Capitulo 4 (Sirveme)

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Después de ese momento, el pelirrojo ariano, por fin pudo retirarse a lavarse.

Al desnudarse, pudo verse atento, su cuerpo presenta, moretones, marcas de dientes y chupetones que le ha hecho Itiá, suspiro al tocarlas, dolían un poco, pero las sentía demasiado bien.

Su parte trasera, le dolía mucho, más sentía agradable la antigua sensación, el agua tibia cayendo por su cuerpo adolorido, fue como una forma de sentirse amado nuevamente, sus propias manos acariciando las diferentes zonas que le dio satisfacción.

El corazón latiendo, su cuerpo se volvía a calentar, esto lo alarmo, pero no podía negarse a sentirse demasiado bien, con los recuerdos.

Su mano no sería suficiente para calmase, pero ya no podría hacerlo por sí solo.

Se calmó a su mismo como pudo, es increíble la capacidad que el Aries de esta generación posee, después de ser tomado toda la tarde por el patriarca con una gran represión en el ámbito sexual por bastante tiempo, no debía tener necesidad de hacerlo de nuevo, pero no podía calmarse aun con todas esas marcas.

Incorrectamente pensó que esa muestra de sexo, podría darle cabida a otra emoción, mas no pensaría en eso mucho tiempo, deseaba descansar después de estar limpio y relajado.

Dormir en su cama, sería suficiente para recuperar energía.

En la privacidad e su habitación, se acostó sin prenda alguna, el toque de sus sabanas le parecía agradable.

-Patriarca... ¿Me necesitara mañana?- Sonrió feliz de estar cerca del pelinegro, aunque sea como su juguete sexual, es el único que tiene ese derecho.

Mas no es la mejor forma de sentirse querido, cuando solo es de una parte.

---Aposentos del patriarca---

De igual forma Itiá se encontraba ya descansando en su cama, pero no cierra aun sus ojos, sonrió bastante satisfecho, recordando como logro someter al primer guardián, tan orgulloso, jactándose de ser fuerte y el más cercano al patriarca.

Le enseño que si bien es el más cercano, también puede ser tratado como desee el regidor del santuario.

Contuvo sus deseos sexuales por años, y se descargó por completo en el cuerpo de ese peligroso, tan joven y delicada su piel, que pudo disfrutar de aquello.

Sus deseos fueron saciados solo ese día, pero lo más seguro es que pronto necesitaría de nuevo a Aries.

-Lo más seguro es que mañana, vuelva a tener un cuerpo decrepito, pero cuando quiera, volverle a ser joven por unas horas y te tendré- Sonrió lascivamente, como si pudiera ver al pelirrojo gimiendo por su pene.

Sus palabras, solo plasman sus instintos más bajos, demostrando su superioridad por ser una autoridad en el santuario.

Nada se le niega, y sobre todo Gateguard no lo haría.

Tal vez por un momento cruzo por su mente, he hecho de haberlo escogido, cuando se supone que lo encontró de pequeño, cuido y crio de una forma casi paternal, pero eso no importó en cuanto lo vio madurar.

Sus insinuaciones dejaron de ser inocentes en su retorcida mente, entendió que esos días que paso escuchándolo, pidiéndole concejo y haciendo su reporte después de cada misión.

Por lo tanto deseo tenerlo para él solo desde una tempana edad, manipulándolo de alguna forma que solo él podía hacer para que el ariano pelirrojo, se volviera bastante arisco con todos.

No lo hizo conscientemente, para ser evidente, pero si le mostro que podría ser superior a los demás y alimento esa arrogancia.

Siguió recordando sus perversiones hecha realidad, mientras volvía a masturbar su pene, los gemidos del ariano están clavados en su mente, sonrió solo imaginándose ¿Que le podía hacer la próxima vez?

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