Capítulo 9: Estos sentimientos

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Más tarde ese mismo día, se me haría imposible conciliar el sueño

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Más tarde ese mismo día, se me haría imposible conciliar el sueño.

Un varón.

Ella tendría... un varón.

Escuchar esa revelación hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, a diferencia de Samantha, quien parecía verdaderamente asustada por los truenos que no paraban de resonar, la tormenta afuera era fuerte, pero nada comparado con la revolución dentro de mí. Sabía que el bebé no tendría por qué vivir lo mismo que yo, que esos años difíciles en los que tuve que aprender a madurar rápido para ayudar a mi familia solo formarían parte de mi historia, de nadie más, pero... el miedo no entendía de razones. Mi madre también pensó que tendría una familia tranquila y feliz, y aunque ahora la tenía (habiéndonos esforzado para ello), las cicatrices estarían ahí, por siempre.

Cuando sentí a Samantha removerse una vez más por culpa de otro trueno, decidí que lo mejor sería acercarme, si seguía así no podría dormir y ella lo necesitaba, por lo que sin preguntar, me levanté de mi improvisada cama (hacía unas noches había traído el colchón del otro cuarto), me detuve del lado que ella no ocupaba, levanté la sábana y me acosté a su lado.

Irónico, ella le tenía miedo a los truenos y yo a la idea de un bebé.

—¿Te incomoda? —pregunté, con ella nunca estaba seguro de nada. Sin embargo, al verla negar lentamente, me relajé por completo.

Sentí mi corazón bombear un poco más rápido al tenerla tan cerca, y un mueca llena de preocupación se instaló en mi rostro al verla cerrar los ojos y temblar nuevamente, realmente le tenía fobia. Me acerqué más a ella, colocando una de mis manos sobre su cintura, abrió rápidamente los ojos, encontrando alivio en mi gesto, por lo que procedí a acariciarla lentamente. Mantuvimos la mirada, tan solo observándonos en silencio, hasta que Sam imitó mi acción, comenzando a acariciar mi brazo tatuado.

—Mi papá murió cuando me gradué de la universidad—comentó en voz baja, captando aún más mi atención. —Mamá nunca tuvo... mucho aprecio por su única hija, digamos que siempre quiso un varón y para sumarle a eso que estudiara algo relacionado con las artes no la hizo quererme mucho, ella siempre quiso que eligiera una carrera relacionada a la medicina—mi corazón dolió al ver la tristeza en su rostro, la cual trataba de ocultar. Pensaba que por no verme a los ojos, no me daría cuenta, o tal vez, no quería que la viera de esta forma... Débil. Porque a pesar de sus tantos desagradable síntomas, nunca la había visto de esta manera. —Desde los dieciocho me mudé a un apartamento cerca de la universidad para vivir sola porque realmente no soportaba a mi madre, también comencé a trabajar a esa edad y prácticamente quedé sola cuando papá murió—se encogió de hombros. Apreté su cadera con suavidad para infundirle un poco de apoyo. —Él era mi único y verdadero apoyo, ¿sabes? Nunca conocí a ninguno de mis abuelos y los pocos tíos que tengo no viven en la ciudad, tampoco fuimos una familia muy unida, yo... lo que quiero decir con todo esto es que solo me he tenido a mi para sobrellevar las cosas, para progresar o salir de algún aprieto—finalmente mi miró a los ojos. —Por eso soy como soy.

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