Epílogo

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Eva y Evelyn

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Eva y Evelyn.

Si creía que mi corazón no podía albergar más felicidad de la que ya conocía, estaba totalmente equivocado. Conocí a los otros dos amores de mi vida un 15 de agosto, a las 5 y 30 de la tarde. Sus gritos llenos de vida fueron un alivio inmenso, calmando el miedo que tanto Samantha como yo habíamos estado cargando desde que supimos la noticia, puesto que aunque nunca lo demostré frente a ella, yo también estaba totalmente aterrado. Sin embargo, cada minuto, cada día buscando a los mejores doctores y rezando para que todo saliera bien valió completamente la pena.

Al regresar a casa del hospital, le presentamos las gemelas tanto a Thunder (el cual las olisqueó moviendo su cola sin parar), como a su hermana mayor la cual parecía verdaderamente fascinada. El psicólogo, un señor agradable amigo de Samantha el cual nos shippeaba, nos recomendó implementar una rutina donde no descuidáramos a Madeline para que no se sintiera desplazada, así que desde el primer día estuvo involucrada en todo tipo de elecciones relacionadas a las bebés. Había funcionado ya que, para nuestro alivio, no hacía más que decir que deseaba cargarlas y darles cariñitos.

Me tomé una licencia paternal para estar con Sam atendiendo a las bebés en casa, ya que si un bebé era difícil, dos era... agotador. Aunque había tenido experiencia con Madeline, nada te preparaba para cambiar a dos bebés llorosas al mismo tiempo o a usar ambos brazos como cunas.

Lo amaba aun así.

Esas niñas eran la luz de mi vida, y junto a Madeline, sabía que harían de mi lo que quisieran

Esta oportunidad de estar en casa era la excusa perfecta para probar el nuevo CEO que había colocado a manejar la empresa. El chico lo hacía bien, pero me gustaba mostrarme serio y poner cara de matón cada vez que hacíamos videollamada. Me agradaba que no fuera un mocoso con ínfulas por haber tenido el mejor promedio de su carrera, pero debía tener claro que a pesar de que estuviera en esa posición, no podría reemplazarme. Samantha decía que solo lo hacía porque me divertía actuando como matón y no pude negarlo, el rostro del chico era un poema cada que me le quedaba mirando esperando las explicaciones que le pedía por ciertos puntos a tratar.

Pero volviendo al punto principal, Eva y Evelyn terminaron siendo lo más cliché en el mundo de los cliché de las gemelas.

Mientras una dormía la mayor parte de la noche, la otra se despertaba cada cuatro horas exigiendo alimentarse de Samantha.

Mientras una era escandalosa al llorar, la otra era más callada y no sabías que estaba llorando hasta que veías su rostro empapado de lágrimas.

Mientras una era más delicada al comer, la otra hacía la hora de la comida una hora loca donde el perro terminaba comiéndose las sobras que lanzaba al suelo.

Eran una bomba explosiva juntas, eso sí. Demasiada energía, desde las siete que se despertaban hasta las ocho de la noche eran risas por acá y gritos por allá.

Sorpresa Agridulce Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora