Mudanza parte 2

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— Un poco más a la derecha, un poco más...no, menos, menos...un poco más...menos...

María se volteó para ver a Irma con cara de frustración.

— ¿Sabes que esta cosa pesa verdad?.— preguntó la de cabello oscuro.

— Pues no queda centrada. — respondió la latina aguantando la risa.

— ¡Luisita!.— gritó María.— ¡Ven a decirme si la foto está en el centro o no!

Era jueves por la mañana, sus amigas habían ido a ayudarle a acomodar todo. El viernes tenían que salir de su departamento y el sábado sería la fiesta de cumpleaños de Amy y de inauguración de su nuevo hogar.

Amelia había tenido que entregar su espacio desde el lunes y había ido después del trabajo a armar algunos de los muebles junto a Marina y Ignacio, últimamente el novio de María había tenido que trabajar con ellas en la oficina y poco a poco ambas mujeres iban creando un gran compañerismo con el chico.

Luisita entró a la habitación con una caja en sus manos.

— Irma.— dijo la rubia.— Deja de jugar, tenemos mucho que hacer todavía.

— Si no estoy jugando, sé muy bien que soy una esclava en este departamento.

— Sólo díganme si está centrada o no.— María seguía cargando la foto de Luisita y Amy, se encontraban en la recamara de la pareja.

— Pues creo que ahí está bien .— respondió Luisita.— Es difícil decir cuando no están los muebles aquí.

La recamara de ellas era lo único que no habían entregado, a Amelia le había costado creer que se hubieran agotado ya que el precio se le hacía alto...al parecer había otros "obsesionados" como su prometida.

— ¿Cuándo se supone que la traerán?.— preguntó María.

— Dijeron que para mediados de la otra semana.— respondió la rubia.

— ¿Entonces estrenaran sin cama?.— dijo Irma.

— Pues tenía planeado crear una cama improvisada con todos los edredones.— dijo una Luisita decepcionada.

— No te preocupes rubia.— agregó Irma.— Ya noté que tienen tina, seguro pueden entretenerse ahí en lo que llega la recamara.— le mando un beso al mismo tiempo que le guiñaba el ojo.

Luisita puso su cara de pocos amigos.

— No me lo arruines Irma, por favor, no sabes cómo quiero que ya tengamos nuestro propio espacio.

— Si van a hablar de sus "cosas" díganme para huir de aquí.— las interrumpió María.

— Ay tu calla.— dijo Irma.— Ignacio está aquí, es un milagro que no estés ya embarazada, eso quiere decir que lo anticonceptivos realmente funcionan.

Toda la furia de la personalidad de María se vio envuelta en un tono rojizo que se mostraba en sus mejillas.

Luisita sonrió.

— Déjala en paz Irma.— agregó la doctora.— Vamos a terminar de acomodar la sala, aquí no hay más que podamos hacer.

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Horas más tarde, llegaron al edificio Marina, Ignacio y Amelia. Traían unas cervezas y dos pizzas que Luisita les había encargado. Una pequeña reunión improvisada para agradecer la ayuda en esos últimos días.

Amelia abrió la puerta y dejó que sus amigos pasaran primero.

— Ya llegó por quien lloraban.— dijo Marina mientras entraba abrazando dos six de cerveza.

Por una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora