Capítulo 12 -Maquillaje-

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Las farolas parecían indicarles el camino. Kirishima iba un poco por delante, junto a Mineta, aprovechando para dejar a su mejor amigo y Todoroki solos, caminando bajo la luz de la luna.

-Has sido valiente- Dijo Shoto, con una voz grave que le caracterizaba. Una mirada se escapó de su control, pero Bakugou no se dio cuenta. O eso pensaba, ya que no había reaccionado.

-Bastardo, podría haberlo hecho cualquiera- Lo último, lo murmuró, acompasado por una nube de vaho que se formaba debido al frío -No ha sido para tanto.

Pero los dos sabían que sí lo era.

Bakugou, una vez más, había enfrentado al miedo. Ese que paraliza. Ese que se apodera de tu conciencia. De tus sueños. De tus motivaciones y objetivos. El rubí de la corona de oro de la cobardía.

No dijeron nada más, pero no hizo falta. Katsuki retenía la sonrisa que quería surgir en sus labios. Estaba orgulloso de sí mismo, feliz de haber enfrentado sus miedos. Debía reconocer la valentía que corría por sus venas, la que le arrastraría a ser el número uno.

Por su parte, Todoroki estaba aliviado, por fin Bakugou había regresado. Miró al dueño de su mente, para asegurarse de que caminaba a su lado. De que su ceño fruncido adornaba su rostro.

No tardaron mucho en llegar, aunque se les hizo muy largo. El frío se calaba en sus huesos, ya que eran las 8 aproximadamente, a la vez que el hambre reclamaba su presencia.

-¡Lo logramos!- Exclamó Kirishima, alzando los brazos, mientras miraba a sus compañeros, los cuales adoptaban una mueca de confusión.

-¿A qué mierda te refieres, Shittyhair?- Preguntó Bakugou, entre cansado y acostumbrado a la espontaneidad de su mejor amigo. Aún así, no pudo evitar cruzarse de brazos, dejando que su faceta de chico duro surgiera a la luz.

-Tenemos a Mineta- Improvisó, rápidamente. No iba a decir el verdadero motivo. No quería que Bakugou le matara. Ante su comentario, los otros negaron la cabeza, secundado por un chasquido de lengua agresivo por parte del rubio.

-¡Eso ha sido hace 30 minutos!- Exclamó acercándose de una forma peligrosa a él. Bueno, peligrosa para cualquiera menos para Eijirou, quien posó un brazo sobre los hombros de Bakugou para arrastrarlo al interior del edificio.

Shoto los siguió, tanto a los compañeros como a los gritos del rubio, acompañado de Mineta. El pelimorado, aparentemente, no tenía ningún rasguño, tampoco se enteró de mucho, porque parecía medio dormido. Al igual que a Mina, lo más probable sería que le hubieran drogado. Aún así, no era tanto como ella, a excepción de algún balbuceo, todo parecía estar normal.

Aún así, fueron a la enfermería.

Cuando entró, un estruendoso sonido provocó que los 4 se taparan los oídos, con fuerza. Era un llanto. Uno estridente, que se colaba en sus cerebros para serrarlos y, después, salir dando pisotones.

-Deku- Dijeron Bakugou y Todoroki tras mirarse con temor. Se habían olvidado por completo de él, dejándoselo a...

-Hola, chicos- Mina sonriente asomó la cabeza por el sofá. Protaba un peine en la mano, con algún que otro rizo verde tratando de salir del laberinto de púas.

No tardaron el resto de chicas -Y Aoyama- en dejarse ver, cada una por un lado del mueble.

-Traté de detenerlas- Aseguró Momo cuando vio que los chicos se acercaban con pasos pesados. Cargaba a un Midoriya envuelto en lágrimas, pero eso no era lo peor. Había algo que lo superaba con creces.

-¿¡Por qué está maquillado?!- Bakugou cogió sin cuidado al bebé, enfadado. No era bueno para la piel de un niño pintarrajearla.

-Deberíamos limpiarle la cara- Todoroki, se puso a su lado, más que nada para amansar a la bestia, poniendo una mano sobre su hombro. Estaba cálido, a pesar del frío que hacía fuera.

Al instante, Deku se calmó, para dar paso a unos gimoteos leves. No había color entre eso y el rebote anterior.

-Pero si está precioso- Se escuchó. Era Hagakure.

-¡Y una mierda!- Replicó Bakugou, mirando encima de una camiseta flotante -Él nunca está guapo.

-Ay, Bakugou-kun- Uraraka hizo acto de presencia. Su rostro también estaba maquillado, así que destacaba aún más la mueca de esceptismo -Pero mira que coletitas más adorables- Cuando el peliverde vio que la castaña se acercaba, se escondió en el pecho de Bakugou.

-Ahora que lo dices...- Todoroki empezó la frase. No obstante, al recibir la afilada mirada de Katsuki, se detuvo -Tenemos que darle la cena.

Y, dicho y hecho, desaparecieron de allí, dejando a las chicas y Aoyama -refunfuñando por haberse llevado su muñeco- en el salón con sus cosas.

La casa por el tejado [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora