Capítulo 9 -Interrogatorio-

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Por la tarde de ese mismo día, Kirishima decidió acercarse a su grupo de amigos. Mina ya estaba otra vez riendo junto a ellos, al parecer, no le habían llegado a hacer nada, ya que un hombre los encontró antes siquiera de salir del barrio.

Explicó que su desconcierto al llegar era por una especie de droga que le habían suministrado cuando la raptaron, pero había tenido mucha suerte.

Bakugou también estaba ahí, escuchando atentamente. Algo más aliviado de que Mina estuviera bien, a pesar de que los fantasmas seguían rumiando en su cabeza.

-Bueno, chicos- La pelirrosa sonrió, una vez más. Era el sol de la Bakusquad. Y el calorcito siempre venía bien en tiempos fríos -He traído...- Rebuscó entre su enorme bolso. Bakugou siempre hacía la broma de que pesaba 2 toneladas y que del esfuerzo de llevarla, Mina se había vuelto rosa -Tachaaaan- Mostró un disfraz de conejito. Especialmente, miraba a Kaminari, con una sonrisa pícara en el rostro.

-¡No!- Gritó a todo pulmón el rubio, tratando, en vano, de huir de la chica que en ese instante le estaba inmovilizando.

-¡Sí! Que quiero hacer una foto para el blog de moda- Justificó, antes de sacudir sus manos tras haber terminado -Listo.

Las miradas viajaron sobre el peludito disfraz. Daban ganas de abrazarlo. Incluso Bakugou sonrió un poco. Contemplaron la escena hasta que un flash les cegó por completo.

-¡TE MATARÉ!- Katsuki se frotó los ojos.

-Eso si puedes verla...- Se escuchó a Sero por detrás. Lo dijo muy bajito, pero a veces el silenciador es una ayuda para cabar tu tumba.

-SHINEEE.

Por ese instante, todo pareció volver a la normalidad. Gritos, risas, bromas, burlas. Sí, la Bakusquad en todo su esplendor.

Y, claro, todos le escuchaban desde abajo. En especial, un pequeños grupo que reposaba en los sofás del salón, acunando a Deku.

Tengo que admitir que Todoroki sintió como una llama inundaba su pecho, llenándolo de plenitud. Todo, por escuchar a Katsuki volver a gritar.

Le había visto salir de la habitación, bastante decaído. Y no le gustó la impotencia que sintió por no poder ayudarle. Por no poder abrazarle. Por no ser Kirishima.

¿Celos? No lo sabía, pero le encantaría poder acercarse un poquito a Katsuki. Tan solo un poco, que le demostrara que podía seguir y seguir, hasta conocer las curvas de sus labios, de su cuerpo. Incluso la de su ceño fruncido.

-Todoroki-kun- Uraraka le tocó el brazos, ya que Deku ya se había dormido y, probablemente, si seguía meciendole, despertaría.

-Ah, sí- Detuvo el vaivén de golpe, lo que provocó que Izuku se removiera y, por consecuencia, todos contuvieran la respiración.

Cuando volvió a acomodarse, volvieron a respirar.

-Te noto distraído, kero- Admitió Tsuyu, mirando a Shoto con confusión.

-Iba a decir lo mismo. No rindes igual en clase, has de ponerte las pilas- Recriminó esta vez el delegado, moviendo las manos como si fuera un robot.

-¿Te gusta alguien, Todoroki-kun?- Irrumpió esta vez Uraraka, acercándose, igual demasiado, e invadiendo su espacio personal.

-¿Gustarme?- Su corazón se aceleró en su caja torácica. Ansiaba negarlo, pero las 2 mariposas de su estomago impedían negar lo innegable -No sé...- Sus mejillas se vistieron con su prenda más roja. Era increíble como una persona podía derrumbar su fortaleza y, no solo eso, también hacer una especie de efecto dominó que girara por completo sus habituales expresiones.

Un grito fangirl escapó de los labios de Uraraka, a la vez que daba saltitos en el sitio.

-El amor incrementa las endofrinas de la felicidad- Dijo Iida, alegre por su amigo.

-No me lo esperaba, kero.

-¿Y dinos, quién es la afortunada?- Poco a poco, los chicos se fueron poniendo en torno a Todoroki.

Este, se mantuvo en silencio un largo rato. No se veía capaz de pronunciar las palabras que se iluminaban de color rojo fosforito en su mente. De hecho, hasta hacía 4 días, sentía rechazo hacia el rubio.

Pero digamos que... Poco a poco le fue empezando a atraer. No sabía por qué, igual por lo responsable que era. O lo fuerte que parecía y, a la vez, era un trocito de pan. A lo mejor fue el trato hacia Midoriya lo que le llamó la atención.

O, para qué mentirse, sus ojos escarlata, tan afilados como dagas, pero un arma de doble filo. Cargados de cariño a su vez. Unos que te dejan marca en el corazón y alma, por su intensidad.

-No es chica- Dijo al fin, rompiendo el silencio que se había formado a su alrededor, para dar paso a una mascletà de voces ahogadas.

-¿Cómo?- Preguntó Uraraka, algo afligida. Igual había escuchado mal.

-Es Bakugou.

Una bomba tras otra, sus amigos no podían asimilarlo.

El más guapo de la clase era gay y estaba enamorado del otro partido, aunque agresivo.

-No me lo esperaba, kero- Tsuyu pareció la que mejor se lo tomó. Su pacífico rostro no había variado demasiado. Tan solo sus cejas se habían subido a una muntaña rusa durante un instante, pero luego volvieron a su cauce.

Todoroki esperó cualquier otro comentario, pero no llegó. Sus amigos estaban muy descolocados. Uraraka, se había quedado mirando a la nada, como si hubiera sufrido un cortocircuito. Iida, simplemente, mantenia su semblante serio, sin apartar la mirada del bicolor.

Y, Todoroki, estaba más preocupado de sus sentimientos que de lo que acababa de decir.

Más que nada, porque la preocupación le estiraba de sus entrañas desde que vio esos ojos tristes de Bakugou.

Fue por eso que, tras asentir, en un arrebato subió al segundo piso, dejado descolocados a sus amigos en el piso de abajo.

Sus pies se movieron solos, siguiente un hilo transparente que le incitaba a seguir adelante. La mente iba por otro lado. Gritaba. Dudaba. Preguntaba.

Y Shoto no tenía respuestas.

Cuando se dio cuenta, estaba frente a la puerta de Kirishima, pues supuso que ahí estaría.

Tomó aire. Dos veces. Nunca le había costado tanto acercarse a hablar con alguien. Nunca le había costado tanto dejar la mente en blanco.

Nunca había sentido algo parecido por alguien.

Levantó la mano. Le parecía que todo iba a cámara lenta.

Y, cerrando los ojos, efectuó el gesto, esperando la madera que nunca llegó. En su lugar, tocó algo más blandito, aunque áspero. Así que, sus heterocromías volvieron a visualizar la luz. Eso no era el tacto de una puerta.

-¿Qué mierda, bastardo?- Bakugou, apareció frente a él. Le pareció que su cabello deslumbraba el pasillo. Que sus rubíes penetraban su alma. Que su ceño fruncido se acomodaba a la perfección en su rostro, ganando, a su vez, la posición en su corazón, que latía desenfrenado.

-Esto...- Reparó en que tenía las pestañas levemente maquilladas, y no pudo evitar que una sonrisa leve se alzara en sus labios. Debía decírselo. Era el momento. Decirle que se sentía perdido a su lado. Que le hacía sentir cosquillas en el estómago. Que le encantaría ver como el sol del atardecer alumbraba su rostro.

Que quería acariciar esos labios rosados con los suyos.

La casa por el tejado [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora