Capítulo 8 -Presente En El Pasado-

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A la mañana siguiente, encontraron a Mina. Estaba frente a la puerta de la UA, demasiado afligida para hablar. Los ojos se le salían de las órbitas y miraba sin obersevar.

Parecía la cáscara vacía del que alguna vez fue el cacahuete más bueno.

A Katsuki esto le afectó más de lo que le gustaría admitir. Se veía a sí mismo reflejado en ella y varios sentimientos convergieron en su interior.

Humillación, rabia, tristeza, pena, ira, empatía, apatía... Todo sucumbido por mil recuerdos que pasaban como imágenes de un vídeo frente a sus rubíes incandescentes.

Quería ir a hablar con ella, pero la metieron en el instituto, envuelta en una manta verde.

<<Como le hayan hecho algo>> Pensó el rubio, aparentando los puños, antes de limpiarse con demasiada rabia una lágrima fugaz.

Kirishima, le puso una mano en el hombro. Él siempre estaba ahí. Mientras, Todoroki contemplaba desde lejos la escena. No entendía el motivo de que su corazón se estrujara en sí mismo, con cada latido. Pero lo que sí sabía, era que no le gustaba nada ver a su explosivo compañero tan... Decepcionado.

Unos 2 días después, cuando el finde pasó, Bakugou ya estaba mejor. Volvía a gritar sin ton ni son. Pero estaba evitando a la mayoría de la gente. Y, una de esas personas, era Todoroki.

-Bakugou- Insistió, una vez lo encontró solo en el pasillo. Deku, extendía los brazos hacia él, desde el pecho del rubio.

-Qué narices quieres ahora- Se giró. Irradiaba enfado por cada poro de su piel. Un escudo de hierro inquebrantable. Incluso Izuku dejó de sonreír.

Todoroki no sabía muy bien lo que hacer. Nunca había visto a nadie -que no fuera él- así. A decir verdad, no había tenido muchos amigos.

Lo que sabía a ciencia cierta, era que, cuando él se ahogaba en el mar de sentimientos, necesitaba a alguien que le tendiera la mano.

Así que eso hizo.

Abrazó al rubio como mejor sabía. Entregándole todo el cariño que nunca le habían dado él. Tratando de salvarle del tsunami de sentimientos. Abarcando el cuerpo de Bakugou en su pecho, ofreciéndole el confort de un conocido.

De alguien que le apoyaba.

-No estás solo- Dijo, con suavidad.

Ante estás palabras, Katsuki abrió los ojos. Fue como una llave que abrió un candado repleto de telarañas.

Se echó a llorar. Los brazos del medio albino le recordaban a la calidez de una madre. La máxima protección cuando un niño escapa del mundo de pesadillas, repleto de bichos, monstruos, demonios...

Permanecieron así un rato más. Hasta que Bakugou se quedó sin lágrimas.

Cabe decir que Shoto también liberó alguna.

Pero ahí quedó todo. Bakugou, en un arrebato de ira, le dio a Deku, antes de desaparecer por el pasillo y meterse en su cuarto.

Ni de broma vería otra vez a su competencia.

En la penumbra de la habitación, fue creciendo un inmenso odio hacia todos. Más intenso hacia Shoto, a quien amaba incondicionalmente desde que vio su fuerza en la primera prueba que hicieron al entrar a la UA.

No pensaba salir de ahí hasta que su cadáver olvidara lo que acababa de hacer.

Llorar.

Por otro lado, Shoto se quedó bastante preocupado. Todavía se encontraba perdido en el pasillo, donde había visto a Bakugou hacía ya 7 minutos.

La casa por el tejado [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora