Capítulo 15 -Discusión-

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Antes de que se dieran cuenta, los párpados comenzaron a pesarles. Sobre todo a Bakugou, quien, debido al día intenso que había vivido, no pudo evitar caer en los brazos de Morfeo.

En el futón de Todoroki.

El bicolor le miró. Reparó en que su ceño no estaba fruncido, liberando la característica arruga en el entrecejo... Parecía un angelito caído del cielo. Aunque se le hacía extraño, no pudo evitar que un cosquilleo se expandiera por su torso. No pudo evitar que la ternura le carcomiera incluso en esa faceta.

Decidió taparle con una manta, para que no cogiera frío y puso otro futón para ocuparlo él. Al menos hasta que escuchó un quejido por parte de Katsuki.

No se entendía lo que decía, pero, poco a poco, iba aumentando el volumen. El corazón de Shoto ardía cada vez más, paulatinamente, mientras Bakugou seguía gritando.

No podía despertarse.

-Bakugou- Todoroki se acercó, sin tocarle, para no asustarle. Se detuvo. Hubo un silencio. No se escuchaba ni la respiración del nombrado.

Hasta que se despertó de golpe, levantándose y chocando con el bicolor.

-Bastardo, ¿qué mierda haces?- Susurró el rubio, mirándole demasiado cerca. En la penumbra de la habitación, esos ojos brillaban como joyas. Joyas únicas.

-Tenías una pesadilla- Afirmó, el bicolor, embelesado por esos rubíes que le daban ganas de transportarse al mismísimo infierno. Donde pudieran pecar sin juicios. Sin límites.

Ninguno dijo nada. Se habían perdido. Estaban perdidos en los ojos del otro, menos cuando, cada pocos segundos, bajaban un poco. Una mirada fugaz que recorría las curvas de los labios del contrario. Brillantes.

Bakugou se relamió en una de esas y Shoto no pudo evitar pasar un brazo por su espalda. Con delicadeza. Acariciando la piel bajo su ropa como si fuera cristal, pero con cierta prisa. Con pasión.

No sabían que pensaba el otro. Pero no dijeron nada.

Bakugou iba a moverse también. Quería cortar la distancia que les separaba. Quería quitarle el aire a Todoroki. Quería matarle... A besos.

-Te odio- Gruñó. Era cierto. Le odiaba. Le odiaba por hacerle sentir lo que le hacía sentir.

-También me gustas- Ronroneó el otro, como respuesta, antes de que Bakugou se acercara a su frente. Uniéndolas. Una prueba física del vínculo que sentían. Sintieron un ronroneo en su interior cuando el hilo invisible dejó de tirar.

Todo iba genial, hasta que Deku empezó a llorar. Lloraba y lloraba.

-¿¡Pero qué?!- Bakugou se separó, de golpe -¡Maldito nerd!- "No estropees mi momento" quiso gritarle. Mas el chorro de sangre que corría por su nariz le dejó atónito -Bastardo.

-¿Hum?- Se levantó y vio también lo que impactó al rubio.

Había una gran herida en su frente. Pero no había pasado nada. Analizaron la situación. Escrutaron el estado del bebé. Hasta que se dieron cuenta de que tenía el dedo roto.

¿Un quirk?

-Es imposible- Renegó el rubio -Apenas tendrá 3 años.

-Los quirks se manifiestan a los 4...- Murmuró Todoroki, sosteniendo un paño de agua en el volcán de sangre.

-Lumbreras- Bufó Bakugou, rodando los ojos.

-Al menos, hago algo útil- Estaba preocupado. No dejaba de sangrar. Y esas palabras se escaparon de su control. Escaparon de esos labios que Bakugou quería... No, ansiaba besar. Lo cual, lo hacía aún más punzante. Dagas que se clavaron en su orgullo.

-¿Ah sí?- Se obligó a detenerse, rezando por que Todoroki no respondiera. Pero nadie escuchó su plegaria.

-Sí- Shoto no dejó de mirarle a los ojos. Ni un instante. Y, lo peor, era que esa vez, no transmitían ni un poco de lo que antes les había entregado tantos sentimientos. Ambos corazones se estrecharon en cuanto el silencio se volvió un bloque. Uno pesado que se protegía en la mente de los chicos mediante pensamientos.

-Pues- Gruñó Bakugou, todavía sin ser consciente de lo que iba a decir -PUES ENCÁRGATE TÚ SOLITO DE ÉL- Cogió sus cosas y, sin esperar respuesta, salió de allí. No entendía qué había pasado. Ninguno de los dos lo hacía.

Hasta hacía un momento... Todo parecía ir bien. Y se habían torcido las cosas. Todo por las palabras. Esas que pueden hacer más daño que mil agujas.

Se sentían traicionados. Dolidos. Egoístas. Demasiadas cosas que se transformaban en gritos o ríos de agua salada.

Bakugou no pudo pegar ojo en toda la noche. Sus monstruos internos se encargaban de darle porrazos para que se mantuviera despierto.

Y, Todoroki no pudo pararse a pensar en nada. Debía encargarse de Midoriya. De que no se hiciera más daño.

La casa por el tejado [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora