Capítulo 11 -Sorpresa-

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-¡Bakugou!- Kirishima salió de golpe de su zona, lo que provocó que el medio albino y el nombrado le prestaran atención. Estaba muy alterado -Mina ha encontrado esto en su habitación- Alternó la mirada entre los dos adolescentes. En otra circunstancia, habría chinchado a Bakugou. Pero era grave.

-Uh- El rubio se acercó a recoger lo que los dedos de su mejor amigo sostenían con temor, temblorosos. Mientras lo leía, Todoroki se acercó para pasear su vista por las líneas.

"Si quieres salvar al niño morado tendrás que ir HOY a las 19 al parque. Que venga Bakugou SOLO"

Las letras eran rojo. Un rojo sangre que incluso chorreaba en el papel blanco. En la esquina derecha, había un sello. Parecía un puño cerrado.

-Ni de broma- Diji Todoroki, desde el fondo de su ser. Fue algo inconsciente, pero por eso fue que salió de lo más profundo de su corazón.

-Puedo cuidarme solo- Gruñó, casi ofendido por la insinuación que hicieron. No era débil.

-Es verdad, Bakugou- Afirmó seguro el pelirrojo, mirando directamente a los ojos de su amigo. Esos tan brillantes que hacía tan sólo unos minutos eran un sol eclipsado. -Sabemos de sobra que eres muy fuerte- Sonrió -Pero es mejor ser prudentes- El aludido no dijo nada, parecía pensativo. Seguramente, iba a negarse. Y no se lo iba a permitir.

Ya se lo quitaron una vez.

-Por favor- Kirishima no apartó la mirada de sus rubíes. Casi estaba suplicando, detrás de esa sonrisa cariñosa que solo él sabía entregar.

-Está bien- Murmuró al fin, obteniendo un "sí" por parte de Kirishima -Pero que conste que yo os llevo para que no me jodais más

Kirishima, ante estas palabras, asintió. Y a Todoroki se le escapó una leve sonrisa de alivio.

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30 minutos después, Bakugou ya estaba, en principio solo, en lugar indicado. Los árboles parecían reírse de él, desde las alturas. El cielo ansiaba esconderse y nunca más ser visto. Las ramas se alzaban hacia arriba, tratando de alcanzar lo inalcanzable. La luz.

Estaba todo demasiado oscuro, un lugar ideal para la apirición de villanos.

Bakugou tragó saliva. Sabía que sus compañeros estaban ahí. Que la soledad no-

"pero antes también estaban" Dijo una voz en su interior. Realmente estaba asustado.

"Soy más fuerte ahora" Se aseguró a sí mismo, adoptando una pose segura.

Mas su diálogo interno fue interrumpido por una silueta que aparecía como una figura de humo entre los troncos.

-Bakugou Katsuki- Al nombrado le recorrió un escalofrío de arriba abajo. Esa voz era muy siniestra y rasposa. Cada letra se clavaba como cuchillas en su cerebro.

Demasiados recuerdos.

-Shigaraki- Gruñó en respuesta, defendiéndose.

Al fin, se pudo ver claramente su repulsiva imagen. Extendía una mano. Hacia Bakugou.

-Ya sabes a por lo que vengo- Afirmó, con la voz tan firme que hizo sentir a Bakugou como se formaba un agujero bajo su muralla.

-Ni de- Fue interrumpido, nuevamente, por un chasquido de dedos por parte de Shigaraki.

Al principio, no pareció cambiar nada. De hecho, todo estaba demasiado tranquilo.

Hasta que le vio.

Dabi mantenía cogido a Todoroki, por el cuello, mirándole. Parecía disfrutar por algo que no lograba identificar.

Katsuki sintió que su alma caía. Caía de forma pesada por un abismo oscuro, sin fin. Mientras, su corazón se detuvo, un instante, antes de coger carrerilla y que ensordeciera al rubio.

Solo podía ver la mirada de Shoto. Por algún motivo, no quería golpear al villano. Y, los mismos cepos, parecían crecer hasta sus pies. No podía moverse.

-Ven- Shigaraki volvió a extender la mano.

"Como si eso fuera a cambiar algo." Se dijo Bakugou. Pero no era tan fácil. No cuando se encontraba, frente a frente, con el dueño de las que fueron sus pesadillas. El rey de sus gritos y el gatillo de sus temores. De su culpa.

De lo débil que había sido.

AMiró a Todoroki. No apartó la vista de él ni un instante. Parecía determinado. Estaba seguro de algo...

Y lo comprendió.

-No...- Murmuró Bakugou, para él mismo. Para el villano. Para sus pensamientos. Y alzó la cabeza, un segundo antes de explotarle la mano de la cara, una vez más, a Tomura -KIRISHIMA- Exclamó, con una voz desgarradora. No dejaría que se llevaran a la persona que robó su corazón.

Ante el desconcierto, Kirishima apareció de entre los arbustos, dándole un golpe a Dabi en el mentón, usando su quirk.

Todoroki tosió un poco cuando fue liberado. Pero todavía no podían respirar tranquilos. No habían completado la misión.

Adoptaron una posición triangular. Se cubrían las espaldas mientras un silencio demasiado denso serpenteaba entre los árboles.

Dabi se recompuso rápido, dispuesto a pelear. No obstante, un sonido los dejó a todos de piedra. Una risa.

La de Shigaraki.

-Que cabezota- Dijo, entre carcajada y carcajada, hasta que se detuvo -Mata al pelirrojo- Escupió, antes de que Dabi expulsara una flama de su cuerpo.

-¡Atrás!- Gritó Todoroki, defendiendo con el hielo cuando obedecieron.

-¡No des órdenes, bastardo!- Reclamó Bakugou, sacándole una sonrisa a sus compañeros.

Volvía a ser él.

Mientras estaba en el aire, el rubio fue capaz de divisar una bola morada. Escondida entre los arbustos, amarrada con una cuerda. Y estaba sólo.

-Kirishima- Eso fue suficiente. No necesitaron ni mirarse para que, después de que Eijurou se endureciera, Bakugou le explotara en esa dirección. Convirtió a Eijiro en un proyectil humano. Una forma distinta de la que le impulsó volar a él en sus peores momentos.

Los villanos corrieron hacia su rehén. Todo pareció ir a cámara lenta. Dabi impulsó una llama hacia Todoroki, Shigaraki se acercaba con demasiada velocidad a Kirishima. Y, Bakugou, solo caía. No podía vez lo que pasó, solo escuchó es golpe seco que se dio en un costado tras caer, para dar paso a una negrura reconfortante.

Un pitido recorrió su mente. De aquí para allá. De allá para aquí. Impaciente. Incesante.

Cuando abrió los ojos nuevamente, Todoroki estaba a su lado, llamándole.

-¡Bakugou!

-No me chilles al oído, bastardo- Exclamó, todavía desde el suelo, viendo en primer plano como Shoto suspiraba. Le ayudó a incorporarse, a pesar de que le dijo que no lo hiciera.

Sin embargo, cuando ya se levantó, una mancha pelirroja hizo que se tambaleara un poco.

-Bro- Eijiro le abrazaba con demasiada fuerza, mientras lágrimas caían de sus ojos -Eres muy varonil.

-Sí, sí. Como sea- Frunció el ceño, mientras, suavemente, le daba toques en la espalda a su mejor amigo. Aunque se detuvo, para empezar a buscar algo a su alrededor -¿Y el zumo de uva?- Gruñó.

-¿Me llamas?- Mienta estaba sano y salvo. Estaba al lado de Todoroki, pero, como era tan bajito, no le había ni visto -soy un superviviente- Dijo, orgulloso.

No obstante, Bakugou le quito el orgullo de un sopapo.

-DEJA DE DEPENDER TANTO DE OTROS, MEQUETREFE- Bufó.

A pesar de esas palabras, Katsuki estaba feliz. Feliz de que nadie más tuviera que pasar por lo que él había pasado. Y, sobre todo, feliz por haber vencido a su miedo. A esos ojos rojos sedientos de sangre, que, mucho tiempo atrás, le impidieron mirar los suyos tan puros.

Decidieron regresar a la academia. No tentarían más a la suerte.

La casa por el tejado [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora