignorara, así que le arrebaté las piedras de las manos y no hizo más que levantarse y pasarme de largo.

– Vine aquí para conversar contigo así que no finjas que no me ves –dije provocando que se detuviera y se girara hacia mí.

– ¡Pues entonces fíngelo tú! ¡Finge que no me haz visto y sigue tu camino! –me respondió con molestia– ¿No te hartas de lidiar con mi mal humor? Solo intento quitarte esa carga así que no lo fastidies.

– ¿Entonces qué quieres? ¿Qué deje de hablarte?

– Es una opción –dijo encogiéndose de hombros– Así al menos te libras de ser acusada de cómplice de asesinato.

– Nadie me va a... –suspiré totalmente cansada de aquella situación– Joshua, no me importa lo que los otros digan, yo creo en ti. Te prometí eso y tú me prometiste a mí que no te alejarías así que deja lo que sea que estés haciendo

– Está bien, de acuerdo, como sea.

Me conformé con esas cortas palabras en aquel momento.

Fue un día intenso, lleno de miradas y murmuraciones. Quise gritarle a todos y callarlos de una vez, solo que me contuve por Joshua. Pero en la mañana ya Steve había muerto y las murmuraciones tomaron un tono mucho más alto.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora