Capítulo 8: Confianza

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Al día siguiente, y luego de haber desayunado con Samantha, me dirigí a la empresa para poder adelantar un poco de trabajo antes de ir a casa de mi madre para hablar con ella y con mis hermanas, respecto a la decisión que había tomado

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Al día siguiente, y luego de haber desayunado con Samantha, me dirigí a la empresa para poder adelantar un poco de trabajo antes de ir a casa de mi madre para hablar con ella y con mis hermanas, respecto a la decisión que había tomado.

Y si debía ser honesto, sabía que había hecho lo correcto al insistir en quedarme con Sam, su mirada agradecida de esta mañana me lo dio a entender, no me lo diría, pero su mirada expresaba mucho más de lo que ella pensaba.

—Mildred, te quiero ver en mi oficina en quince minutos, por favor, tendremos un día largo.

—Sí, señor.

Nos mantuvimos toda la mañana ocupados con algunos permisos que habían vencido, hasta que decidimos tomar un descanso para almorzar a horas del medio día. Mientras comía algo rápido, con mi asistente en la silla de enfrente como compañía, le escribí un mensaje a Samantha, para hacerle saber que probablemente llegaría tarde ese día.

¿Te has sentido bien? Tengo mucho trabajo :( Puede que llegue tarde.-Harry

Sí, gracias por preguntar, almorzaré con un amigo, y de acuerdo, no te preocupes, nos vemos más tarde.-Samy

¿Comerás algún antojo?.-Harry

Si de antojos se trata, por alguna extraña razón quiero mucho queso, pero me limitaré a una ensalada.-Samy

Una risa baja se escapó de mi garganta, captando brevemente la atención de mi asistente, carraspeé mi garganta volviendo a mi porte serio, mientras se me ocurría una idea para más tarde.

Bien, cualquier cosa no dudes en llamarme, ¿de acuerdo?.-Harry

Dejé el celular a un lado dándome cuenta que no respondería, y que debía prepararle algo más sustancioso para la cena, esa ensalada no alimentaba a nadie, sabía que le daba miedo vomitarlo, pero debía comer bien.

—Vamos, Mildred, come, come, pareces un pajarito.

Ella rió divertida y luego de veinte minutos, retomas el ritmo.

Cansado del día tan largo en la oficina, decidí aparecerme en casa de mi madre a eso de las cinco. Cuando entré, Hannah se encontraba ocupada preparando unos cupcakes en la cocina.

—Hola mamá—me acerqué a ella para abrazarla en cuanto se percató de mi presencia. —¿Y las chicas?

—Están con su padre—murmuró como si nada, concentrada en la decoración. —Los llevaré mañana a la clínica, llegaron nuevos niños al ala de los pacientes oncológicos—los señaló. —¿Te gustan?

—Están preciosos—acaricié su espalda con cariño, sabiendo que le dolía toda la situación con mi padre a pesar de que no lo demostraba, de esta manera trataba de transmitirle mi apoyo.

Sorpresa Agridulce Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora